Resumen del libro La Empresa Consciente por Fred Kofman (Conscious Business)

Resumen del libro La Empresa Consciente por Fred Kofman (Conscious Business)

Reseña/Sinópsis: Conscious Business (2006) va más allá de las medidas convencionales de éxito para mostrarnos cómo crear una organización dinámica basada en valores. Aprenderemos por qué las empresas que capacitan a los empleados para alinear su trabajo con los valores que aprecian son las empresas que triunfan en el mercado actual. 

¿Quién es Fred Kofman?

Fred Kofman es presidente y cofundador de la consultora Axialent. También escribió el libro Metamanagement, y en 1992 fue el “maestro del año” en la Sloan School of Management del Instituto Tecnológico de Massachusetts. 

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La empresa consciente

En Good to Great, el autor Jim Collins explica cómo las empresas con más éxito son las que luchan por algo más que el éxito financiero, ya que están motivadas por valores más elevados. Pero, ¿cómo es  que los valores pueden crear una empresa de éxito? 

Muchos negocios exitosos están impulsados por empleados “conscientes”, empleados que asumen la responsabilidad de sus actos y saben cómo comunicarse constructivamente, sin comprometer sus valores fundamentales. 

Los empleados “inconscientes”, en cambio, tienden a socavar un negocio, ya que a menudo culpan a otros por los problemas y se consideran a sí mismos como víctimas. No son conscientes de sí mismos y, por lo tanto, no pueden actuar según valores superiores. 

Cuando no estamos practicando mindfulness estamos viviendo de forma ‘’inconsciente’’, esto significa básicamente que nos estamos dejando llevar por elementos que no entendemos o que a veces ni siquiera sabemos que están allí, como por ejemplo por los bias.

Esto está relacionado con el hecho de que hasta el 40% de nuestras acciones son controladas por nuestros hábitos, es decir las hacemos de forma inconsciente, y esto significa que a menos que tengamos muy buenos habitos, que no suele ser el caso, es muy probable que estemos desperdiciando una gran cantidad de tiempo y posibilidades

Por eso, para evitar ser controlados por nuestro subconsciente y por hábitos que muchas veces no hemos elegido y no nos ayudan, debemos aprender a desarrollar nuestra capacidad de mindfulness.

Si aprendemos a estar presentes, entender que nos afecta y controlarlo, podemos tomar las riendas de nuestra vida, dejar de ser controlados por malos hábitos y crear buenos hábitos y a partir de allí crear las condiciones necesarias para cumplir con nuestros objetivos.

Por eso los gerentes deben tener como prioridad contratar empleados conscientes. Sin embargo, si queremos construir un negocio  consciente, no podemos detenernos aquí. También debemos cultivar un equilibrio entre las dimensiones impersonal, interpersonal y personal de nuestra empresa. 

Lo impersonal se refiere a factores como el valor para los accionistas, la productividad y otras consideraciones técnicas inherentes a cualquier negocio. Lo interpersonal es el “nosotros”, o las relaciones entre diferentes personas dentro de nuestra empresa. Y lo personal,  está relacionado con la satisfacción y el deseo de cada individuo por un trabajo que nos llene y una vida consciente. 

En lugar de crear una relación armoniosa entre estos tres, la mayoría de los gerentes tienden a concentrarse por completo en “eso”, los elementos impersonales de un negocio. Cuando una empresa descuida sus elementos humanos (lo interpersonal y lo personal), para los empleados el proceso se convierte en una actividad sin sentido, en la que el fracaso o el éxito dependen únicamente del manejo de asuntos técnicos arbitrarios. En un negocio consciente, sin embargo, existe armonía entre las tres dimensiones del cuidado. 

Cuando algo sale mal en el trabajo, ¿culpamos a alguien más por cuál pudo haber sido nuestro error? 

Si es así, ya es hora de que empecemos a asumir la responsabilidad de nuestras acciones. En términos generales, hay dos tipos de personas en la empresa: jugadores y víctimas. Los jugadores desarrollan su autoestima al tomar medidas y asumir la responsabilidad de sus acciones. 

Un jugador sabe que no es omnipotente, se da cuenta de que, aunque hay muchas cosas fuera de su control, el objetivo es concentrarse solo en lo que puede controlar. Por otro lado, las víctimas se engrandecen culpando a los demás y engañándose a sí mismas pensando que siempre actúan a la perfección. 

Vemos esto mucho en el mundo de los negocios, donde los directores ejecutivos y gerentes señalan los factores externos como causa de los errores, en lugar de sus propias deficiencias. 

Un ejemplo de este último grupo sería el de Esteban, un gerente de ventas. Se acaba de enterar de que el departamento de recursos humanos se adelantó y programó las vacaciones del personal sin consultarlo. 

Ahora va a tener poco personal en febrero, el mes más activo del año. Enfadado, Esteban insistió en que este problema era un problema de recursos humanos, no suyo, por lo que no hizo nada al respecto. Sin embargo, dado que Esteban sería el que sufriría las consecuencias, él era el que tenía el problema, incluso si no lo creó inicialmente. 

En lugar de hacerse la víctima, podría haber tomado medidas para resolver el problema por su cuenta. ¿Cómo pasamos de ser una víctima a ser un jugador? Comience adoptando el lenguaje que usan los jugadores. En lugar de decir: “Es inútil”, diga: “Todavía no he encontrado una solución”. 

De esta forma, seremos más conscientes de nuestra responsabilidad con respecto a lo que pasa a nuestro alrededor. Que es  de lo que se trata ser un jugador.

La virtud en la empresa

Los niños hacen las cosas sólo por hacer, sin pensar  en las metas o lo que quieren lograr. Esta actitud cambia una vez que nos convertimos en adultos. Muchos de nosotros nos centramos  en los resultados en lugar de en los llamados atributos del proceso. 

En un estudio, cuando los participantes debían nombrar a las personas que admiraban, rara vez elegían a una persona rica, poderosa, hermosa o incluso famosa. Es decir, los participantes no eligieron individuos con atributos  asociados con el éxito en la cultura occidental. 

Pero a pesar de que estos atributos pueden no importarnos en el fondo, todavía tendemos a centrarnos en ellos. Y es por eso que a veces nos preocupamos más por los resultados que por el proceso. 

No celebramos ese esfuerzo, pero podríamos. Y cuando hacemos algo en lo que creemos solo por esa razón, obtenemos éxito más allá del reconocimiento social. Enfocarnos en un resultado no nos permitirá alcanzar este nivel de éxito, debemos expresar nuestros valores más íntimos para lograrlo. 

Nuestras acciones no son solo un medio para alcanzar un determinado resultado, sino que también expresan nuestros valores. Y así es como construimos integridad, actuando consistentemente según nuestros valores. Esto nos puede recordar al ideal de virtud de los estoicos.

Musonio Rufo defiende que el propósito de la filosofía es vivir de acuerdo a la virtud, pero esta conclusión plantea otra pregunta. ¿Qué es  la virtud? Musonio usa el término griego areté, que significa «excelencia». Para él, la virtud es lo que nos permite vivir bien. 

Los estoicos dividen la idea de virtud estoica en cuatro habilidades interdependientes, pero lo que distingue al estoicismo de otras escuelas filosóficas es su creencia de que todos nosotros somos capaces de alcanzarla por naturaleza. 

La primera de las virtudes estoicas segundo Musonio Rufo, es el amor a la verdad y el conocimiento, filosofía. Debemos buscar la sabiduría y sea a través de escuchar a otras personas más sabias, estudiar el mundo que nos rodea, y estudiar nuestras experiencias.

Después está la justicia, que implica tratar a los demás con equidad y amabilidad. La tercera habilidad es el coraje, que desarrollamos al enfrentarnos a nuestros miedos y defendernos a nosotros mismos y a los demás. Finalmente, está el autocontrol, que implica aprender a controlar nuestros impulsos y vivir con moderación. 

La clave para vivir una vida noble y libre de errores es practicar estas cuatro habilidades. Pero, como señala Musonio, esta forma de vida no se limita a una élite filosófica o a una clase de sabios. Cada uno de nosotros, sin importar nuestro nivel de educación, nuestra edad, clase social, o inteligencia, podemos acercarnos a este ideal con esfuerzo y disciplina. 

Quizá lo más interesante de los estoicos es que consideran que vivir bien, y acercarnos a nuestros ideales, se basa en los mismos principios que cualquier otra habilidad. Sea tocar la guitarra, jugar al fútbol, aprender a escribir o cualquier otra del día a día o de nuestros trabajos. Nadie nace con estas habilidades; deben aprenderse, y con esfuerzo, cualquiera de nosotros puede llegar a un nivel decente, y con dedicación completa seguramente destacar. 

La virtud funciona de la misma forma. Cualquiera a quien se le pregunte si es justo o injusto, bueno o malo, observa Musonio, responderá que es justo, y bueno. Esto  significa que todos tenemos el potencial para vivir de acuerdo a la virtud estoica, porque, en mayor o menor medida, todos queremos acercarnos a nuestros ideales. Siguiendo con el caso del mundo empresarial, podríamos pensar en el ejemplo de Barry, gerente de una planta automotriz con un equipo de ensamblaje. 

El equipo se dio cuenta de que algunas máquinas, producidas por otra fábrica, no funcionaban tan bien como deberían. Cuando se acercaron al otro gerente de la fábrica, no estaba interesado en el cambio.  El equipo de Barry siguió buscando una solución. Desde una perspectiva de proceso, el equipo ya había tenido éxito. Tuvieron éxito más allá del éxito: en lugar de sacrificar sus valores y fabricar coches deficientes, presentaron su integridad y continuaron buscando formas de mejorar.

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