
Resumen del libro The Procrastination Cure 21 Proven Tactics For Conquering Your Inner Procrastinator, Mastering Your Time, And Boosting Your Productivity! por Damon Zahariades
Reseña/Sinópsis: The Procrastination Cure (2017) es un recurso importante para cualquier persona propensa a la procrastinación. Comenzando con una guía accesible sobre las causas subyacentes que contribuyen a la procrastinación, el libro ofrece estrategias comprobadas para superar la necesidad de procrastinar, aumentar la productividad y trabajar de forma óptima para alcanzar metas personales y profesionales.
¿Quién es Damon Zahariades?
Damon Zahariades es el experto en productividad detrás del popular página web ArtOfProductivity y autor de innumerables libros. que abordan temas de productividad, motivación, procrastinación y gestión del tiempo.
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El miedo al fracaso y la procrastinación
Imagina que tenemos que dar una gran presentación dentro de una semana y nos encontramos con una tarde libre. Tiene sentido dedicar este tiempo a nuestra presentación. Nuestro yo futuro nos lo agradecerá, pero nuestro «yo» del presente no suele estar de acuerdo. Nuestro yo presente y nuestro «yo» futuro quieren gratificación. Pero no suelen quererla de la misma forma.
Nuestro yo actual quiere gratificación instantánea sin considerar los beneficios o el coste a largo plazo. Nuestro futuro yo quiere una gratificación a largo plazo y prioriza completar tareas que le brindan satisfacción personal y éxito profesional, incluso si esas tareas no son tan atractivas como ver nuestro programa de televisión favorito en este momento.
En lo que respecta a cumplir nuestras metas y sueños, la segunda opción es la que más nos beneficiaría, pero por desgracia todos sabemos que las series de Netflix y las redes sociales suelen acabar ganando. Pero entonces, ¿Cómo persuadimos a nuestro «yo» presente para que actúe en interés de nuestro «yo» futuro?
Primero necesitamos entender por qué procrastinamos. No tiene sentido “esconder” un hábito de procrastinación crónica con trucos de productividad si no entendemos por qué procrastinamos. Una de las razones por las que abandonamos las tareas es porque el miedo al fracaso nos hace rendirnos, incluso antes de empezar. si no lo hacemos, no podemos cometer errores.
Para abordar esto, recordemos que el fracaso no es un defecto de carácter. Si sufrimos de perfeccionismo, podríamos encontrarnos posponiendo cada vez que sentimos que nuestros esfuerzos darán como resultado un resultado no perfecto. En ese caso, preguntarnos por qué necesitamos alcanzar la perfección, y si no lograrla sería el desastre que imaginamos. Reformular el fracaso como una oportunidad para aprender puede reducir nuestro miedo y con ello la probabilidad de procrastinar.
A veces, la ansiedad en torno a la toma de decisiones y el temor de que podamos tomar la decisión equivocada pueden conducir a la procrastinación. Pero la mayoría de las tareas, incluso las básicas, requieren que tomemos decisiones. Por ejemplo, si estamos limpiando nuestra casa, podríamos preguntarnos si es mejor empezar con la ropa o fregar el suelo. Si pasamos tiempo preocupándonos por decisiones como estas, podríamos perder el impulso que necesitamos para completar la tarea. Para evitar esto, primero reconozcamos que cualquier decisión es mejor que ninguna decisión y aceptemos que podríamos tomar la decisión equivocada.
¿Hay alguna tarea en nuestra lista de tareas pendientes que nos llene de pavor?
Tal vez sea enviar un correo electrónico incómodo o completar un formulario complicado. No importa lo que sea, tareas como estas consumen menos tiempo y son menos dolorosas de lo que imaginamos. El truco es empezar.
Si empezamos nuestro día, el momento en el que tenemos más disciplina, haciendo las tareas que menos nos apetecen, el resto del día será mucho más sencillo y tendremos menos probabilidades de procrastinar.
Otra técnica para ganar impulso con una tarea que no tenemos muchas ganas es simplemente centrarnos en los primeros diez minutos, por ejemplo, si nos hemos prometido que iremos al gimnasio, podemos prometernos que iremos solo diez minutos y si no queremos seguir podemos irnos. Al hacernos esta promesa será mucho más fácil que demos el primer paso, y una vez que hemos dado el primer paso será mucho más difícil que lo dejemos a medias.
Esta técnica se puede aplicar a cualquier tarea ¿Necesitamos limpiar el baño? Empecemos con diez minutos fregando el fregadero. ¿Se acerca una gran presentación? Tomémonos diez minutos para redactar nuestra primera diapositiva. Con esos primeros diez minutos fuera del camino, nos resulta más fácil seguir adelante.
La segunda técnica es aún más simple: empecemos las tareas cuando sepamos que tendremos la energía para realizarlas. Si somos una persona madrugadora, por ejemplo, programemos las tareas importantes para las primeras horas cuando nos resulte más fácil. Sin embargo, si nuestra productividad alcanza su punto máximo por la noche, no tiene sentido empezar un proyecto importante por la mañana. Será mucho menos probable que lo pospongamos si lo trasladamos a la noche, cuando nos sentimos frescos.
Hemos aprendido a procrastinar, así que ahora debemos ‘’desaprenderlo’’
La escuela requiere que aprendamos una gran diversidad de cosas, pero el hecho de que las clases tengan tantas personas y que la velocidad y estilo de aprendizaje de los alumnos pueda ser tan diferente como para que ninguno vaya a la misma velocidad, hace que crezcan sentimientos de irritación y que muchos acaben por dejar de estudiar o pierdan el interés
Que no puedan entender las lecciones o que vayan demasiado lento, hace que los estudiantes opten por hacer otras cosas con su tiempo, y muchas veces estas cosas son las redes sociales o juegos, pasatiempos que nos dan subidones de dopamina instantáneos
Esto junto a otros elementos que nos comenta el autor:
- Que las escuelas nos enseñan que el trabajo no tiene porque ser divertido y que tenemos que hacer las cosas cuando nos las piden, en lugar de disfrutarlas
- Que hacer lo justo ya nos puede dar el visto bueno, incluso sin entender lo que estamos haciendo realmente
- Que siempre existe una respuesta correcta y que arriesgarse a contentar y experimentar esta mal
La realidad es que nadie es vago, es tan solo que hemos pedido la capacidad de disfrutar aquello que tiene recompensas a largo plazo porque el sistema educativo no ha cumplido con nuestras necesidades
De forma, que si somos capaces de desaprender nuestra forma de lidiar con el trabajo, podemos aprender a disfrutarlo mucho más, acercarnos al proceso de flow o fluir y gracias a ello ser más efectivos
