
Resumen del libro Mind Gym An Athlete’s Guide to Inner Excellence por Gary Mack y David Casstevens
Reseña/Sinópsis: Mind Gym (2001) ilumina el papel crítico que juegan nuestras mentes en el rendimiento físico y la excelencia deportiva. Los consejos del libro se basan en el trabajo de Mack con atletas profesionales para brindarnos las herramientas que necesitamos para lograr el máximo rendimiento.
¿Quién es Gary Mack?
Gary Mack es un consultor de psicología deportiva que ha trabajado con una amplia gama de atletas profesionales.
¿Quién es David Casstevens?
David Casstevens es un autor superventas y escritor del Fort Worth Star Telegram. Mind Gym es su primera colaboración superventas.
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Just do it
Todos hemos escuchado el eslogan de Nike: “Simplemente hazlo”. Podemos ser conscientes de que, a pesar de su sencillez, este consejo suele ser difícil de implementar.
El pensamiento negativo nos impide actuar. Es extraño cómo nuestros pensamientos parecen tener un impacto en nosotros de maneras que no queremos. Si nos decimos a nosotros mismos que no debemos pensar en la posibilidad de fracaso mientras jugamos al golf, es más probable que lo hagamos.
En estos casos el autor nos recomienda intentar retomar el control de nuestra mente. Por supuesto, el poder del pensamiento por sí solo no nos llevará al éxito. Es solo a través de una combinación de entrenamiento físico y mental que podemos alcanzar nuestro potencial.
Esto se demostró en un estudio de tres grupos de jugadores de baloncesto. El primer grupo practicó tiros libres durante una hora, el segundo se sentó y visualizó tiros libres durante una hora, y el tercero hizo ambos durante una hora cada uno. Cuando se trataba de tiros libres, el tercer grupo superó con creces a los demás.
Aunque la mayoría de nosotros entendemos cómo entrenar nuestros cuerpos, pocos entienden cómo entrenar nuestros cerebros. Nuestras mentes, como nuestros cuerpos, tienen fortalezas y debilidades. Identificarlas nos brindará confianza en nuestras habilidades y una imagen clara de dónde debemos mejorar.
Comencemos nuestro viaje de entrenamiento mental inspirándonos en el concepto japonés de kaizen. Esto se refiere a la educación diaria continua. Simplemente por el bien de mejorar paso a paso sin quedar atrapados en el resultado final. Si pensamos de esta forma, tendremos una mente abierta, lista para aceptar cualquier cosa que nos haga una persona mejor y más fuerte.
¿Nos consideramos ganadores o perdedores?
Claro, es posible que no nos consideremos ganadores en este momento, tal vez porque no nos hemos desempeñado bien o porque creemos que nuestras habilidades no están del todo allí. Pero, si queremos mejorar nuestras posibilidades de éxito, debemos dejar todo eso de lado.
Es más probable que seamos ganadores si nos consideramos ganadores. De acuerdo con la teoría del framing, cómo pensamos sobre nosotros mismos tiene suficiente poder para influir sobre nuestras acciones. Esta es la razón por la que las personas que tienen una imagen negativa de sí mismos tienen dificultades para rendir.
No podemos ganar si nos vemos como perdedores. Los objetivos SMART pueden mantenernos enfocados en nuestro progreso. Estos son objetivos específicos, medibles, alcanzables, realistas y limitados en el tiempo.
Si queremos correr una maratón para fin de año, nuestra meta SMART podría ser correr dos millas dos días la primera semana, tres millas tres días la semana siguiente, y así sucesivamente hasta que podamos correr 13 millas cada semana, que es la mitad de la longitud del maratón real.
Por el contrario, si nos fijamos el objetivo de correr una media maratón lo más rápido posible, es poco probable que lo logremos. Este objetivo es poco realista y, por lo tanto, desmotivador. Si nuestro objetivo fuera correr un poco todos los días, tendríamos suerte de llegar a la maratón a fin de año.
Mantener la determinación, la dedicación y la disciplina mientras delinea y trabaja para alcanzar nuestras metas SMART. Es fácil renunciar a nuestras metas y refugiarnos en una imagen negativa de nosotros mismos.
Por supuesto, nadie se convierte en ganador sin experimentar algunos contratiempos en el camino. Caerse es natural, pero muchos atletas le tienen miedo. Como resultado, en lugar de aprender de sus errores, solo van a lo seguro. Esto se debe a nuestra creencia errónea de que debemos ser perfectos.
Aunque el perfeccionismo parece ser un rasgo positivo, en última instancia es un obstáculo. Un aspirante a jugador de baloncesto no debe luchar por una tasa de éxito de tiros libres del 100 por ciento. Sentiremos que nos hemos fallado a nosotros mismos si cometemos el más mínimo error. No necesitamos ponernos en esa situación Nuestro objetivo debe ser la mejora constante, lo que nos permitirá reconocer el fracaso por lo que es: feedback o información que nos ayudará a seguir creciendo y aprendiendo.
La importancia de cometer errores
Cuando observamos a las personas con éxito, creemos que son excepcionalmente brillantes o que poseen habilidades especiales que nosotros no poseemos. Pero, la mayoría de las veces, este no es el caso.
La información sobre cómo tener éxito en la vida está más disponible que antes, gracias a la abundancia de libros de autoayuda. Sin embargo, para beneficiarnos de ello necesitamos algo más, debemos aplicarlo de forma efectiva.
Y es aquí donde entra en juego desarrollar una filosofía de vida. Una filosofía de vida es nuestro punto de vista sobre la vida. Tiene un impacto en nuestras actitudes, sentimientos y, en última instancia, en nuestras acciones. Y es poderoso porque puede alterar nuestra percepción de las tareas cotidianas.
Consideremos la filosofía de vida del fundador de IBM, Thomas J. Watson: “La fórmula para el éxito es sencilla: duplicar nuestra tasa de errores”. Sin embargo, muchos de nosotros no consideramos el fracaso como una opción, y no nos damos cuenta de que cuanto más fallamos, más oportunidades tenemos de triunfar.
Otra forma de obtener una ligera ventaja es concentrarse en los aspectos mundanos de la vida. Por ejemplo, Steve Martin es considerado como el actor más popular en la historia de la comedia stand-up. Martin, sin embargo, no podía cantar, bailar o actuar cuando era adolescente. Pero se esforzó. Día tras día, practicaba trucos de magia, aprendía a tocar el banjo y leía el Times a cualquiera que quisiera escucharlo. Sus acciones no fueron ni complicadas ni emocionantes. Eran tediosas y por eso marcaron la diferencia, porque nadie más quería hacerlo. Steve Martin saltó a la fama al mejorar lo mundano.
