Resumen del libro Smarter The New Science of Building Brain Power por Dan Hurley

Resumen del libro Smarter The New Science of Building Brain Power por Dan Hurley

Resumen corto: Smarter cuestiona nuestra comprensión de la inteligencia en esta nueva era de juegos de entrenamiento cerebral. Hay buenas y malas noticias. La buena noticia es que muchos científicos creen que nuestros esfuerzos por mejorar nuestra inteligencia darán sus frutos. La mala noticia es que no sabemos como hacerlo. La inteligencia es como un músculo en muchos sentidos, hace falta entrenarlo para desarrollar sus habilidades. Pero sabemos demasiado poco sobre la inteligencia como para saber que hace falta exactamente para mejorarla. 

¿Quién es Dan Hurley?

Dan Hurley es un periodista científico galardonado. Ha escrito casi veinticuatro artículos para la revista New York Times desde 2005.

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La inteligencia es un poco como el amor: “entendemos” lo que es cuando alguien nos dice la palabra, pero no sabríamos definirlo. 

La investigación en psicología ha propuesto dos categorías generales de inteligencia. En 1971, el psicólogo Raymond Cattell acuñó los términos inteligencia fluida e inteligencia cristalizada, diferenciando entre las dos formas en que pensamos.

La inteligencia fluida es nuestra capacidad para pensar lógicamente y resolver problemas nuevos. Este tipo de pensamiento sustenta el acto de razonar. Nos permite ver patrones y resolver cosas que no nos han enseñado explícitamente.

La inteligencia cristalizada, por otro lado, es el almacén de información o conocimientos prácticos que acumulamos a lo largo de nuestro vidas.La inteligencia cristalizada nos ayuda con muchas cosas, desde responder esas preguntas de conocimiento general, hasta asegurarnos de recordar cómo conducir. Se basa en ofrecernos estructuras discretas, es decir con limites definidos, que podemos usar para resolver situaciones específicas.

Podemos pensar en la inteligencia fluida como un río, puede avanzar sin importar cómo cambie el terreno, y en la inteligencia cristalizada como una caja de herramientas, solo sirve si tenemos la herramienta adecuada, y cada herramienta tiene varios usos.

Si bien nuestra inteligencia cristalizada crece constantemente, los científicos pensaban que la inteligencia fluida era inmutable. Se creía que la inteligencia fluida alcanzó su punto máximo en la edad adulta temprana, alrededor de la época en que podríamos ir a la universidad. 

Un pico a esa edad explica por qué el trabajo influyente realizado por matemáticos, músicos y físicos se produce a los veinte años, y se ralentiza rápidamente después de eso. Aunque esta explicación no tiene en cuenta como a medida que nos hacemos mayores aumenta el tiempo que tenemos que dedicar a burocracia y se reduce el tiempo que tenemos para explorar ideas.

Además, la inteligencia fluida está estrechamente relacionada con la estructura física de nuestro cerebro. Nueva evidencia sugiere que la inteligencia fluida se puede seguir desarrollando.

¿Cuál es la verdadera medida de la inteligencia? 

¿Pruebas de coeficiente intelectual? ¿Escáneres cerebrales? Ambos son contendientes, pero ninguno es perfecto.

Medir la inteligencia fluida es un desafío porque no hay forma de observarlo directamente. Es por eso que los psicólogos lo llaman un constructo: una idea conceptual que no podemos observar directamente pero que, sin embargo, podemos intentar medir. La materia oscura es otro ejemplo de construcción: los físicos usan ecuaciones complejas para medirla, pero no la han observado.

Las pruebas tradicionales de inteligencia o coeficiente intelectual ejecutadas por psicólogos utilizan análisis de variables latentes, mediante el cual se analizan múltiples medidas indirectas; el grado en que las mediciones se solapamiento entre las distintas medidas se traduce en los resultados de la prueba de CI. De esta manera, haríamos múltiples preguntas sobre matemáticas, por ejemplo, y luego analizaríamos las correlaciones entre cómo respondió el examinado. Si bien las pruebas de coeficiente intelectual proporcionan alguna indicación de inteligencia, esta lejos de ser una medida real de la inteligencia. Los escáneres cerebrales, por otro lado, podrían proporcionar mediciones más directas.

Una técnica llamada resonancia magnética funcional  puede ayudarnos a observar la inteligencia fluida en acción. La resonancia magnética funcional mide la actividad cerebral mostrando el flujo sanguíneo a las regiones del cerebro. Más flujo sanguíneo equivale a más actividad. Más actividad significa más activación neuronal. Esto, en cierto modo, podría estar relacionado con la inteligencia.

Los estudios muestran que el 6,7 por ciento de la inteligencia fluida está determinada por la cantidad de neuronas, o materia gris, en el cerebro. Otro 5 por ciento se refleja en el tamaño de la corteza prefrontal lateral izquierda. Esta área está muy activa durante las pruebas de la llamada working memory, o memoria de trabajo.

La memoria de trabajo es la forma en que manipulamos lo que se nos pide que recordemos, a diferencia de la memoria a corto plazo. Si bien la memoria a corto plazo tiene poco que ver con la inteligencia, la memoria de trabajo es el proceso que los nuevos juegos mentales pretenden mejorar. Este tipo de “memoria” hace referencia a cuantos conceptos o ideas podemos manejar a la vez, asi como nuestra velocidad de procesamiento en el momento.

Imagínese si todo lo que tuviéramos que hacer para ser más inteligentes fuera jugar un juego, como Angry Birds. Eso es lo que dicen que ofrecen ciertos juegos como el de Lumosity.

Lumosity fue cofundada por Michael Scanlon en 2007 durante su doctorado en neurociencia en Stanford. En abril de 2013, ya había crecido a 40 millones de miembros. Al convertir las tareas cognitivas diseñadas por el psicólogo en divertidos juegos de ordenador, Lumosity se convirtió en un éxito.

Uno de estos juegos se llama N-Back y está diseñado para desarrollar nuestra memoria de trabajo. La N se refiere al número de lugares atrás que tenemos que recordar cuando los elementos de una secuencia coinciden. En 2008 se demostro en un estudio que las tareas de N-Back, después de tan solo cuatro semanas, aumentaron los puntajes de los participantes y las pruebas de inteligencia fluida en un 40 por ciento.

Juegos de entrenamiento similares han mejorado la capacidad de atención de los niños que padecen TDAH. Y estas tareas no son los únicos enfoques probados para mejorar la capacidad cognitiva.

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