
Resumen del libro Comer para sanar: La nueva ciencia para la prevención y curación de las enfermedades por William W. Li (Eat To Beat Disease )
Resumen corto: Eat To Beat Disease nos ayudará a estar más sanos y combatir las infecciones al identificar cómo los alimentos afectan nuestro sistema inmunológico y qué alimentos comer para aumentar nuestra resistencia contra las enfermedades.
Problemas de corazón, cáncer, diabetes y demencia. Todas estas enfermedades están aumentando en número cada año y el coste en vidas y atención médica para tratar este tipo de enfermedades es astronómico. Pero, ¿y si prevenir muchas de estas enfermedades pudiera ser tan simple como comer ciertos alimentos?
Lo creamos o no, nuestro cuerpo tiene un sistema sofisticado incorporado para combatir estas enfermedades y más, e incluso para prevenir el envejecimiento. La clave para desbloquear su potencial es comer los alimentos adecuados. Los estudios más recientes muestran los beneficios de muchos alimentos, desde nueces y bayas hasta queso y cacao,y cómo aprovecharlos puede ayudarnos a combatir el riesgo de ciertas enfermedades.
En su libro, Eat to Beat Disease: The New Science of How Our Body Can Heur Self Self, el Dr. William W. Li arroja luz sobre los mecanismos que nuestro cuerpo usa para luchar contra las enfermedades y antienvejecimiento y qué alimentos nos ayudan en esta batalla. Utilizando los hallazgos más recientes, demuestra que cuando se trata de nuestra salud, la comida es quizá nuestra mejor medicina.
¿Quién es William W. Li?
William W. Li es científico, médico y autor. Su trabajo con la Angiogenesis Foundation ha llevado al desarrollo de múltiples terapias y dispositivos médicos. A través de su trabajo, ha ayudado a más de 50 millones de personas en todo el mundo. Li también fue profesor en Harvard y la Universidad de Tufts, y nuestro charla TED “¿Podemos comer para matar de hambre al cáncer?” ha sido vista más de 11 millones de veces.
3 de las principales ideas del libro son:
- Cómo reducir nuestras probabilidades de cáncer
- Cómo sacarle partido a nuestra microbiota
- Cómo proteger nuestro ADN
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Cómo reducir nuestras probabilidades de cáncer
Nuestro cuerpo comete alrededor de 10,000 errores cada día, durante el proceso de división celular. Uno de los procesos que puede resultar en el crecimiento de tumores, es lo que se conoce como angiogénesis. La angiogénesis, es el proceso de creación de nuevos vasos sanguíneos, y suele servir para asegurar que todo nuestro cuerpo obtenga los nutrientes suficientes para seguir con su funcionamiento.
Debido a que este es uno de los temas en los que trabajé en mi primer laboratorio, desarrollare un poco el contexto sobre la importancia de la angiogénesis en la formación de tumores, pero en caso de que no esté interesado puede saltar los dos próximos párrafos.
El problema es que la angiogénesis puede producir problemas si no consigue darse cuando hace falta, o si se produce después de que se haya formado un tumor. En el primer paso, lo que pasa es que al no formarse suficientes vasos sanguíneos, puede haber células que se ven desprovistas de oxígeno, lo cual las fuerza a usar otras formas de conseguir energía, además de la conocida cadena de transporte de electrones. Uno de los métodos que usan en este caso, es la fermentación, un proceso por el cual rompen moléculas como la glucosa para producir energía. El problema con esto, es que este proceso no es tan eficiente como el típico, lo cual lleva a que se tenga que realizar mucho más para conseguir la energía necesaria, y además produce compuestos que acidifican el pH de la célula.
Se sabe que acidificar el pH de la célula es una de las formas en que se lleva a que las células aumenten su probabilidad de convertirse en células cancerígenas, aunque no conozco las teorías detrás de esto con suficiente profundidad para comentarlas.
La otra razón por la que la angiogénesis puede llevar a que se produzca “cáncer”, es que se sabe que ciertas células cancerígenas pueden producir las señales necesarias para aumentar el número de vasos, lo que en este caso les permite conseguir más alimento y con ello seguir proliferando. El resultado es que a la larga se extienden por todo el cuerpo.
Varios artículos muestran que hay alimentos que pueden ayudar a nuestro cuerpo con la angiogénesis y, por lo tanto, brindarnos protección adicional contra el cáncer.
La soja es uno de estos alimentos porque tiene un alto contenido de genisteína, una sustancia potente que bloquea el flujo sanguíneo a las células tumorales. Podemos obtener soja del tofu, salsa de soja, edamame o leche de soja. Las investigaciones muestran que los beneficios se pueden conseguir con consumir tan solo 10 gramos al día de productos de soya.
Otro alimento con un efecto similar, es el brócoli. El brócoli contiene brassinina y sulforafanos, dos cosas que ayudan a mantener una angiogénesis saludable para protegerse del cáncer. Los estudios han demostrado que comer brócoli puede reducir nuestras probabilidades de desarrollar tumores en hasta 59 por ciento en el caso del cáncer de próstata, un 33 por ciento menos de riesgo de cáncer de ovario y un 28 por ciento menos de riesgo de melanoma. El autor nos recomienda comer una o dos tazas de brócoli a la semana para recibir los beneficios para combatir el cáncer.
Cómo sacarle partido a nuestra microbiota
Las bacterias de nuestra flora bacteriana, nuestra microbiota, determinan cuánta energía podemos conseguir de los alimentos, al igual que cuanta tendencia tendremos a acabar con problemas de inflamación.
Los microbios forman una gran parte de nuestra masa corporal. Por cada célula, tenemos alrededor de 10 células microbianas. Y su efecto no se limita a nuestra masa, enfermedades o humor, sino que también son parte de nuestro genoma.
Se cree que al menos 500 de nuestros genes son de naturaleza microbiana, y es natural, porque son nuestros ancestros más antiguos. Se cree que todas las células del mundo nacieron de un mismo ancestro común.
Es más fácil diferenciar a las personas por su flora bacteriana, que por su genoma. Nuestra microbiota es algo tan característico de cada uno de nosotros, que si realmente queremos diferenciar entre individuos tan solo tenemos que estudiar sus bacterias y cómo se comportan. Esto ilustra lo equivocados que estamos cuando pensamos que todos los microbios son malos, y cuánto daño hacemos cuando usamos antibióticos sin pensar.
Por ejemplo, los bebés no pueden digerir algunos de los nutrientes de la leche como los oligosacáridos lácteos, y es únicamente gracias a la microbiota que consiguen de sus madres, que pueden conseguir energía de la leche materna. En concreto, se lo debemos agradecer al B. infantis. Nuestra microbiota, no solo nos ayuda tanto a procesar los alimentos, sino también a reducir la probabilidad de tener enfermedades.
Estas bacterias además producen neurotransmisores como la oxitocina y dopamina. A través del eje intestino-cerebro, estas bacterias se comunican con el cerebro y tienen un efecto en nuestro estado de ánimo. Tener ciertos tipos de bacterias en nuestro intestino puede reducir la ansiedad. Y otras bacterias producen metabolitos que ayudan a prevenir la diabetes.
Según el autor, si queremos sacar partido a estas bacterias, comer arándanos y beber zumo de granada estimula el crecimiento de la bacteria Akkermansia muciniphila, que ayuda a nuestro sistema inmune, combate la inflamación y nos protege de la obesidad.
Otro alimento para combatir la inflamación es el chucrut, un plato alemán de repollo fermentado. Se ha demostrado que estimula el crecimiento de células madre en los intestinos y previene la inflamación.
Por último, hay buenas noticias para los amantes del queso. Poner algo de queso Parmigiano-Reggiano sobre la pasta nos ayudará a sacar partido su contenido en Lactobacillus rhamnosus, que según los estudios disminuirá nuestro riesgo de cáncer, gastroenteritis y depresión posparto.
Cómo proteger nuestro ADN
Nuestra salud depende en gran parte de nuestro código genético, también conocido como nuestro ADN. Pero, como comentamos, nuestro ADN se daña continuamente a lo largo de nuestras vidas. Esto puede ser el resultado de una infección, inflamación, sustancias químicas tóxicas, contaminación, la luz ultravioleta del sol, e incluso por el oxígeno que respiramos. Afortunadamente, nuestro cuerpo tiene formas de defenderse y reparar este daño.
Lo hace escaneando el ADN dañado y reemplazándolo. Protege nuestro ADN con tapas terminales llamadas telómeros, que evitan que se deshilache, pero que a medida que envejecemos se acortan, por lo que mantener sano nuestro ADN requiere un trabajo adicional. Dos alimentos que han demostrado ayudar con esto son las nueces y las bayas.
En un estudio, los investigadores les dieron a los participantes 3 tazas de zumo de bayas todos los días. Después de una semana, mostraron un aumento del 66 por ciento en la capacidad de protegerse contra daño a su ADN en comparación con el control.
Otro estudio hizo que los participantes comieran 10 gramos de nueces todos los días. Después de un año, los telómeros de los participantes aumentaron en 8,5 unidades. Lo que hace que este cambio sea significativo es que, en promedio, los procesos de envejecimiento acortan nuestros telómeros en 15,4 unidades cada año, lo que significa que comer suficientes nueces básicamente puede reducir la velocidad de envejecimiento, a nivel de nuestros telómeros.
