
Resumen del libro Moms Mean Business por Erin Baebler y Lara Galloway
Reseña/Sinópsis: Moms Mean Business es una guía de gestión del tiempo para mamás empresarias. Nos ayuda a descubrir dónde están nuestras verdaderas prioridades y nos brindan técnicas de planificación que nos permitirán dedicar más tiempo a nuestras ambiciones y a nosotros mismos.
¿Quién es Erin Baebler?
Erin Baebler es empresaria y speaker pública. Su empresa de coaching, Magnolia Workshop, atiende las necesidades de las mujeres empresarias. Baebler contribuyó con Chicken Soup for the Soul y Five Must-Know Secrets for Today’s College Girl.
¿Quién es Lara Galloway?
Lara Galloway es autora, speaker pública y fundadora de MomBizCoach. Ha aparecido en Forbes y el Chicago Tribune. Forbes la incluye como una de las “30 mujeres emprendedoras principales para seguir en Twitter”.
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Las madres emprendedoras se enfrentan a un contexto cada vez más complejo
La madre emprendedora de la actualidad enfrenta una serie de desafíos en su camino hacia el éxito. La esposa maravillosa, la madre cariñosa, la anfitriona ejemplar y las mujeres de negocios feroces: no hay límite para los papeles que se espera que las madres hagan malabarismos y se desempeñen a la perfección.
Las mujeres internalizan una presión social y se convierten en sus principales críticas. Pero no tiene sentido. Ser una madre empresaria ya es un desafío suficiente: ¿por qué presionarnos más? Como madre emprendedora, necesitamos un plan de negocios que tenga en cuenta nuestras necesidades y circunstancias. Tenemos una cantidad finita de tiempo en nuestras manos.
Y si queremos usarlo bien, debemos separar las expectativas de otras personas de las cosas que nos importan. Podemos empezar por hacer una lista de las cinco cosas principales que nos importan. Estos podrían ser nuestros valores, o cosas a las que aspiramos, como la independencia, la integridad y la autenticidad.
Estos podrían ser nuestros hijos, un sentido de autonomía o la oportunidad de ayudar a otros. Nuestras pasiones, ya sea resolver problemas matemáticos complejos o ir de excursión, merecen un lugar en esta lista.
Estas cosas deberían ser en lo que ponemos la mayor parte de nuestro tiempo y energía. Con frecuencia, las madres se encuentran sacrificando su tiempo para completar tareas que no son importantes para ellas, como mantener un hogar impecable. Este es el resultado de una autopresión innecesaria. Al reconocer que nuestras prioridades están en otra parte, sentiremos que esta presión disminuye.
La historia de Beth Comstock
Beth Comstock fue la primera mujer vicepresidenta de General Electric, una de las empresas más grandes de Estados Unidos. Pero la vida profesional de Comstock no fue prometedora desde el principio.
Cuando tenía poco más de veinte años, su vida se dirigía por un camino diferente, y asumió grandes riesgos para cambiar su vida y sacudir su carrera. A los veinte años, su carrera se estaba estancando. Tenía dos trabajos como camarera a tiempo parcial y reportera de noticias en su ciudad natal, por lo que no parecía poder conseguir ninguno de los trabajos más prometedores para los que se postuló.
Desilusionada, hizo lo que su sus padres y la sociedad de su pequeño pueblo esperaban de ella. Se casó y quedó embarazada. En solo unos pocos meses, se sintió atrapada. Sabía que le esperaba una vida mejor si tan solo hubiera tenido el coraje de alcanzarlo. Dejando de lado la precaución, le dijo a su esposo que quería divorciarse y se mudó con su pequeña hija a Washington DC.
Aunque estaba eligiendo convertirse en madre soltera, con todos los desafíos que la acompañaban, estaba claro para ella que solo aceptando la imperfección, las complicaciones y los errores podría lograr la vida plena que deseaba.
Pronto, su apuesta valió la pena y consiguió un trabajo en publicidad en la oficina de noticias de NBC en Washington. En poco tiempo, fue ascendida y puesta a cargo de todo el departamento. Atribuye en gran medida su éxito a su capacidad de acción. Ella cree que la mayoría de nosotros trabajamos bajo la idea de que solo aquellos con un poder considerable, aquellos de nosotros que ya somos “líderes” de alguna forma, tenemos la capacidad de actuar.
La mayoría de las veces, aquellos de nosotros que no nos consideramos poderosos nos conformamos con aceptar que no podemos crear cambios, ya sea en nuestra vida personal o profesional. Pero Comstock ha tendido a tomar medidas decisivas.
Ya sea divorciándose de su esposo y comenzando una nueva vida o implementando audazmente nuevas ideas en el trabajo, se enorgullece de decir que nunca se ha puesto excusas sobre por qué no puede hacer lo que tiene que hacer y dar el siguiente paso, el camino hacia un futuro mejor.
¿Cuántas horas trabajamos?
La mayoría de nosotros tenemos más de lo que tenían nuestros antepasados: empleos bien remunerados, bienestar social y una plétora de bienes de consumo. Nuestra calidad de vida ha mejorado enormemente en las últimas décadas, pero a la vez ha generado otros problemas.
Una gran parte del estrés y miseria en la vida moderna proviene de nuestra incapacidad para encontrar tiempo suficiente para desarrollar nuestras carreras mientras disfrutamos de nuestra vida personal. La mayoría de nosotros creemos que debemos renunciar a una de estas necesidades para centrarnos únicamente en la otra.
Pero este no es el caso. No tenemos que renunciar a nuestros trabajos o pasar cada momento del día trabajando como esclavos, podemos hacer ambas cosas.
Según la Encuesta estadounidense sobre el uso del tiempo de 2013, la madre trabajadora promedio a tiempo completo trabaja 35 horas a la semana. Las madres que ganan más de €100,000 trabajan incluso más horas, hasta 44 horas por semana.
Una semana se compone de 168 horas. Si dormimos ocho horas por noche y trabajamos 44 horas por semana, todavía tenemos 68 horas por semana que no estamos trabajando.
¿Qué nos hace creer a todos que somos adictos al trabajo, sin que avancemos? Todo se reduce a las interrupciones: esos pequeños e inesperados eventos que interrumpen nuestra jornada laboral en realidad pueden alargarla. Una persona intentó mantener sus días lo más rutinarios posible para obtener una medida precisa de la gestión de su tiempo. Sin embargo, no era factible. Las interrupciones en momentos inconvenientes le impidieron trabajar a un ritmo regular. Los días de nieve, los días en que la guardería de sus hijos estaba cerrada y los eventos familiares que iban desde un bautizo hasta una recogida en el aeropuerto le impedían trabajar.
Interrupciones como estas nos hacen sentir que estamos atrasados y que necesitamos ponernos al día con el trabajo.
