
Resumen del libro La trampa del ego Qué significa ser tú por Julian Baggini 2012 (The Ego Trick 2011)
Resumen corto/Sinópsis: La Trampa del Ego nos ofrece una breve introducción al, muchas veces confuso, concepto de “yo”. El libro introduce las preguntas filosóficas clave detrás de nuestras ideas sobre la identidad, las almas y el libre albedrío, así como los muchos factores que dan forma a nuestro sentido del yo, como el funcionamiento del cerebro, nuestro cuerpo, la sociedad, la cultura y los cambios tecnológicos.
¿Quién es Julian Baggini?
Julian Baggini es el fundador de The Philosopher’s Magazine y un filósofo británico. Es autor de varios libros de gran éxito, entre ellos:
- La Trampa del Ego
- Cómo piensa el mundo: Una historia global de la filosofía
- El cerdo que quería ser jamón: Y otros noventa y nueve juegos para filósofos de salón
- La queja: De los pequeños lamentos a las protestas reinvindicativas
- Lo que piensan los filósofos
- Más Allá De La Noticia / Making Sense: La Filosofia Detras De Los Titulares/ Philosophy Behind the Headlines
- Los límites de la razón: Un escéptico racional en un mundo irracional (Spanish Edition)
- Breve historia de la verdad
- ¿Pienso luego existo?: El libro esencial de juegos filosóficos (Contextos) (Spanish Edition)
- El Sentido de la Vida: Y las Respuestas de la Filosofia
- ¿Se creen que somos tontos?: 100formas de detectar las falacias de los políticos y los medios de comunicación
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¿Por qué no nos deberíamos fiar de los gurús?
Julian Baggini cuenta la historia de una mujer de París, que mientras estaba esperando un autobús en 1982, sufrió una situación bastante extraña. De repente, su cuerpo y cerebro, parecían no ya no ser suyos, y se olvidó de todo sobre su vida, incluida su concepción de quién era. Su idea del yo pasó a abarcar todo y a todos en su entorno, y se convenció de que su “yo” no era más que un vasto espacio abierto y que ella no existía en absoluto.
Esta mujer luchó contra el proceso de perder su “identidad” e idea de ser durante los siguientes diez años, buscando ayuda de una variedad de terapeutas, pero sin mucho éxito. Tras esto, empezó a preguntarse si había experimentado un “despertar”. Tras aceptar que lo que le había pasada era algún tipo de comprensión espontánea, cuenta Baggini que la mujer empezó a trabajar como líder espiritual al descubrir las similitudes entre su experiencia y el concepto budista de anatta, un estado trascendental de no ser.
Esto nos podría recordar a la idea de “no dualidad” de la que se habla en el hinduismo y que menciona Douglas Hardy en su libro Vivir sin Cabeza una Experiencia Zen.
En el caso de Douglas Harding, intentar “observar su cabeza” y descubrir “la ausencia del yo” dio lugar a la presencia de todo el mundo que lo rodeaba. Pero no era sólo su cabeza lo que faltaba. Otra cosa también faltaba, el propio “Douglas Harding”. No había ningún «yo» , el mundo estaba allí, sin necesidad de que alguien lo estuviera observando.
Sin embargo, en 1996, pareció perder por completo esta habilidad de “ser uno con el mundo”. La respuesta que nos presenta Baggini a esta situación nace de la neurociencia. Algunas experiencias espirituales pueden ser el resultado de disfunciones cerebrales, según varios estudios de neurociencia. Este parecía ser el caso de esta mujer, Segal, que de repente ya no podía sostener un bolígrafo ni recordar los nombres de las personas que conocía.
Le diagnosticaron un gran tumor cerebral en febrero de 1997. Después de un breve coma, murió unos meses después. Los médicos creían que la pérdida de su concepto de ser se debió a la presión del tumor sobre su cerebro. Este es un gran ejemplo de una idea que Sam Harris suele comentar en sus libros, y es el peligro que tiene seguir a algún “Gurú”, debido a que es muy difícil saber si tan solo se están autoengañando.
Avicena y la inmortalidad del alma
Una gran parte de las religiones se basan en la idea de que los humanos tienen un alma inmortal. Y desde la antiguedad podemos ver como los filósofos también jugaron con este concepto. Por ejemplo, las ideas de los pitagóricos de la inmortalidad del alma y su papel como ventana hacia las matemáticas, o la de Platón del alma como un elemento del “mundo de las ideas” atrapado en un cuerpo material.
Y este interés no se limitó a los filósofos de la antigua grecia, sino que allá donde encontremos religión y teología podremos ver a filósofos que intentaban crear teorías sobre el funcionamiento del mundo y la vida que se adaptasen a sus tradiciones.
Un ejemplo que no se suele mencionar es el de Avicena, un filósofo persa, que utilizó un experimento mental llamado el hombre flotante para abordar la cuestión de si el alma es real. Imaginémonos sin nuestro cuerpo, sin percibir nada del mundo que nos rodea, flotando en el aire sin ninguna sensación, como sugiere Avicena. En esta situación, “¿Seguiríamos siendo conscientes de nuestra existencia si no existiéramos? Si nuestra respuesta intuitiva es “sí”, el experimento mental parece sugerir que hay algo en el centro de nuestra existencia que está separado de nuestras sensaciones físicas y respuestas mentales.
¿Es esta, sin embargo, una conclusión lógica? No del todo, el experimento mental de Avicenna no tiene en cuenta que lo que seguramente estemos imaginando es cómo es estar inconscientes mientras mantenemos nuestro cuerpo. Nuestros cuerpos están ocultos pero aún presentes en nuestra imaginación, lo que hace imposible imaginar nuestras almas por separado.
Otro gran problema, es que este “experimento mental” considera que el hecho de que podamos o no imaginarnos sin cuerpo tiene alguna relación con la existencia del mismo. Imaginar unicornios o dragones no los hace más reales.
Además, nuestros sentimientos, o falta del mismo, puede ser engañoso. Después de todo, bajo la influencia de las drogas psicodélicas, las personas son capaces de imaginar sensaciones. La capacidad de conjurar el “sentimiento” de un alma separada del cuerpo no implica que sea una realidad.
De la misma forma, se puede encontrar un error lógico en la famosa afirmación de Descartes: “Pienso, luego existo.” Los seres humanos no son simplemente mentes pensantes porque tienen la capacidad de pensar, y como presenta la crítica objetivista a esta idea, para poder pensar primero debemos existir. Cuando pensamos, pensamos sobre algo, y por lo tanto la mente no puede ir antes que el pensamiento.
¿Qué es el trastorno de personalidad múltiple? El caso de Robert B. Oxnam
Había una vez un castillo que albergaba a quince personas. Esto puede sonar como una escena de una novela de misterio en la que el primer sospechoso sea el mayordomo, o el hombre sombra que suele aparecer en Conan, pero en un contexto más lúgubre es una representación perfecta de una persona que sufre un trastorno de personalidad múltiple. El trastorno de personalidad múltiple enfatiza cuán subjetivas son nuestras percepciones de la realidad.
Robert B. Oxnam fue diagnosticado con trastorno de identidad disociativo, el término científico para el trastorno de personalidad múltiple, en el año 1900. Era como si tuviera múltiples personalidades usando su mente al mismo tiempo. Un ejemplo es la personalidad a la que llamaba Bobby, al que le gustaban las bromas pesadas y el patinaje sobre ruedas, y aparecía ocasionalmente en Oxnam.
Otra era la de Tommy, quien era propenso a las rabietas y tenía mal genio. La mente de Oxnam albergaba once personajes diferentes. Oxnam estaba bien antes de ser diagnosticado y tenía una carrera académica prometedora. Sin embargo, sus síntomas empezaron a parecer y hacerse cada vez más fuertes, hasta que se vio forzado a empezar terapia para vivir su día a día. Su terapeuta observó cómo surgía una personalidad tras otra durante sus sesiones.
La personalidad enojada e infantil de Tommy aparecía durante un cuarto de hora, solo para ser reemplazada por otra personalidad diferente. Y lo más sorprendente es que no pasó mucho tiempo antes de que quedara claro que cada una de las personalidades contenidas en Oxnam desconocía por completo la existencia de las demás, parecía olvidar todo lo que había dicho y hecho cada vez que cambiaba de personalidad.
Sufrir de abuso durante nuestros primeros años es una causa común del trastorno de personalidad múltiple, y parece haber sido una de las causas en el caso de Oxnam. Cuando los niños están sujetos a un trauma severo, ya sea físico, sexual o emocional, luchan por entender lo que está pasando.
Para hacer frente, sus cerebros crean un universo paralelo en el que el trauma lo experimenta otra persona en lugar de ellos. En el caso de Oxnam, el trauma fue tan grave que creó once personajes para ayudar a sobrellevarlo. Con la ayuda de sus terapeutas, Oxnam pudo reducir el número de sus personalidades a tres después de aprender de forma lenta pero constante a reconocer y superar su trauma infantil.
