
Resumen del libro The Distracted Mind Ancient Brains in a High-Tech World por Adam Gazzaley y Larry D. Rosen
Reseña/Sinópsis: The Distracted Mind (2016) explica las estructuras básicas del cerebro y cuestiona cuán bien puede funcionar en un mundo repleto de dispositivos de alta tecnología y distracciones constantes. Basándose en los estudios más recientes en neurociencia, ofrece soluciones prácticas sobre cómo resistir todas estas distracciones y retomar el control de nuestra mente.
¿Quién es Adam Gazzaley?
Adam Gazzaley es un profesor estadounidense e investigador de la Universidad de California, San Francisco. También es el fundador de Neuroscape, un centro de neurociencia dedicado a la comprensión y optimización de las funciones del cerebro humano.
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¿Quién es Larry D. Rosen?
Larry D. Rosen es un investigador estadounidense y profesor emérito de psicología en la Universidad Estatal de California. Es autor de Me, MySpace, and I (2012) e IDisorder (2007). También es uno de los principales conferenciantes y un expertos en el efecto de la tecnología en la vida humana y la psicología.
Nuestro cerebro y la tecnología
El cerebro humano es una de las maravillas del universo. Con él, podemos lograr hazañas increíbles, desde resolver complicados problemas matemáticos hasta aprender idiomas y diseñar coches y arte. Es uno de los sistemas más complejos del universo conocido.
Es esta complejidad la que nos ayuda a establecer objetivos y realizar un número incalculable de tareas. Desde cotillear con amigos hasta presentar proyectos en el trabajo, nuestro cerebro está equipado con habilidades de toma de decisiones, planificación y evaluación. También se conocen como funciones ejecutivas.
Otra facultad del cerebro es realizar tareas, que se conoce como control cognitivo. Dentro de este subgrupo encontramos las habilidades cognitivas como la atención, la gestión de objetivos y la memoria de trabajo, o working memory.
Cuando estamos pensando en algo, se encuentra en lo que se conoce como working memory, o memoria de trabajo, y esta apenas es capaz de mantener unas pocas ideas o conceptos en cada momento. Lo que significa que intentar trabajar con más no solo nos abruma, sino que además es ineficiente. Si no tuviéramos control cognitivo, no habría forma de tomar decisiones conscientes que informen y tengan un impacto en nuestras vidas. Responderíamos irreflexiva y mecánicamente al mundo que nos rodea.
Imaginemos que estamos deambulando por los pasillos de nuestro supermercado local porque necesitamos alimentos y bebidas para los amigos que vendrán esa noche. Si perdiéramos todo el control cognitivo, nuestra capacidad de prestar atención y recordar ese objetivo se desvanecería, y acabariamos caminando por los pasillos sin rumbo fijo.
Hoy en día, nuestro control cognitivo está bajo más estrés y tensión que antes, y cada vez nos cuesta más mantener la concentración durante largos periodos de tiempo. Esto tiene que ver con la complejidad y la naturaleza complicada del cerebro. Nuestro cerebro puede responder a distintas situaciones con una gran adaptabilidad, pero el avance tecnológico ha sido demasiado rápido y esto podría acabar causándonos problemas a la larga.
Un mundo de distracciones
Aunque no podemos responsabilizar por completo a los teléfonos o a las pantallas de TV de distraernos, está claro que la tecnología moderna ha ejercido una presión considerable sobre nuestro control cognitivo. Además, las tecnologías modernas explotan la susceptibilidad intrínseca de nuestro cerebro a las interferencias. Impiden nuestro rendimiento y nos desvían de nuestras metas.
Conocemos la sensación de saber que no deberíamos, porque estamos en una reunión importante, y aun así no poder evitar mirar nuestro teléfono. O desconectamos en la mesa de la cena porque no podemos dejar de mirar el televisor de al lado.
La solución obvia podría ser alejarnos de las televisiones de los cafés e Internet cuando tenemos un objetivo que queremos lograr. Pero esto no soluciona el problema, simplemente encontraremos otras cosas para distraernos. La verdad es que nos dejamos distraer porque estas interferencias son una faceta básica de lo que es ser humano.
Nuestros cerebros estan hecho para buscar formas de mantenernos con vida y transmitir nuestros genes. En el pasado, esto significaba buscar comida o tener sexo, porque estas actividades no solo estaban ligadas con nuestra supervivencia sino que además nos permiten obtener chutes de dopamina. Pero hoy en día la información y la distracción de las redes sociales parecen haber suplantado el papel de estos estímulos.
Los hábitos son patrones de comportamiento que repetimos una y otra vez sin pensar. Todos tenemos innumerables hábitos, porque ayudan a simplificar nuestras vidas. Cuando hablamos de hábitos puede ser algo tan típico como cepillarnos los dientes, seguramente no pensamos en que diente cepillar después cuando lo hacemos, preparar café por la mañana, navegar por las redes sociales, etc.
En el libro Hábitos Atómicos, el autor James Clear explica que los hábitos son básicamente atajos mentales. Por ejemplo, imaginemos que un día nos sentimos estresados, fumamos un cigarrillo y nos sentimos mejor. Como resultado, nuestra mente aprende que fumar es una solución para sentirse estresado. Entonces, en el futuro, es más probable que repitamos este comportamiento como un atajo para sentirnos mejor.
Una aplicación o página web puede convertirse en parte de nuestros hábitos, cuando brinda una solución de fiar o un atajo a un problema. Por ejemplo:
- Cuando nos aburrimos, podemos ir a Youtube o las noticias.
- Cuando nos sentimos inseguros, podemos acudir a Google.
- Cuando tengamos que ir a algún sitio, podemos abrir una aplicación de transporte.
La era de la información y sus desventajas
Hoy en día, sufrimos de un exceso de información. La mayoría de nosotros estamos inundados con información irrelevante de la mañana a la noche, ya sea un flujo de mensajes o un suministro de noticias interminable. Cuando sometemos nuestras mentes a esta avalancha de información, en realidad evitamos que funcionen a plena capacidad.
Esto se debe a varias razones. Una es que nuestras mentes requieren nutrición de la misma forma que nuestros cuerpos: cuando saltamos de una pantalla a la siguiente, hojeando información y sin darle el tiempo a concentrarse, estamos reduciendo nuestra capacidad para procesar información.
Evitamos consumir cualquier cosa sustancial manteniendo las cosas superficiales, y esto, puede debilitar nuestra mente. Nuestra mente aprende a esperar subidones constantes de dopamina lo que hace que sea más difícil que estemos dispuestos a dedicar largos periodos de tiempo a tareas que no dan recompensas instantáneas. El problema, es que casi todo lo que necesitamos para nuestros trabajos entra dentro de esta categoría.
Glenn Wilson, profesor de psicología en el Gresham College de Londres, estima que el multitasking reduce diez puntos nuestro coeficiente intelectual. Afirma que cuando intentamos realizar varias tareas a la vez, nuestras capacidades cognitivas sufren más que cuando fumamos marihuana.
