
Resumen del libro El Secreto Más Grande por Rhonda Byrne 2020 (The Greatest Secret)
Resumen corto: El Secreto Más Grande (2020) es una secuela del éxito de ventas mundial y fenómeno de autoayuda El Secreto, que inspiró a millones a mejorar sus vidas mediante el uso de las leyes de la atracción. En esta entrega, aprendemos un secreto aún mayor: quiénes somos y cómo podemos usar ese conocimiento para lograr la satisfacción eterna.
¿Quién es Rhonda Byrne?
Rhonda Byrne es autora de “El secreto”, libro superventas que más tarde también se convirtió en un documental. Byrne ha aparecido en la lista de personas influyentes del mundo de la revista Time y en la lista de las 100 personas espiritualmente influyentes de la revista Mind Body Spirit. Además de El secreto, Byrne ha escrito varios libros importantes, incluidos El poder, La magia y El héroe.
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¿Quién diríamos que somos?
Eso es fácil, podemos estar pensando. Somos una persona con un nombre, una edad, una etnia, una profesión y un conjunto particular de recuerdos. Pero, ¿y si nos enteramos de que no somos una persona en absoluto? ¿Qué pasa si lo que somos es algo diferente?
¿Qué pasa si nuestra identidad es una ilusión, una ilusión que está causando todo el dolor y sufrimiento en nuestra vida? Puede que no sintamos como si estuviéramos sufriendo. Si que nos enfadamos, ponemos ansiosos o nos estresemos. ¿Pero no todos experimentan esas cosas?
Según la autora, si experimentamos cualquier sentimiento negativo, estamos sufriendo. Pero no tiene por qué ser así: podemos vivir una vida constante; completa satisfacción Y todo comienza con darnos cuenta de quiénes somos. Aunque personalmente me parece una perspectiva que parece intentar evadirse de la realidad. Sin duda es posible controlar nuestras emociones hasta cierto punto, y aprender a aceptar las distintas situaciones, pero negar por completo que un suceso pueda haber generado una reacción se aleja incluso de lo que buscan los estoicos o las principales ramas del budismo.
Intentar aprender a controlar el dolor es importante, pero no solo porque nos puede ayudar a vivir una mayor satisfacción, sino también porque nos permite evitar los distintos sesgos cognitivos y errores que vienen asociados con dejarnos llevar por nuestras emociones.
Pero, sigamos con las ideas de la autora en este libro. Según ella, en este momento, es casi seguro que estamos teniendo una experiencia de ser una persona. Sentimos que tenemos un cuerpo. Sentimos que tenemos una mente. Pero estos sentimientos son ilusiones que enmascaran la verdad.
Comencemos con el cuerpo. Podemos pensar en ello como un vehículo, una cosa que usamos para movernos de un lugar a otro. Cuando estamos dentro de un auto, nunca decimos que somos el coche. Lo mismo es cierto para nuestro cuerpo: es un vehículo que transporta nuestro verdadero <<yo>>.
Nuestra mente tampoco es el verdadero yo, aunque a menudo puede parecer que lo es. Después de todo, tenemos una voz en nuestra cabeza que habla como si supiera todo sobre nosotros. Pero esa voz pertenece a nuestra mente, no a nosotros.
Siguiendo con la perspectiva budista y estoica de que no somos uno con nuestros pensamientos, la autora defiende que si no hay pensamientos, no hay mente, pero todavía estamos allí porque no somos ni un pensamiento ni un sentimiento. no somos una colección de rasgos de personalidad.
Nuestra personalidad cambia a lo largo de nuestra vida, gracias a lo que se conoce como neuroplasticidad. Y estas distintas versiones no pueden ser el verdadero <<yo>>; si lo fueran, un poco de nosotros desaparecería cada vez que nuestra personalidad cambiara.
¿Somos conscientes?
Sólo puede haber una respuesta a esta pregunta. Deberíamos ser conscientes porque si no lo fuéramos, no seríamos conscientes de la pregunta en sí. Y hemos sido conscientes, desde nuestra infancia hasta este momento.
Nuestra conciencia es lo único que permanece constante, incluso cuando nuestro cuerpo cambia, nuestra personalidad cambia y experimentamos nuevas sensaciones y emociones. Y ese es el mayor secreto.
Según la autora, nosotros, el <<yo>> real, somos la Conciencia misma. El verdadero yo es el que es consciente de todo lo demás que experimentamos. Para entender nuestra verdadera naturaleza, la Conciencia, la autora nos recomienda hacer un experimento mental rápido.
Imaginemos que no tenemos cuerpo. Imaginemos que no tenemos mente, nombre o historia de vida. Dejemos de lado cada pensamiento, memoria y creencia que tengamos. Según la autora, lo que queda despuesto de este proceso es tan solo Conciencia.
La conciencia tiene muchos nombres: conciencia, nuestra naturaleza. Todas estas son formas diferentes de hablar de lo mismo. La conciencia es la parte más interna de nosotros, la parte de nosotros que siente lo mismo, incluso a medida que envejecemos o cambia nuestro estado de ánimo.
La autora parece desarrollar el concepto budista de “disolución del ego”, que es un proceso por el cual dejamos de lado lo que sentimos, pensamos y nuestras reacciones, para darnos cuenta de que al final solo somos una parte más del todo. Con esto, nos referimos a que si dejamos de lado la ilusión de control, de que podemos controlar nuestro cuerpo o el mundo que nos rodea, nos daremos cuenta de que no somos más que una hoja más que flota en el río de la vida.
Según la autora, es amor puro y paz infinita, y la Conciencia es compartida por todos en el mundo. Solo hay una Conciencia, pero nuestra mente y nuestro cuerpo actúan como un embudo localizado para ella. Esto nos impide experimentar la totalidad de la Conciencia en un momento dado.
Existía mucho antes que nuestro cuerpo o nuestra mente. probablemente tememos a la muerte porque creemos, erróneamente, que cuando nuestro cuerpo muera, moriremos con él. En este caso, parece desarrollar la idea estoica de que hay una especie de “Reglas del universo” que hacen que todo suceda siguiendo una lógica, y que por lo tanto siempre somos parte de ese sistema, lo que pasa sucede porque esta “predestinado”. Y por eso no tiene sentido dejarnos llevar por emociones negativas cuando algo no sale como esperamos, ni estresarnos por querer controlar cómo sale algo.
Pero hay que tener cuidado con esta noción, porque un malentendido común es que esto sirve como excusa para no hacer nada, o no intentar esforzarnos. Pero esto es un error. En realidad, deberíamos tratarlo como una dicotomía, en la que debemos dejar de lado el miedo, la ansiedad y preocupación por que algo salga como esperamos, pero esforzarnos por conseguir el resultado deseado. Con esta dicotomía, podemos reducir el miedo al fracaso, y aumentar nuestras posibilidades de éxito.
Acceder al poder de la Conciencia no implica alcanzar o convertirse en nada. No podemos convertirnos en Conciencia, porque ya somos Conciencia. En cambio, necesitamos vivir sabiendo que somos Conciencia. Una vez que lo hagamos, nuestra mente, pensamientos y todo el tormento que conlleva se desvanecerá en el fondo. Dejaremos de experimentar sufrimiento, y estaremos un paso más cerca de la satisfacción.
Una nueva forma de entender las emociones
La visión típica de las emociones es que son como actos reflejos, algo que no podemos controlar. Esto nace del punto de vista clásico de cómo nacen las emociones y de cómo son algo espontáneo que ‘’nos acerca a quien somos de verdad’’, y que por lo tanto tienen un alto factor de irracionalidad.
Esta visión clásica ha sido adoptada por muchos pensadores a lo largo de la historia, desde Aristóteles, Buda, Darwin, Descartes y Freud, hasta pensadores modernos como Steven Pinker, Paul Ekman y el Dalai Lama. Esta visión pasiva de las emociones se enseña en los libros de texto de psicología y se refleja en cómo los medios las discuten.
Se cree que hay un conjunto de emociones que se pueden encontrar en toda la humanidad y que cada una de ellas tiene una propiedad o “esencia” subyacente. Este concepto se llama esencialismo. Asume que cada uno de nosotros no solo es igualmente emocionalmente expresivo, sino que también es capaz de reconocer automáticamente las mismas emociones en los demás.
Es como si el cerebro estuviera precableado con neuronas para emociones específicas. Una vez que se activan las neuronas, producen respuestas físicas. Y es a través de ellas que se identifican las emociones. Imagina que tenemos un compañero molesto. Activará “neuronas de la ira”, lo que en consecuencia hará que “nuestra sangre hierva”.
Se suelen explicar como algo con lo que nacemos, y que recibimos como resultado de nuestro desarrollo como Homo Sapiens, y que cada región de nuestro cerebro controla algún tipo de emoción, de forma que todos sentimos las cosas de la misma forma.
Esta es la visión más tradicional sobre el funcionamiento de las emociones, pero la realidad es diferente. Las emociones en realidad se pueden expresar de distintas formas y no hay una única forma de “sentir”.
Esta es la razón por la que tenemos tantas palabras para expresar sentimientos que son sutilmente diferentes. Existen porque realmente son emociones diferentes que dependen de quién seamos y de lo que hayamos experimentado. Cada emoción es única y depende del contexto
Además se ha visto que las emociones no se producen en regiones concretas del cerebro, sino que en realidad nacen del trabajo conjunto de múltiples regiones, regiones que pueden variar según nuestras experiencias. No hay una región concreta de “emoción universal”.
