
Resumen del libro Your Brain Is Always Listening Tame the Hidden Dragons That Control Your Happiness, Habits, and Hang-Ups por Daniel Amen
Reseña/Sinopsis: Your Brain Is Always Listening (2021) es una guía de autoayuda para lectores que buscan llevar una vida más feliz y saludable. Basándose en la amplia experiencia del Dr. Daniel Amen como psiquiatra, comparte consejos respaldados por la ciencia para eliminar nuestros malos hábitos y tendencias de autosabotaje.
¿Quién es Daniel Amen?
Autor más vendido del New York Times. Dos de sus libros más populares incluyen The Daniel Plan y Change Your Brain, Change Our Life.
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Todos tenemos traumas
Conoce a Jimmy, un rico ejecutivo. Desde el exterior, lo tiene todo: una posición envidiable, una esposa que le ama y una vida plena por delante. Pero Jimmy lucha contra la ansiedad todas las noches. Hace veintisiete años, su padre fue a la corte por un cargo de doble homicidio. A los 12 años, Jimmy hizo algo que ningún niño debería hacer: pronunció un discurso en la corte explicando por qué su padre no debería recibir la pena de muerte.
Al testificar frente al juez tuvo que luchar con una serie de pensamientos negativos. ¿Diré algo incorrecto? ¿Qué pasa si no puedo convencer al jurado de que mi padre debe vivir? ¿Seré responsable de matar a mi propio padre?
Este evento traumático tuvo un gran efecto en Jimmy. Desde ese día en adelante, luchó contra un miedo grave a hablar en público. Cualquier situación que implicara hablar delante de una multitud, le paralizaba. Naturalmente, Jimmy trata de evitar hablar en público a toda costa.
Muchos de nosotros sufrimos problemas emocionales. Algunos tenemos miedos irracionales, hábitos destructivos o estamos atrapados en relaciones poco saludables. Cuando nos enfrentamos a problemas como estos, podemos creer que tenemos la culpa, que somos la causa de nuestra agitación emocional.
Pero este comportamiento también puede tener otras causas, en concreto, el doctor Wolynn defiende que suelen ser el resultado de algún trauma que hemos experimentado, ya sea directa o indirectamente, a través de nuestra familia.
Los eventos traumáticos, como una separación temprana de una madre o un acto de violencia, pueden tener un impacto profundo. Estos sucesos no solo causan miedo, sino que también pueden alterar nuestro comportamiento. Si una persona no puede resolver los síntomas del trauma, solo los acaba escondiendo, lo que a corto plazo puede funcionar, pero a la larga puede convertirse en un gran problema.
Peor aún, si no tenemos cuidado y limpiamos nuestro propio trastero, podemos acabar transmitiendo nuestros problemas a nuestros hijos, y estos a los suyos. Algunos ejemplos de a lo que se refiere el autor con esto, sería experimentar sentimientos y comportamientos recurrentes que no están relacionados con ningún evento específico en nuestras vidas.
Uno de los pacientes del autor, por ejemplo, estaba aterrorizado de morir. Tenía claustrofobia y le preocupaba quedar atrapada en una situación de vida o muerte. “No puedo respirar, no puedo salir; me voy a morir”, dijo sobre la sensación. La paciente estaba reaccionando a la experiencia de su madre y parientes, quienes más tarde supo que fueron asesinados en una cámara de gas durante la Segunda Guerra Mundial
El concepto de ansiedad
El concepto de ansiedad existe desde hace siglos. La palabra se origina en una antigua palabra griega, que significa “agobiado” o “atribulado”. Hay referencias a él en todo el Nuevo Testamento, que describe a pecadores ansiosos que esperan que la ira de Dios llueva sobre ellos.
En 1844, el teólogo danés Kierkegaard publicó El concepto de ansiedad, donde argumentó que la ansiedad es una consecuencia de la capacidad humana para tomar decisiones; demuestra que somos conscientes del poder y la responsabilidad de la libre elección.
La ansiedad se veía como una parte esencial del ser, como una emoción normal e incluso necesaria. Pero a principios del siglo XX, Sigmund Freud argumentó que la ansiedad es fundamental para una serie de trastornos psicopatológicos y es una señal de que hemos estado tratando de reprimir el trauma y los recuerdos desagradables.
Debido a que no estamos lidiando activamente con estos problemas, se vuelven tóxicos. Los métodos psicoanalíticos de Freud implicaban tratar de encontrar la causa subyacente de la ansiedad. Creía que si se solucionaba el trauma reprimido, la ansiedad desaparecería. Pasó de ser una parte normal del ser humano a convertirse en una señal de que algo andaba mal y necesitaba ser arreglado.
La idea de ansiedad de Freud se hizo especialmente popular después de la Segunda Guerra Mundial. En 1947, el poeta W. H. Auden publicó su famoso libro The Age of Anxiety, acuñando un eslogan que ha sido utilizado generosamente por todas las generaciones desde entonces. Cineastas como Alfred Hitchcock y Woody Allen comenzaron a presentar personajes ansiosos en sus películas, mientras que los Rolling Stones comenzaron a escribir canciones sobre amas de casa que usaban Valium.
El trauma afecta a la población en general mucho más de lo que pensábamos
En 1982, en el Centro de Salud Mental de Massachusetts, un hospital donde Harvard prepara a los futuros médicos, sus nuevos pacientes ya no eran veteranos de guerra. Eran personas a las que diagnosticaron depresión, ansiedad, trastorno bipolar y otros trastornos.
En 1995, se realizó un gran estudio de más de 17.000 personas para recopilar datos sobre los efectos de las experiencias adversas durante la niñez. Esto ahora se conoce como el ACE study abreviado. Se considera influyente en el mundo de la psiquiatría. El estudio ACE encontró que exite un alto porcentaje de personas atraviesan experiencias infantiles traumatizantes.
La investigación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades ha demostrado que uno de cada cinco estadounidenses fue abusado sexualmente de niño. Uno de cada cuatro fue golpeado por un padre hasta el punto de dejar una marca en su cuerpo. Y una de cada tres parejas se involucra en violencia física. Una cuarta parte de nosotros crecimos con familiares alcohólicos, y uno de cada ocho fue testigo de cómo golpeaban a su madre.
El estudio ACE encontró que cuantas más experiencias adversas durante la infancia tenía alguien, mayor era su riesgo de problemas de atención, depresión crónica, abuso de alcohol e intentos de suicidio.
Por ejemplo, las personas que tuvieron al menos cuatro experiencias adversas en la infancia tenían siete veces más probabilidades de decir que eran alcohólicas, en comparación con las personas sin ninguna experiencia. Encontraron una correlación entre tener estas experiencias adversas en la niñez y luego tener problemas económicos y estar involucrado en violencia doméstica o sexual.
