
Resumen del libro Making Habits, Breaking Habits Why We Do Things, Why We Don’t, and How to Make Any Change Stick por Jeremy Dean 2013
Resumen corto/Sinópsis: Making Habits, Breaking Habits (2013) explica qué son los hábitos y cómo adoptamos nuevos hábitos y rutinas y cómo formar hábitos sanos y romper los malos para mejorar nuestra calidad de vida y aumentar la probabilidad de que cumplamos con nuestros objetivos.
¿Quién es Jeremy Dean?
Jeremy Dean es psicólogo y creador del popular PsyBlog, un página web dedicada a la investigación científica sobre el funcionamiento de la mente. PsyBlog ha sido mencionado en publicaciones como The Guardian, The New York Times y Wired.
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¿Cómo nacen los hábitos?
El primer aspecto de un hábito es la automaticidad, o no ser consciente de la ejecución de una determinada acción, como encender una luz al entrar en una habitación. Además, debido a que la repetición apaga el entusiasmo, solemos hacerlo sin pensar o sentir demasiado.
Tan solo tenemos que pensar en el proceso de llenar un vaso de agua cuando tenemos sed, y como esto es tan automático que a veces no nos damos cuenta de que estamos bebiendo hasta que notamos la humedad en los labios.
Otro elemento importante sobre los hábitos es el contexto. Los hábitos suelen estar asociados a un lugar, hora del día, y a veces incluso grupo de personas. Por ejemplo, cuando llegamos a casa probablemente nos ponemos el pijama sin pensar demasiado, pero sería impensable ponernos el pijama cuando estamos en el trabajo, incluso si en ambos casos nos pasamos todo el tiempo sentados. Esto se debe a que ponernos el pijama es una habitos que hemos empezado a relacionar con estar en casa.
El contexto define los hábitos además de la automaticidad debido a las asociaciones que formamos entre nuestro entorno y nuestro comportamiento. Pero, ¿cómo se forman los hábitos?
Para empezar, las intenciones dan forma a los hábitos. El hábito nace cuando, por alguna razón, queremos conseguir cierto objetivo o emoción, y en el proceso generamos la energía suficiente, durante un periodo de tiempo suficientemente prolongado, como para que se vuelva automático. Un buen ejemplo sería ir al gimnasio. Al principio requiere energía porque no sabemos a cual ir, o qué máquinas usar, pero si lo repetimos suficientes veces, porque tenemos queremos estar fuertes, llegará un punto en el que vayamos cada día sin pensar.
Otra forma en que se forman los hábitos es explicando el comportamiento aleatorio pasado agregando luego una intención. Supongamos que nos sentamos en el mismo lugar en la biblioteca porque justo suele estar vacío, pero si nos preguntan por qué lo hacemos más tarde puede que tengamos excusas como que es nuestro lugar favorito porque la iluminación es perfecta y la silla es cómoda. Finalmente, podemos combinar la intención y la explicación de nuestros hábitos. Puede que hayamos empezado a ir en bicicleta al trabajo para perder peso, pero seguimos haciéndolo porque disfrutamos estar al aire libre.
¿Qué hábitos influyen en nuestra vida?
Un mínimo de un tercio de nuestro tiempo despiertos está controlado por nuestro subconsciente. Nuestro hábitos controlan lo que hacemos en piloto automático, y muchas veces sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo hasta que hemos empezado o llevamos un tiempo. No es sorprendente, que tengamos muchos más hábitos de los que nos damos cuenta.
Hábitos sociales como quién se sienta dónde en la mesa familiar; hábitos de trabajo como decir “Por supuesto” y “a-ha” durante las reuniones, hábitos alimenticios como si comernos un plátano o unas galletas como postre y un sin fin de hábitos más que nos ayudan navegar por el día a día sin tener que pensar en cada una de las cosas que hacemos
¿Nos encontramos revisando nuestro correo electrónico por centésima vez y descubrimos que no ha llegado nada? Cada vez que nos encontramos repitiendo un hábito sin saber muy bien por qué, estamos experimentando lo que los psicólogos del comportamiento llaman el efecto de extinción del refuerzo parcial, en el que seguimos repitiendo la acción incluso cuando no recibimos recompensa porque estamos acostumbrados a hacerlo sin recompensa.
Incluso si recibimos una rara recompensa en forma de notificación, like, o retweet, seguimos actualizando robóticamente nuestra bandeja de entrada porque estamos acostumbrados a la frustración. Sin embargo, hay algunos hábitos que no podemos ver: los hábitos del pensamiento.
Estos hábitos pueden estar relacionados con enfermedades mentales como la depresión si son de naturaleza negativa. Nuestra evaluación de algo que nos pasa determina si nuestros pensamientos son positivos o negativos, y a veces estos pueden ser bastante negativos.
Supongamos que perdimos nuestro trabajo. Si tenemos la costumbre de vernos como fracasados y víctimas, tendremos dificultades para lidiar con las emociones negativas que conlleva estar desempleado. Otro tipo de hábito que puede ser negativo es la rumiación, que ocurre cuando pensamos en algo constantemente, y que suele ser algo negativo como alguna ocasión en la que hayamos cometido un error o en la que nos hayamos sentido avergonzados. Recordar nuestros errores puede ayudarnos a aprender de nuestros fracasos, pero hay una diferencia entre revolcarse en la miseria y dolor, y usarlo para crecer.
La importancia de nuestra forma de ver el mundo
La diferencia entre las personas que logran sus objetivos y el resto de nosotros, es que las personas positivas ven el «fracaso» como una oportunidad para crecer y aprender.
Benjamin Franklin es conocido por su papel en la guerra de independencia de Estados Unidos, en concreto por convencer a las tropas francés a ofrecer apoyo durante la guerra. Apoyo sin el cual, no habrían podido obtener la libertad.
Pero no logró esto a la primera, sino que fue el resultado de una vida en la que dejó de lado su negocio familiar, tuvo problemas de negocios con su hermano que le llevaron a cambiar de ciudad, naufragó durante días, le timaron y enviaron hasta Inglaterra donde tuvo que ganarse la vida sin conocer a nadie. Todos estos son obstáculos que podrían haber tumbado a cualquiera de nosotros, pero que para él no fueron nada más que un paso en su camino.
A lo largo de la historia, las personas positivas han demostrado que aprender de los errores y volver a intentarlo son las claves para el éxito. Este es un buen consejo también para los malentendidos personales.
A veces, incluso cuando tratamos de ser positivos, nuestras acciones pueden herir sentimientos. En estos casos, en lugar de ponernos a la defensiva o culpar a la otra persona por malinterpretar nuestras palabras o acciones, podemos entender por qué se malinterpretó nuestro mensaje.
Tal vez no fue lo que dijimos, sino cómo. Consideremos nuestro tono de voz y cómo nos expresamos. Y una vez que descubramos cómo surgió el problema, es mejor asegurarnos de volver a intentarlo.
