
Resumen del libro Qué día más bueno Tomar LSD en microdosis me cambió la vida por Ayelet Waldman 2018 (A really Good Day)
Sinópsis/Resumen corto: A Really Good Day o en español Qué Día Más Bueno, es la historia la vida de una mujer, escritora, esposa y madre de cuatro hijos y su intento de abordar su lucha contra la depresión a través de un remedio novedoso y actualmente ilegal: microdosis de LSD. Muchos de nosotros luchamos con nuestro estado de ánimo. Este también era el caso de Ayelet Waldman, y después de años de intentar soluciones a su irritabilidad, ira, frustración y depresión, Waldman recurrió a una fuente inesperada: la droga psicodélica, T SD.
Colocando dos gotas en su lengua, Waldman se lanzó a un experimento para entender si tomar microdosis de la droga durante unos días podría ayudarla a tener un estado de animo más tranquilo y tolerante. Al hacerlo, por primera vez a los 50, empezó una exploración de la sustancia, su historia y sus potenciales beneficios. Basándose en su carrera legal anterior, en la que vio el impacto de la guerra contra las drogas en Estados Unidos, reflexiona sobre la hipocresía de una nación adicta a los medicamentos recetados pero dispuesta a encarcelar a millones por poseer una sustancia con un gran historial de seguridad. El libro explora la historia del LSD, los mitos que lo rodean y las actitudes de la sociedad hacia las drogas legales e ilegales.
¿Quién es Ayelet Waldman?
Ayelet Waldman es abogada, escritora y profesora. Durante cierta etapa de su vida fue profesora sobre política de las drogas en la Facultad de Derecho de la Universidad de California y como consultora del Drug Policy Alliance. Durante su carrera como abogada vio que no le convencía escribir sobre temas jurídicos asi que empezó a dedicar cada vez más tiempo a lo que entonces era un hobby, escribir literatura. Hoy en dia se dedica a tiempo completo a escribir y es autora de siete novelas de la serie Mommy-Track Mysteries y el libro de no ficción Bad Mother (2009), una colección de ensayos personales sobre su experiencia como madre imperfecta.
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La vida de Ayelet Waldman
Ayelet Waldman había estado a merced de las grandes fluctuaciones en su estado de ánimo toda su vida. En un buen día, puede ser una compañía alegre, amistosa, afectuosa y productiva.
Pero en un mal día, Waldman estaba desgastada por el odio a sí misma, la culpa y la vergüenza. Comenzaba a discutir con su esposo, se sentía abrumada por el pesimismo y tenía poco sentido de autoestima, a pesar de ser una autora con éxito. Sus estados de ánimo erráticos han dificultado su vida y la vida de sus amigos y familiares.
Buscando ayuda, recurrió a la terapia, pasando muchas horas sentada en los sofás de cuero de los profesionales, desde freudianos hasta expertos en comportamiento cognitivo, trabajadores sociales y terapeutas familiares. Probó la atención plena, mindfulness, y pasó largos períodos meditando e incluso más tiempo diciéndole a su terapeuta cuánto odiaba meditar.
Un día, al cruzar un puente mientras conducía a casa, se encontró considerando girar a la derecha y lanzarse al agua. Sorprendida por estos pensamientos suicidas, buscó ayuda médica. Diagnosticada con una forma de depresión, el trastorno bipolar, empezó a tomar medicación. Durante años, Waldman probó numerosos medicamentos: Celexa, Prozac, Zoloft, Cymbalta, Effexor, Lamictal Adderall, Ritalin y muchos más. Algunos ayudaron un poco durante días o incluso meses. Pero tenían efectos secundarios, como aumento de peso, irritabilidad y disminución del interés por el sexo.
Finalmente, descubrió que su diagnóstico ni siquiera había sido correcto. Se dio cuenta de que su estado de ánimo fluctuaba en correlación directa con su ciclo menstrual y que tenía un tipo de síndrome premenstrual, llamado trastorno disfórico premenstrual, que causa cambios de humor en ciertos puntos de su ciclo.
Esto le permitió entender el ciclo y cuando tomar medicamentos. Pero cuando Waldman entró en la perimenopausia, su período se volvió irregular y cambió su estado de ánimo. Las cosas empeoraron.
Fue en este punto cuando se topó con el trabajo de James Fadiman, un psicólogo y ex investigador de compuestos psicodélicos. Fadiman estaba popularizando la microdosificación de TSD: las personas que tomaban pequeñas dosis de LSD para tratar problemas del estado de ánimo informaban que habían conseguido controlar su estado de ánimo y disfrutado de un buen día. Y un buen día era todo lo que el autor había querido.
Las microdosis
El principio de la microdosificación es simple: el paciente toma una pequeña dosis de LSD, u otros compuestos según el objetivo, que le permita en este caso controlar su estado de ánimo, sin incluir otros efectos. El proceso que usó Fadiman se basa en dividir la ingestión en ciclos de tres días.
El primer día, se toma la primera dosis y monitoriza el estado de ánimo, sensaciones físicas, productividad y experiencia general de cómo fue el día. En los días dos y tres, no se toma LSD pero se sigue haciendo un seguimiento para ver si hay algún cambio adverso. El cuarto día se repite el proceso desde cero.
La dosis en cuestión es, como máximo, una décima parte de la dosis “normal” de LSD. El usuario típico de LSD en busca de un “viaje” —alucinaciones y alteración de la conciencia— podría tomar alrededor de 100-150 microgramos.
Para el proceso de usar microdosis la autora usa diez microgramos por dosis, dos pequeñas gotas. Su teoría de la microdosificación es que diez microgramos pueden ser suficientes para mejorar el estado de ánimo, pero sin posibilidad de alucinaciones u otros síntomas físicos o mentales destacables.
Tras informarse, la autora decidió probar las microdosis durante un mes. Temerosa de comprar drogas ella misma, rastreó a un microdosificador que pudo darle parte de su suministro. Ella lo probó, para estar segura, usando un kit de prueba de drogas comprado en Amazon y se tomó su primera dosis y tuvo un buen día.
Es importante recordar que con cualquier tipo de fármaco hay que hacer un periodo de prueba con varios usuarios para ver si tiene efectos adversos o inesperados, algo que suele llevar hasta 20 años y que en este caso aun esta en las etapas tempranas. Esto significa que esto no está testeado, y por ahora de los pocos lugares que están haciendo este tipo de investigación es el Hospital del Johns Hopkins, por lo que es mucho más fiable ver lo que dicen ellos que lo que dice la autora por su experiencia personal.
Al fin y al cabo, cada persona es diferente y no solo puede que haya personas que no se beneficien de usarlo, sobre todo si tienen familiares con trastornos como la esquizofrenia, sino que las cantidades que cada persona puede procesar son diferentes. En general, no sería recomendable considerar las experiencias de la autora como más que un relato interesante sobre los usos que podría llegar a tener en un futuro.
Las experiencias de Ayelet Waldman con las microdosis de LSD
En su primer día de microdosificación, Waldman se sintió un poco diferente, como si sus sentidos se hubieran intensificado. Era más consciente que de costumbre del olor a jazmín en el aire y de lo hermosos que se veían los árboles del jardín. Se dio cuenta de que se sentía atenta, capaz de notar sus pensamientos y las sensaciones de su cuerpo. Pensar en su familia no provocó molestias, sino una sensación de amor. Tuvo un día mucho más productivo de lo habitual y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió feliz.
En su segundo día, un día de transición en el que no tomó LSD, se sintió de nuevo como siempre. Pero aún tenía la sensación de que era más fácil que de costumbre ignorar su mal humor.
El tercer día del ciclo actúa como un día de control, brindándole la experiencia de un día “normal” para permitir mejores juicios sobre el impacto de la dosis. Sintió que volvía a su estado de ánimo irritable habitual y echaba de menos la paz y la productividad de los dos días anteriores.
A medida que avanzaba el experimento de Waldman, descubrió varios beneficios en la microdosificación. El cuarto día, se dio cuenta de que tenía más control sobre sus impulsos e irritabilidad. Su hijo bromeó durante el desayuno y llegó tarde a la escuela, pero en lugar de gritar, Waldman se sintió desconcertada. Su perro saltó y la hizo derramar té sobre un libro, pero cuando el perro se sentó con “remordimiento”, esperando un regaño, Waldman le dio una caricia.
Feliz por su estado de ánimo más positivo Waldman empezó a investigar lo que LSD y otros psicodélicos causan en el cerebro. Uno de los efectos documentados es el aumento de la interacción de la serotonina, el glutamato y otros factores en el cerebro, lo que conduce al desarrollo de sinapsis. Investigadores de UCLA y NYU han podido demostrar recientemente que el tratamiento psicodélico puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo de los pacientes que se enfrentan a la muerte.
Esto parecía encajar con la experiencia de Waldman. Después de una semana, se sentía diferente: más capaz de lidiar con la ansiedad y la irritación, más productiva y, más feliz. Su primera conclusión fue clara: o bien la microdosificación estaba funcionando, o estaba experimentando un gran efecto placebo.
Disclaimer: Cabe recordar siempre que este es simplemente el resumen de un libro, y que antes de tomar cualquier decision relacionada con la salud hay que consultar con un profesional.

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