
Resumen del libro The Science of Intelligent Achievement How Smart People Focus, Create and Grow Their Way to Success por Isaiah Hankel
Reseña/Sinópsis: The Science of Intelligent Achievement (2018) explica cómo volvernos más productivos y creativos, para que alcancemos las metas que nos hemos propuesto. El libro nos explica cómo pensar de forma efectiva y rodearnos de las personas adecuadas para mantener nuestra motivación.
¿Quién es Isaiah Hankel?
Isaiah Hankel tiene un doctorado en biología y talento para entrenar personas en las áreas de concentración mental y psicología del comportamiento. También es un autor de éxito en estos campos y colaborador de publicaciones como The Guardian y Entrepreneur Magazine. Su libro anterior, Black Hole Focus (2014), fue un bestseller internacional en el género de libros de negocios.
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El poder del no
Si pasamos nuestros días interactuando con un ordenador, es muy probable que nos hayamos encontrado con esos momentos en los que nos sentimos empanados, mirando la pantalla de nuestro ordenador, sin poder pensar. Esto nos suele pasar cuando llevamos varias horas seguidas trabajando o cuando quedan pocas horas para acabar nuestra jornada de trabajo.
Aunque es imposible que nunca nos sintamos algo cansados, lo que si que podemos hacer es reducir la velocidad a la que nos pasa. La clave para evitar este tipo de agotamiento es tener fuerza de voluntad, o como lo llama el autor energía mental, ya que es la que nos permite estar entusiasmados y disfrutar de lo que pasa en nuestra vida profesional y personal. Pero aunque puede ser importante, la energía mental también es escasa y se agota
Según un estudio de 2007 en Harvard Business Review, la mayoría disfruta de solo dos horas diarias de concentración mental máxima, junto con cinco horas adicionales de concentración mental elevada. En todos los demás momentos, es muy probable que nuestra concentración sea pobre.
Un estudio de 2012 realizado por el investigador médico Taeko Sagai sugiere que quizá la mejor forma de reducir la velocidad a la que nos cansamos es dormir lo suficiente. Pero dormir tiene sus limites, es poco probable que podamos echarnos una siesta cuando queramos, y ahí es donde entra en juego el Enfoque Selectivo o Concentración Selectiva.
El Enfoque Selectivo se trata de elegir cuidadosamente cómo gastamos nuestra energía, y la primera regla es aprender a decir no a ciertas cosas que compiten por nuestra atención. No podemos dar nuestro tiempo y energía a todo el mundo.
Decir que no no es fácil ni natural. Muchos de nosotros hemos aprendido de pequeños a decir sí a cualquier cosa que nos pidieran nuestros padres o nuestros maestros. Pero ahora que somos adultos, hay recompensas por decir que no. A través del análisis de más de 80 estudios que analizaron los beneficios de decir no de forma selectiva, el psicólogo Martin Hagger encontró información concluyente de que no solo ayuda a las personas a evitar actividades inútiles e improductivas, sino que también les ayuda a lograr sus objetivos de forma eficiente.
¿Qué hace falta para ser un experto?
Si estamos interesados en mejorar una nueva habilidad, es posible que hayamos escuchado que requiere alrededor de 10,000 horas de práctica. Esto puede ser cierto, pero no podemos acumular una hora consecutiva de práctica tras otra y esperar cosechar las recompensas.
En 1993, el psicólogo K. Anders Ericsson descubrió que el número de horas de práctica deliberada es la diferencia entre el logro promedio y el logro excepcional. Ericsson descubrió que, aunque los triunfadores promedio trabajaban más horas en general, su práctica no suele tener suficiente feedback o metacognición.
Los expertos, en cambio, se centran en trabajar en periodos cortos pero de alta intensidad seguidos por sesiones de feedback. Esto suele llevar de media tres horas y media de práctica al día, pero es más efectivo que el valor de un día entero de hacer por hacer.
Uno de los principales problemas para mejorar no suele ser la motivación, sino las distracciones que no nos permiten concentrarnos. Actividades como revisar el correo electrónico o ordenar nuestro escritorio pueden desencadenar una liberación de dopamina que hace que estas tareas poco importantes parezcan más gratificantes que las que están alineadas con nuestros objetivos a largo plazo. Aunque las actividades pueden hacernos sentir que nos “mantenemos ocupados”, pueden ser contraproducentes si se supone que debemos preparar nuestro plan de negocios para la próxima reunión.
¿Cómo podemos aprender más en menos tiempo?
Durante muchos años, se asumió que la capacidad de aprendizaje estaba determinada únicamente por la inteligencia innata. Sin embargo, los expertos han empezado a demostrar que no es así. Podemos mejorar nuestro aprendizaje con algunas estrategias y herramientas simples.
El descubrimiento más importante es que al implementar estrategias de aprendizaje, podemos mejorar significativamente nuestros resultados. Anastasia Kitsantas realizó un experimento en una escuela para niñas en la década de 1980. Dividió a las niñas en tres grupos y les enseñó a jugar a los dardos. A los miembros del “Team Performance” se les dijo que ganarían al dar en el blanco; a los del “Método de aprendizaje en equipo” se les enseñaron técnicas de lanzamiento, como mantener los brazos cerca del cuerpo; y a las chicas del “Equipo de Sabiduría Convencional” se les dijo que hicieran lo mejor que pudieran.
Al final, el equipo al que se le ofreció un Método de aprendizaje superó con creces los resultados de los otros. La autoevaluación es otra herramienta de aprendizaje útil. Esta estrategia de aprendizaje implica recordar y probarnos a nosotros mismos en lo que “Hemos aprendido regularmente”. Es un método para asimilar nuevas ideas en nuestra memoria a largo plazo.
Los estudios han demostrado que las autoevaluaciones son mucho más efectivas que otras estrategias de aprendizaje. Esto se demostró en un estudio de 2006 realizado por la Universidad de Washington. Dos grupos de participantes recibieron un texto de los investigadores Jeffrey Karpicke y Henry Roediger.
El primer grupo lo leyó cuatro veces. El segundo grupo lo leyó sólo una vez, pero practicó recordarlo tres veces: Cuando Karpicke y Roediger evaluaron cuanto del texto recordaban unos días más tarde, descubrieron que el grupo que se había autoevaluado recordaba bastante más. Esto tiene que ver con lo que se conoce como metacognición.
