
Resumen del libro Máxima eficacia por Brian Tracy (Maximum Achievement)
Reseña/Sinópsis: Máxima eficacia (2011) es una guía paso a paso para desarrollar nuestro potencial y lograr nuestra definición de éxito. Se basa en un programa de seminarios de desarrollo personal y utiliza ejercicios prácticos para mostrar cómo podemos transformar nuestra autoestima, mejorar nuestro rendimiento y establecer metas para tomar el control de cada aspecto de nuestra vida personal y profesional.
¿Quién es Brian Tracy?
Brian Tracy es un autor canadiense-americano. Ha escrito más de 70 libros, incluidos Tráguese Ese Sapo, Metas, Get Smart y The Psychology of Achievement (1984). Es un speaker y director ejecutivo de Brian Tracy International, que fundó en 1984 para dar a la gente asesoría sobre el liderazgo, las ventas y el éxito. Se centra en temas como establecer metas y objetivos, la gestión del tiempo y la formación en ventas y ha presentado delante de miles de personas. Sus otros libros incluyen No Excuses/Sin Excusas. El poder de la autodisciplina y Psicología de ventas.
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¿Alguna vez nos preguntamos por qué algunas personas tienen más éxito que otras?
Mientras que algunas personas parecen tener carreras satisfactorias, riqueza material y relaciones sanas, otras parecen estar atrapadas en la rutina. Según Brian Tracy, la mayoría de nosotros no logramos más porque no creemos que podamos. Esto muchas veces se debe a que no hemos dedicado el tiempo necesario para averiguar qué es lo que queremos y cómo conseguirlo. Por eso, el primer paso es solucionar este problema.
Imagina que pudiéramos ver una recreación de toda nuestra vida, hasta este punto. Aún mejor, podríamos tomarnos un respiro en cualquier momento y rehacer nuestras decisiones en cualquier situación dada. ¿Qué haríamos diferente si supiéramos lo que sabemos ahora?
Podemos tomar mejores decisiones en el futuro si imaginamos que podemos empezar de cero y nos centramos en las acciones que tomaríamos para mejorar nuestra situación. Lo contrario de esto sería examinar nuestras vidas críticamente y concentrarnos en circunstancias externas sobre las que no tenemos control. Pero hacerlo solo servirá para reforzar nuestra propia sensación de impotencia.
Este concepto de refuerzo negativo se basa en la “Ley de Creencia”, que establece que percibimos el mundo a través de una lente de prejuicios sobre nosotros mismos, también conocida como nuestra percepción de nosotros mismos. Todos nacemos sin un sentido del <<yo>>, pero a medida que crecemos para identificarnos con nuestro nombre, valores y hábitos, nuestra perspectiva sobre nosotros mismos y el mundo se solidifica con el tiempo.
Esta colección de creencias, pensamientos e imágenes mentales gobiernan nuestro comportamiento. Si creemos que somos viejos o nos falta valor, podemos esperar que actuemos según esta creencia en todas las situaciones. De forma similar, si creemos que tenemos un potencial ilimitado, esperamos perseverar ante un desafío una y otra vez.
Al crecer, la familia del autor se empobreció. Solía preguntarse de niño por qué tenía que usar ropa de segunda mano cuando otros podían comprar ropa nueva, juguetes e ir de viaje. Después, a la edad de 16 años, se dio cuenta: dependía totalmente de él guiarse hacia una vida mejor. Continuó su camino a la autoeducación a través de una carrera en ventas y consultoría, y fue el ejecutivo principal de una empresa multimillonaria.
Durante las dos siguientes décadas, se dedicó a responder la única pregunta que había provocado su epifanía: ¿Por qué algunas personas tienen éxito y otras no? Descubrió que las personas con éxito, sobre todo, son dueñas de sus propias mentes. Y la primera forma, y la más rápida, de mejorar nuestro rendimiento es cambiar nuestra perspectiva sobre nosotros mismos.
¿Cuál es el primer paso hacia el éxito?
El primer peldaño en la escalera del éxito es evaluar nuestra propia imagen, o cómo nos vemos a nosotros mismos. Debido a que determina cómo nos desempeñamos, la imagen personal o imagen propia es un elemento fundamental para el éxito. Los problemas de imagen personal o imagen propia de muchos de nosotros se remontan a nuestra infancia.
Digamos que a nuestro hijo se le cae un plato por accidente; sin pensarlo le decimos que es torpe, y aunque no tengamos la intención de que nuestro comentario sea hiriente, si se van acumulando poco a poco con el tiempo, pueden llevarles a desarrollar un complejo de inferioridad.
Cuando los padres, maestros o amigos sugieren que un niño es inepto, el niño puede llegar a creer que no es digno de las cosas buenas de la vida, como el amor o el éxito. Si ya tenemos las habilidades necesarias, si nos hemos esforzado cada día por mejorar, y hemos hecho los experimentos necesarios para convertir nuestra experiencia en conocimiento, es probable que un aumento de la confianza mejore nuestro rendimiento.
El vínculo entre una imagen positiva de sí mismo y el alto rendimiento está bien establecido: en los deportes de élite, los atletas con frecuencia se visualizan triunfando para lograr el éxito en la vida real. Antes incluso de dar el primer golpe, los mejores golfistas, por ejemplo, se “ven” a sí mismos hundiendo su bola en la copa.
Sin embargo, desarrollar una imagen propia positiva puede ser difícil. Según múltiples encuestas, más del 95 por ciento de los jóvenes estarían dispuestos a cambiar algún aspecto de su apariencia física. Esta falta de satisfacción más adelante en la vida conduce con frecuencia a una obsesión enfermiza con las posesiones materiales y la imagen corporal.
Una imagen personal o imagen propia negativa afecta a nuestro comportamiento profesional, porque no solo afecta a como interaccionamos con nuestros clientes, sino también a como interaccionamos con nuestros compañeros de trabajo y jefes. La falta de confianza nos lleva a sentir un miedo al rechazo, lo que nos impulsa a complacer a la gente, e impide desarrollar las habilidades de liderazgo que nos permitirían avanzar a una posición directiva. A menos que encuentre una forma de cambiar su propia imagen, el vendedor nunca se verá exitoso a nivel personal o profesional.
La importancia de la confianza
Supongamos que estamos a punto de dar una presentación de trabajo importante y no nos sentimos seguros. Mientras revisamos nuestras notas fuera del escenario, nuestras palmas sudan y nos tiemblan las rodillas. Justo cuando estamos a punto de irnos, nuestro jefe, a quien respetamos mucho, nos toca la espalda y susurra: “Seguro que lo sacas adelante”.
Cuando alguien a quien admiramos tiene altas expectativas de nosotros, aumenta nuestra autoestima, lo que nos motiva a mejorar nuestro rendimiento. La crítica destructiva, en cambio, tiene el efecto contrario. En un estudio psicológico de prisioneros, hasta el 90% de los encuestados dijeron que crecieron escuchando a sus padres decir: “Algún día iras a la cárcel”.
Las expectativas que otros tienen de nosotros, ya sean nuestros padres, compañeros o hijos, parecen tener consecuencias en el mundo real. Sin embargo, la fuente más importante de expectativas somos nosotros mismos.
¿Recordamos la Ley de la Creencia? Para acabar, nuestra imagen y expectativas de nosotros mismos han de ser lo suficientemente fuertes como para triunfar sobre las de cualquier otra persona. Por suerte, como nuestras actitudes y comportamientos se aprenden con el tiempo, aquellos que son inconsistentes con lo que queremos ser o lo que queremos lograr suelen desaparecer con el tiempo.
Podemos empezar por reflexionar consciente y honestamente sobre nuestras actitudes actuales, segmentando nuestras vidas en categorías tales como relaciones, salud, carrera, éxito financiero y la calidad de nuestra vida interior. Consideremos nuestras expectativas en cada una de estas áreas. ¿Cómo nos benefician o perjudican estas creencias? ¿Podemos, por ejemplo, identificar alguna actitud o expectativa que nos esté causando problemas con las personas en nuestras vidas? ¿Cuáles son nuestras percepciones de nuestra apariencia física?
Si somos honestos con nosotros mismos, descubriremos que tenemos expectativas inútiles y autolimitantes sobre nosotros mismos en una o más de estas áreas, lo cual es normal. Hacer frente a estos desafíos es el punto de partida para una rápida superación personal, pero aunque este proceso es eficiente, no es agradable.
