Resumen del libro La Gran Gripe por John M. Barry (The Great Influenza, 2004)

Resumen del libro La Gran Gripe por John M. Barry (The Great Influenza, 2004)

Resumen corto/Sinópsis: La Gran Gripe, cuenta la situación de la pandemia de gripe de 1918, que se estima que mató al 5 por ciento de la población humana total del mundo. El autor John M. Barry examina el contexto científico, social y político de esta pandemia de influenza, cuestionando hasta qué punto el error humano y la ignorancia deliberada empeoraron las terribles consecuencias de la enfermedad. Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, la pandemia cambió el curso de la historia, quizá incluso más que la guerra.

¿Quién es John M. Barry?

John M. Barry es un autor de bestsellers del New York Times cuyos libros han ganado docenas de premios. En sus libros examina la historia de las políticas públicas y la ciencia, y cómo las dos se han unido con frecuencia para causar estragos. Aunque no es un científico, ha asesorado a las administraciones de Bush y Obama sobre la preparación para la gripe y ha pronunciado un discurso de apertura en la National Academies of Sciences sobre la gripe.

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El Juramento Hipocrático

El juramento hipocrático, es el juramento que hacen los médicos antes de comenzar sus carreras por el cual prometen no hacer daño de forma deliberada a los pacientes. Este juramento lleva el nombre del antiguo médico griego Hipócrates, que vivió en el siglo IV a. C.

Hipócrates también tenía ideas sobre la terapia médica. Prescribió sangrías y sanguijuelas como terapias para muchas dolencias porque podían restaurar la armonía en los “humores desequilibrados” del cuerpo. Hasta el siglo XIX, los médicos usaban sus métodos para tratar diversas enfermedades. Incluso en 1800, más de dos milenios después de Hipócrates, la medicina seguía siendo “el brazo marchito de la ciencia”, una de las pocas ramas en las que quizá se hacía más daño que otra cosa.

Por el contrario, la Europa del siglo XIX fue revolucionaria para la medicina. Una ola de descubrimientos cada vez más revolucionarios culminó en 1883, cuando el médico alemán Robert Koch demostró que los gérmenes causaban enfermedades. Fue el primer avance moderno en el estudio de las enfermedades.

En 1873 murió el magnate de los negocios y filántropo Johns Hopkins, dejando 5 millones de dólares para fundar una universidad y un hospital en Baltimore. 

Las escuelas de medicina estadounidenses en ese momento obtenían ganancias de las tarifas de los estudiantes, incentivándolos a admitir grandes clases de estudiantes independientemente del talento académico. 

La Universidad Johns Hopkins cambió todo eso. Al contratar graduados de las mejores universidades médicas alemanas, ganó credibilidad instantánea. Uno de estos profesores era William Welch. 

El nuevo enfoque de la medicina de Hopkins atrajo la atención. Tomandolo como referencia, el magnate empresarial John D. Rockefeller financió el Instituto Rockefeller. Al igual que con Johns Hopkins, el dinero compró la excelencia; El instituto de Rockefeller rápidamente se volvió influyente.

Juntos, los institutos Hopkins y Rockefeller elevaron el nivel de las escuelas de medicina estadounidenses. De hecho, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los médicos estadounidenses se estaban volviendo tan buenos como, si no mejores, que sus homólogos europeos.

Los comienzos de la pandemia

Cuando Welch comenzó a sentirse mal en el tren a Baltimore desde Boston, el virus ya había estado en su cuerpo durante días, multiplicándose silenciosamente. Cada estornudo y tos de Welch acarreaba moléculas de virus en busca de un nuevo huésped. Cada virus de influenza puede crear entre 100.000 y un millón de nuevas proteínas virales.

Los virus de la influenza se replican invadiendo células y sobrescribiendo el material genético de esas células con sus propios genes. Las células infectadas comienzan a producir más proteínas virales. Cuando las células huésped mueren, liberan cientos de miles de proteínas virales que invadirán otras células. 

Gracias a su alta tasa de mutación el virus de la influenza, que se originó en aves acuáticas silvestres, pudo infectar a cerdos y luego a los humanos. Pero como mamíferos no estamos totalmente indefensos. Nuestro sistema inmunológico tiene un arsenal. 

Entre ellos destacan células como los fagocitos, que son un tipo de glóbulo blanco, que atacan a cualquier molécula que considere externa y luego “enseñan” a otros glóbulos blancos a cuáles elementos de esta molécula para que puedan identificarla y  comenzar su contraataque.

Pero por desgracia, en el caso del virus de la gripe su velocidad de mutación es tan rápida que aunque seamos inmunes un año, es muy probable que al año siguiente haya otra cepa, misma especie pero con distintas características, que nos pueda infectar.

Los estragos de la primera guerra mundial

Hacia 1918, el mundo estaba acostumbrado a la muerte. Eran los últimos días de la Primera Guerra Mundial, que habían dejado a Europa en ruinas. Más de cinco millones de soldados murieron y los horrores de la guerra de trincheras traumatizaron al continente.

Estados Unidos se involucró en la guerra más tarde, pero una vez que el presidente Wilson se comprometió, se instituyó un reclutamiento, llamando a todos los hombres sanos de 18 a 45 años a servir en el Ejército. Y fue este esfuerzo de Estados Unidos para luchar contra la Primera Guerra Mundial lo que creó las condiciones perfectas para la propagación del virus.

El reclutamiento llevó a millones de hombres a reunirse con poca antelación en enormes campamentos militares, construidos con prisa después de que Estados Unidos declarara la guerra. Estos hombres venían de todo el país, cada uno con una inmunidad a las enfermedades ligeramente diferente. 

A esto tambien se unieron los no combatientes atraídos por las oportunidades de trabajo asociadas a la producción de armas y suministros. Millones de campesinos descendieron a las ciudades, atraídos por la promesa de buenos salarios. Había viviendas inadecuadas, varias familias se apilaban en apartamentos de una habitación, compartiendo camas por turnos. Estas condiciones crearon el caldo de cultivo perfecto para crear un nuevo virus.

La Primera Guerra Mundial también se convirtió en la primera guerra en la que se utilizó la medicina como arma. El Ejército se apoderó del Instituto Rockefeller y lo rebautizó como Laboratorio Número Uno. Sus investigadores médicos estaban abriendo camino en un suero que aliviaría la neumonía, una peligrosa infección pulmonar que mata en los casos de influenza.

El cirujano general, que supervisaba la concentración de tropas, estaba preocupado por la posibilidad de una pandemia. Pero mientras tuviera un suero para la neumonía, no le preocupaba la gripe.

Disclaimer: Cabe recordar siempre que este es simplemente el resumen de un libro, y que antes de tomar cualquier decision relacionada con la salud hay que consultar con un profesional.

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