
Resumen del libro Piensa como un emperador romano/ How to Think Like a Roman Emperor por Donal Robertson (2020)
Resúmen corto/Sinópsis: Siguiendo la vida y los escritos de Marco Aurelio, Piensa como un emperador romano (2020) explora los principios que forman la base del estoicismo. En el libro el autor se centra en Marco Aurelio, el emperador filósofo que mantuvo al imperio romano a flote en mitad de sus peores momentos. Muchos creen que la fortaleza de Marco Aurelio viene de vivir de acuerdo a la filosofía estoica, y el objetivo de este libro es darnos las herramientas para hacer lo mismo.
¿Quién es Donal Robertson?
Donald Robertson es un escritor, coach, terapeuta especializado en cognitive behavioral theory (CBT), fundador del blog donaldrobertson.name y un aclamado speaker a nivel internacional. Donald se especializa en la intersección de la psicoterapia moderna, en concreto en la terapia cognitivo conductual (TCC), y la filosofía clásica griega y el estoicismo. Su trabajo se centra en la enseñanza de estrategias basadas en psicología para sacar partido a como funciona nuestra mente.
Donald Robertson nació en Escocia y trabajó como psicoterapeuta en Londres durante dos décadas, donde también dirigió una escuela de formación de terapeutas, antes de trasladarse a Canadá en 2013 para centrarse en su blog y creación de cursos. Ahora divide su tiempo entre Grecia y Canadá.
Su trabajo como terapeuta se ha especializado durante muchos años en ayudar a los clientes con problemas de ansiedad social y confianza. La calidad de su trabajo le ha permitido aparecer con frecuencia en publicaciones internacionales como Forbes, The Wall Street Journal y la BBC.
También es uno de los organizadores de la Semana Estoica anual, junto a Massimo Pigliucci, un evento internacional que enseña a los estudiantes cómo combinar la filosofía estoica con la psicología moderna, desde el 2011.
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¿Qué es el estoicismo?
El estoicismo, se basa en la idea de que vivir en armonía con el orden natural de las cosas es la clave para una vida feliz. Vivir en armonía con la naturaleza era lo lógico y razonable para los estoicos. El estoicismo se desarrollo en una época de gran incertidumbre.
El creador del estoicismo, Zenón de Citio, huyó hacia Atenas debido a las guerras entre los distintos generales de Alejandro Magno, que al perder a la persona que los unía decidieron luchar por el poder. En mitad de este periodo de guerras, y expansión por parte de lo que se acabaría convirtiendo el imperio romano y el lugar en el que el estoicismo alcanzaría su máximo apogeo, nació esta nueva corriente.
Zenón llegó a Atenas tras perder todo lo que tenía. Nacido en una familia de empresarios que vendía una de las materias más preciadas en la época, el púrpura de Tiro, fue víctima de un naufragio que le dejó con poco más que su ropa en la cuna de la filosofía occidental.
Sin mucho más que perder, y con un interés en la filosofía desde su infancia, Zenón decidió aprender más de su ídolo Socrates, y en el proceso acabo conociendo a su maestro, estudiando en las principales escuelas filosóficas del momento, y creando el estoicismo, que miles de años después sigue siendo practicado por decenas de miles de personas en todo el mundo.
La historia de Zenón y como empezó el estoicismo es fascinante, y por eso la hemos tratado en esta biografía de Zenón, así que ahora que tenemos algo de idea de la situación que acabó dando lugar al estoicismo, sigamos con las ideas del libro de Donal Robertson.
En una época en la que uno no podía saber si su ciudad podría desaparecer de un día al siguiente, o si alguna enfermedad, terremoto o hambruna acabaría con nuestras vidas, los estoicos adoptaron un enfoque parecido al de los taoístas y el budismo zen, aceptar que lo que pasa en el mundo esta fuera de nuestro control, y centrarnos en controlar nuestra mente.
Para reducir el sufrimiento al que nos enfrentamos, lo mejor es aceptar que lo que ha pasado ha pasado, y no preocuparnos por lo que está fuera de nuestro control. Vivir en el presente, y controlar nuestras emociones son las mejores formas de mantener nuestra satisfacción y reducir nuestro sufrimiento. Mientras vivamos, actuar según la naturaleza es lo más sabio y lo que nos acerca al concepto de virtud estoica. Aceptar el ser tal como es, no como debería o podría ser, es una parte importante de vivir en armonía con la naturaleza.
Sería irracional e ilógico creer lo contrario. Esto no significa que los estoicos no tengan preferencias sobre cómo les gustaría vivir, sino que aceptan que estas son preferencias, cosas que estaría bien tener pero que no son imprescindible.
Como cualquier otra persona, prefieren estar sanos en lugar de enfermos, rico en lugar de pobres y tener una buena familia. Pero entienden que todos estos elementos estan en parte fuera de su control, y no se frustran si no son “tan perfectos” como podrían ser.
Los estoicos fueron además unos de los primeros en considerar que todas las personas son iguales. Esto deriva de la rama del estoicismo que considera que todos, y todo el mundo en sí, es parte de “una especie de Dios”, que quizá podría acercarse más al concepto de leyes que gobiernan el universo. Y como todos somos parte de este todo, ninguna persona es “mejor o peor” que otra. Esta idea tuvo un impacto en las constituciones de Estados Unidos, y la de la Primera República Francesa.
¿Qué es la virtud estoica?
La mayoría de nosotros probablemente preferiría vivir una vida éticamente aceptable. Sin embargo, el concepto de virtud no solo es difícil de definir, sino que también puede ser difícil vivirlo a diario.
Las cuatro virtudes cardinales de sabiduría, moralidad, coraje y moderación se describen como la base de esta filosofía ya desde los inicios del estoicismo. Estas son las virtudes que nos llevan a una vida tranquila en la que nos aceptamos a nosotros mismos y a los demás como ciudadanos del universo y aceptamos con calma los eventos externos que no podemos controlar.
En la práctica, estos ideales pueden ser difíciles de lograr, especialmente en períodos de tanto cambio y tan rápido como en los que vivimos ahora, y el estrés que nos puede causar toda la incertidumbre.
Pero que algo sea difícil no significa que no lo podamos hacer, y que no merezca la pena. Un gran ejemplo de esto es el de Marco Aurelio, el emperador estoico.
Marco Aurelio escribió su famosa obra, Meditaciones, como guía personal para recordar lo que es importante en el día a día. El libro de meditaciones nació como un diario, pero sorprendido ante su capacidad de lidiar con los problemas y el caos alguien decidió compartirlo. Entre los muchos problemas a los que se enfrentó el emperador encontramos:
- Lidiar con uno de los mayores ataques por parte de las tribus germanas
- Un ataque por la zona de Partia, el imperio oriental con el que compartía bordes Roma
- La peste antonina. Un brote de peste que se esparció por toda Roma tras volver las legiones y que acabó con la muerte del coemperador que gobernaba junto a Marco Aurelio, Lucio Vero
- Una revuelta por uno de sus mejores generales y amigos, que ocurrió mientras luchaba en contra las tribus germanas y que le llevó a dejar a medias su victoria. Lo que se cree que en parte fue una de las razones que llevaron a la caída del imperio romano unos años después.
- Y ver cómo su propio hijo se convertiría en el emperador que puso fin a la dinastía Antonina, también conocida como “reinado de los cinco buenos emperadores”. Uno de los periodos de mayor esplendor del imperio.
Los estoicos creían que al cultivar nuestro concepto de virtud y ponerlo en práctica, podemos acercarnos a nuestro ideal. No se trata de ser perfecto, porque todos los estoicos admiten cometer errores.
No es fácil, pero se trata de decidir que queremos mejorar, y poner el esfuerzo necesario para hacerlo día a día y poco a poco. Cada día tomamos miles de decisiones, desde que desayunar, si apagar el despertador, o si ayudar a alguien que parece perdido. No nos damos cuenta, pero con frecuencia se nos da la oportunidad de elegir, y el estoicismo consiste usar nuestra virtud e ideales como nuestro compas, en lugar de elegir cualquier opción al azar o dejarnos llevar por las emociones del momento: este es el camino estoico.
Podemos desarrollar el hábito de elegir el autocontrol y posponer la gratificación en lugar de buscar chutes de dopamina rápidos. Marco Aurelio pudo hacerlo y convertirse en una de las figuras que seguimos usando como ejemplo a seguir, y nada nos impide seguir sus pasos.
¿Qué es la distancia cognitiva en psicoterapia y cómo se relaciona con el estoicismo?
La vida se suele comparar con una montaña rusa, y con razón. Algunos días estamos en la cima del mundo y nos sentimos imparables, mientras que otros días estamos deprimidos, tristes, enfadados y nos sentimos como si el mundo estuviera conspirando contra nosotros.
Marco Aurelio se negó a vivir una vida caracterizada por tales cambios emocionales. Reconoció muy temprano en su vida que tenía serios problemas de ira, y sabía que cuando cedía a su ira, se alejaba de su ideal. Y el estoicismo le ayudó enormemente en su búsqueda de forma de lidiar con este sentimiento.
Con el tiempo aprendió que a través de la práctica, podía mejorar su control sobre sus emociones y acercarse al sentimiento de ecuanimidad que conseguimos cuando aprendemos a vivir en el momento.
Tras una vida dedicada al estoicismo, y como uno de los monarcas más poderosos de la historia, quizá la lección más importante que aprendió Marco Aurelio es que la verdadera satisfacción se consigue únicamente de la satisfacción de una vivir de acuerdo a nuestros principios, más que del placer, las emociones positivas o cumplir nuestras metas.
Si nos atrae la idea de dejar atrás una vida que parece ser una montaña rusa emocional, podemos seguir el ejemplo de Aureus y volvernos más conscientes de nuestras emociones, tanto negativas como positivas.
Algunos psicoterapeutas se refieren a esta táctica estoica de controlar nuestras emociones como distancia cognitiva. Es el acto de separarnos conscientemente de nuestras emociones y dar un paso atrás para observar nuestras respuestas emocionales desde un punto de vista racional y objetivo.
Una vez que nuestras emociones ya no nos ciegan, podemos empezar a usar la razón y la lógica para tomar mejores decisiones que no se basen en una maraña de emociones desordenadas.
La próxima vez que sintamos que nuestra capacidad para tomar decisiones racionales se ve obstaculizada por la ira, empecemos por reconocer la emociones y “crear algo de distancia” para observar la situación como no nos estuviera pasando a nosotros.
Si somos capaces de crear unos pocos segundos de pausa, podemos dejar de reaccionar impulsivamente y en su lugar responder racionalmente y a nuestro propio ritmo.
