Resumen del libro Blanco o negro Cómo vencer al cerebro y escapar del pensamiento binario por Kevin Dutton

Resumen del libro Blanco o negro Cómo vencer al cerebro y escapar del pensamiento binario por Kevin Dutton

Resumen corto: Black and White Thinking o en español Blanco o negro (2021) examina el irresistible impulso de nuestro cerebro a clasificar las cosas en categorías binarias: blanco y negro, bien y mal, amigo y enemigo. El instinto de categorizar es fuerte, la categorización nos ayudó a sobrevivir cuando nuestros ancestros vivían en las sabanas, cuando cada viaje al bosque era de vida o muerte. Pero hoy en día se ha convertido en un obstáculo. La vida es a menudo distintos tonos de gris, en lugar de blanco o negro, y son pocas las situaciones en las que necesitamos categorizar de tal forma. 

¿Quién es Kevin Dutton?

Kevin Dutton es un psicólogo británico que se especializa en el estudio de la psicopatía y la persuasión. Es investigador de la Universidad de Oxford y autor de The Wisdom of Psychopaths y Flipnosis: The Art of Split-Second Persuasion.

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Categorizar es parte de nosotros

Probablemente no recordemos la primera vez que empezamos a categorizar las cosas que nos rodean. Eso se debe a que la categorización es una habilidad que los humanos aprenden a una edad temprana. Muy temprano, de hecho. 

En 2005, la psicóloga del desarrollo Lisa Oakes enseñó imágenes de gatos a un grupo de bebés de cuatro meses. Los gatos se mostraron de dos en dos, y cada pareja estuvo en la pantalla durante 15 segundos. 

Primero, Oakes mostraba seis pares de gatos, y con el tiempo iba agregando una nueva imagen a cada par, un nuevo gato o un perro. El resultado fue que los bebés pasaban más tiempo mirando a los perros que a los nuevos gatos. 

La explicación de Oakes, es que los bebés vieron a los perros como una nueva categoría. Sus cerebros procesaban a los perros de forma diferente y los agregaban a una nueva agrupación. El autor menciona este estudio, para explicarnos que quizá nuestros cerebros están diseñados para categorizar. Quizá la evolución nos dio la capacidad de categorizar, cómo una forma de sobrevivir. 

Cuando nacemos, el mundo es un caos de sensaciones que puede ser difícil entender. Ahí es donde entra en juego la categorización. Las categorías nos ayudan a clasificar el desorden en “grupos coherentes”, más fáciles de entender. Imaginemos cómo sería la vida si no pudiéramos formar categorías. Digamos que entramos en el patio trasero de un amigo. Vemos un araña de jardín, pero somos incapaces de reconocer lo que es. Inmediatamente, comenzamos a preguntarnos qué es ese objeto. ¿Es peligroso? ¿Podría matarnos? Vivir así sería imposible. 

La categorización sigue siendo importante hoy en día, pero lo era aún más para nuestros  ancestros. Un susurro en los arbustos, una sombra en la pared, un chapoteo en el agua: cualquiera de estas cosas podría haber significado la muerte. Necesitábamos categorías que nos ayudaran a reconocer las amenazas hacia nuestra supervivencia. Y nuestro cerebro nos dio la diferencia binaria de respuesta de “fight or flight”, traducida como luchar o huir. 

A continuación, la evolución nos equipó con otras dos clasificaciones binarias importantes: la de nosotros contra ellos y la del bien contra el mal. Ambas estaban destinadas a aumentar la cohesión social, la primera nos llevó a favorecer a los de nuestro grupo, y la segunda nos permitió crear normas morales para estabilizar nuestra sociedad y facilitar la toma de decisiones en caso de conflictos. La categorización ayudó a nuestros ancestros ​​a sobrevivir, pero en el mundo moderno, con frecuencia nos lleva a cometer errores.

El tribalismo distorsiona nuestra percepción de la realidad

Si ha pasado algún tiempo en las redes sociales, probablemente haya notado el siguiente fenómeno: las personas evalúan la veracidad de una declaración que no se basa en pruebas, sino sobre si apoya o no los valores de su grupo en concreto. 

Hay un término que se refiere a esto: epistemología tribal. La epistemología tribal fue evidente a raíz del tiroteo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland. Después de los hechos, muchos políticos pidieron mayores medidas de control de armas. 

De estar en desacuerdo con esas propuestas, muchas personas de la derecha afirmaron que el tiroteo no sucedió. Argumentaron que los estudiantes traumatizados y los padres eran “actores de crisis” contratados para escenificar los hechos. 

El tribalismo no solo influye en cómo pensamos sobre el mundo. También altera cómo lo vemos.  El tribalismo distorsiona nuestra percepción de la realidad. El tema de la raza está lleno de áreas grises. A pesar de esto, las categorías raciales tienen una gran influencia en nosotros. 

En 2006, un grupo de investigadores realizó un estudio en el que los participantes jugaban a un videojuego. en el que los participantes veian fotografías de hombres armados y desarmados, algunos eran blancos, otros negros. 

Cada vez, los participantes tenían que tomar decisiones en una fracción de segundo sobre si disparar. Resultó que la raza tuvo un gran impacto en las respuestas de los participantes. Fueron más rápidos en decidir disparar a sospechosos negros armados que a blancos armados. Y fueron más rápidos en decidir no disparar contra personas blancas desarmadas sobre personas negras desarmadas. 

Los datos de las ondas cerebrales mostraron que los participantes estaban usando el instinto como la razón para hacer sus juicios. Las categorías en sus cerebros dictaban lo que veían, que a su vez dictaba cómo decidían. 

Los estereotipos culturales conducen a errores fatales de categorización. Pero, afortunadamente, hay una salida. Las supercategorías que anulan nuestra categorización habitual pueden ser una poderosa fuerza unificadora. 

La paradoja de Sorites

En filosofía, existe un problema famoso conocido como la paradoja de Sorites. Supongamos que aceptamos que dos afirmaciones son verdaderas. Primero, un grano de arena no constituye un montón. Y segundo, que un grano de arena adicional es muy poco para convertir un “no-montón” en un montón. Si seguimos esta lógica,  un grano de arena no forma un montón. Pero tampoco dos granos. Ni tres, ni cuatro, y así sucesivamente. ¿Cuándo se convierte un “no grupo de granos de arena” en un montón?

“La paradoja del montón (o la paradoja sorites, sorites (σωρείτης) en Griego significa «pila», «montón») es una paradoja que aparece cuando la gente utiliza el «sentido común» sobre conceptos vagos, preguntándose por ejemplo: ¿En qué momento un montón de arena deja de serlo cuando se van quitando granos?

Más específicamente, la paradoja se produce porque mientras el sentido común sugiere que los montones de arena tienen las siguientes propiedades, estas propiedades son inconsistentes:

  1. Dos o tres granos de arena no son un montón.
  2. Un millón de granos de arena juntos sí son un montón.
  3. Si n granos de arena no forman un montón, tampoco lo serán (n+1) granos.
  4. Si n granos de arena son un montón, también lo serán (n−1) granos.

Si se aplica la inducción matemática, se comprueba que la tercera propiedad junto con la primera implican que un millón de granos de arena no forman un montón, contradiciendo la segunda propiedad. De modo análogo, combinando la segunda y la cuarta propiedad se demuestra que dos o tres granos sí son un montón, contradiciendo la primera propiedad.

La contradicción se descubre examinando las propiedades anteriores. Las dos últimas expresan claramente la idea de que no hay una separación clara entre lo que es un montón y lo que no es un montón. Sin embargo, las cuatro juntas implican que un conjunto de granos de arena puede clasificarse sin ningún problema como “montón” o “no montón”.

Lo que muestra la paradoja es que estas dos ideas son contradictorias. Esto es, que una persona no puede afirmar, cuando está clasificando X:

  1. Que no hay un límite claro que separa las X que son Y de las X que no son Y
  2. Que cada una de las X se puede clasificar como Y o como no Y” (Definición de Wikipedia)

La idea que nos presenta esta paradoja se puede extrapolar a otros problemas. Solemos actuar de acuerdo a ideas y nociones que muchas veces tienen limites arbitrarios. Un ejemplo es el número de horas de trabajo al día, de media los trabajos suelen requerir 40 horas a la semana, pero este número no tiene ninguna base científica. Es una cifra que se empezó a utilizar como una de las reformas que buscaban los trabajadores durante las revoluciones del siglo XIX.

El número en sí, supuso una gran mejora para las condiciones de trabajadores de todo el mundo, y se puede encontrar como una de las peticiones desde las revueltas de Austria, Alemania y Francia en 1848, el año de las revoluciones, hasta la revolución rusa casi 50 años después. Pero quizá es una de esas cifras que ya no tiene mucho sentido en un mundo en el que la automatización nos permite hacer cada vez más en menos tiempo.

Los distintos estilos de categorización y el efecto de los sesgos cognitivos

¿Nos cuesta deshacernos de la basura, los recuerdos y los documentos que tenemos en casa? ¿Tendemos a guardar las cosas “por si acaso”? Si es así, nuestro comportamiento podría explicarse, en parte, por algo que los psicólogos denominan un estilo de categorización poco inclusivo.  

Creamos más categorías en nuestra cabeza, pero incluimos menos elementos dentro de cada categoría. Eso hace que todo parezca más único y más difícil de descartar. Esto suele estar asociado a tener una visión del mundo  más estructurada, y dividida en más categorías.

La desventaja de esto, aparte de que nos cueste tirar un cuaderno que ya no usamos, es que es más probable que nos dejemos llevar por estereotipos, y por lo tanto que caigamos sesgos cognitivos como el de disponibilidad, o el sesgo de confirmación. La diferencia en cómo procesamos información no suele ser a propósito.

El bias de confirmación, o sesgo de confirmación, hace que prioricemos información que pueda ayudar a lo que queremos lograr y lo que creemos, y a dar menos importancia a  información que no queremos tener en cuenta.

La heurística de disponibilidad, también conocida como bias o sesgo de disponibilidad, hace referencia a nuestra tendencia a usar la experiencia que tenemos como base para tomar decisiones rápidas, sin tener en cuenta la información del momento.

La esencia de este bias se basa en asumir que lo que hayamos experimentado y podamos recordar es más importante que lo que tenemos delante. De esta forma, observamos algún fenómeno y usamos la breve observación, hasta que recordemos algo que nos permita llegar a la información deseada, y sacamos conclusiones basadas en las experiencias que recordamos. 

En el polo opuesto, tenemos a las personas que categorizan de forma  laxa, lo que puede generar sus propios problemas. Las personas con este estilo de categorización definen categorías de forma amplia, con muchos elementos en cada una.  Sin importar en que categoría caigamos, el autor nos recomienda intentar equilibrar nuestras tendencias.

La clave está en el equilibrio. Necesitamos aprender a diferenciar cuándo mirar el panorama general y cuando centrarnos en los detalles. Las próximas ideas del libro introducen el concepto de feedback, meta-cognición, y cómo reducir el efecto de nuestros sesgos cognitivos.

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