
La Máquina que Cambió el Mundo por James P. Womack (The Machine That Changed the World)
Reseña/Sinópsis: La máquina que cambió el mundo(1990) revela el secreto que impulsó al fabricante de coches japonés Toyota a la vanguardia de la industria automotriz mundial, un proceso llamado producción ajustada. Nos presenta la historia temprana de la industria y muestran cómo el proceso innovador de Toyota permitió a la empresa mejorar el mercado.
¿Quién es James P. Womack?
James P. Womack es el fundador del Lean Enterprise Institute, una organización de gestión de recursos sin ánimo de lucro que promueve los valores de la producción ajustada.
¿Quién es Daniel T. Jones?
Daniel T. Jones es el fundador de Lean Enterprise Academy y es coautor de varios libros con Womack.
¿Quién es Daniel Roos?
Daniel Roos fue el director fundador del Programa Internacional de Vehículos Motorizados (IMVP) y de la División de Sistemas de Ingeniería del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Los tres eran investigadores del IMVP cuando se publicó este libro en 1990.
La automoción en Roma y la Edad Media
El carro se había vuelto obsoleto como vehículo militar a mediados del siglo IV a. Sin embargo, seguiría siendo un elemento de los coliseos en Roma. Los corredores de carros eran los atletas estrella de la época, así como algunos de los hombres más ricos del mundo.
En cuanto a la función que le daban a las ruedas, los carros romanos se utilizaban para transportar mercancías por todo el vasto territorio romano. Esto resultó en el desarrollo de las calzadas romanas y algunas de las primeras leyes de tráfico, y los arquitectos empezaron a considerar el transito de estos vehículos al crear las calles.
En Pompeya se creó un sistema en forma de cuadrícula de calles de una única dirección, que es similar al de Manhattan. Otro avance importante que ocurrió durante el período romano fue el desarrollo de ruedas delanteras orientables, que hicieron más práctico el uso de carros de cuatro ruedas.
Los carruajes y otros vehículos con ruedas alguna vez se consideraban poco masculinos al principio, y se usaban principalmente para transportar a las esposas de los senadores, y esta actitud, no se limitó a Roma. Hasta bien entrada la Edad Media, la única forma de viajar de un noble que se precie era a caballo o, dependiendo de dónde viviéramos, en camello.
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