
Resumen del libro If You’re So Smart, Why Aren’t You Happy? por Raj Raghunathan
Reseña/Sinopsis: If You’re So Smart, Why Aren’t You Happy? (2016) brinda sabiduría para romper los malos hábitos que nos impiden ser felices. Con frecuencia creemos que la satisfacción es una emoción esquiva, pero esto se debe a que con frecuencia nos interponemos en nuestro propio camino. El truco para vivir mejor esta en reducir las malas decisiones y aumentar aquellas que nos benefician.
¿Quién es Raj Raghunathan?
Raj Raghunathan es profesor de marketing en la Escuela de Negocios McCombs de la Universidad de Texas en Austin. Es miembro del consejo editorial del Journal of Consumer Psychology.
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¿Nos consideramos inteligentes? Otra perspectiva de la satisfacción
Si es así, ¿por qué seguimos atascados en los mismos patrones deprimentes? Se podría decir que nuestra falta de satisfacción está casi siempre nuestra tendencia a subestimar la satisfacción. A pesar de nuestro deseo de ser felices, despreciamos la satisfacción como meta y no le damos la importancia que se merece.
Raj Raghunathan realizó un estudio con los profesores Sunaina Chugani de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y Ashesh Mukherjee de la Universidad McGill para determinar qué cosas asocia la gente con la satisfacción. Se pidió a los participantes que pidieran tres deseos por cosas que pensaban que les traerían satisfacción.
Los investigadores descubrieron que las personas desean cosas como dinero, fama y éxito porque saben lo pueden conseguir. Pero, tendían a ignorar la satisfacción como concepto porque parece demasiado abstracto.
Por supuesto, diferentes cosas hacen felices a diferentes personas, pero para empezar a priorizar la satisfacción, primero debemos definirla. Consideremos qué asociamos con la satisfacción. Quizás asociamos la satisfacción con el amor. Si es así, es probable que nuestra relación con nuestra pareja sea fundamental para nuestra satisfacción. O quizá la satisfacción para nosotros nace de pasar el tiempo leyendo, o viajando. Lo importante es entender qué es lo que disfrutamos.
Con esto en mente, podemos empezar un diario para realizar un seguimiento de todas las cosas diferentes que nos brindan alegría en nuestra vida diaria. Recordemos todos nuestros recuerdos felices y escribamos lo que estábamos haciendo, con quién estábamos y qué causó esos sentimientos positivos.
Tal vez estábamos viajando por el mundo con alguien que nos importa, o tal vez estábamos pasando tiempo con nuestras familias durante las vacaciones. Una vez que hayamos documentado estos eventos, tendremos una idea clara de los tipos de cosas en las que deberíamos centrarnos y dedicar tiempo en nuestras vidas, lo que nos permitirá tener más satisfacción.
¿Qué preferimos, un nuevo piso o un nuevo amigo?
Muchos de nosotros aprendemos en la vida que sentirse superior a los demás no conduce a la satisfacción. No obstante, las personas continúan luchando por un sentido de superioridad, incluso convirtiéndolo en una meta y persiguiéndolo por el resto de sus vidas.
Sentimos que debemos compararnos con los demás para sentirnos superiores. Si podemos superar a alguien más, lo estamos haciendo bien. si no, tenemos que trabajar más duro. El problema con este enfoque es que implica que cometer errores en superar a alguien más nos convierte en un fracaso, y que hay tantas personas en el mundo que es imposible que seamos los mejores en todo.
Es natural sentirse bien por un trabajo bien hecho, pero esto no tiene por qué conducir a una búsqueda de superioridad. Según varios estudios, cuanto más nos comparamos con los demás, menos felices somos porque nos obsesionamos con cada posible fracaso y cómo nos vemos ante los demás.
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi acuñó el término “flujo”, que define como un estado dichoso de inmersión total en una actividad. Puede ser cualquier cosa, desde deportes hasta carpintería o resolver un rompecabezas difícil, cualquier cosa que nos haga perder la noción del tiempo.
Podemos experimentar una concentración perfecta y puro disfrute del momento en este estado de flujo, lo que crea las condiciones ideales para aprender una habilidad. Encontrar nuestro flujo es satisfactorio y placentero sin importar quiénes seamos. Por eso, al decidir qué hacer con nuestra vida, no busquemos un sentido de superioridad. Por eso es importante encontrar una actividad en la que disfrutemos y que pueda ayudarnos a entrar en el estado de flujo.
Uno de nuestros deseos más fuertes es conectar con los demás, pero hay que tener cuidado al buscar conexiones humanas
Un deseo tóxico de conectar se manifiesta como una desesperación por la intimidad que incluye la necesidad por crear relaciones con los demás sin importar las circunstancias o la necesidad de evitar todas las formas de intimidad, y a menudo se remonta a nuestros primeros meses de vida.
En una serie de estudios iniciados en las décadas de 1970 y 1980 por la psicóloga Mary Ainsworth, se descubrió que los bebés recién nacidos privados del afecto de los padres muestran más señales de inseguridad y carecen de autoestima más adelante en la vida.
Y a medida que los sujetos crecían, se descubrió que eran especialmente propensos tanto a obsesionarse con los demás como a evitar las relaciones íntimas. Naturalmente, este tipo de comportamiento sólo aumenta sus posibilidades de sentirse solos porque la dependencia no es un rasgo deseable. A las personas les desinteresan las cosas que están disponibles, por eso las personas que están desesperadas por conectarse suelen estar solas.
Esto se vuelve especialmente problemático cuando recordamos que conectar con los demás suele tener grandes ventajas a nivel de salud. Un estudio siguió a un grupo de hombres desde el momento en que comenzaron la universidad en 1938 hasta finales de la década de 2000.
Los investigadores descubrieron que los hombres que tenían las relaciones más sólidas eran los más felices. Y tener un espíritu altruista es la mejor forma de cultivar conexiones significativas. Obtenemos una sensación de logro y aprendemos que podemos difundir la satisfacción cuando ayudamos a los demás y los hacemos felices.
Esto aumenta nuestra autoestima y nos hace más capaces de conectar con los demás, además de hacernos más atractivos. Y debido a que la generosidad nos hace más felices, nos resulta natural. En 2012, los investigadores dieron golosinas a 20 niños pequeños y les pidieron que las compartieran con un títere. Descubrieron que, aunque los niños pequeños estaban encantados de recibir golosinas, estaban aún más encantados cuando los compartían con el títere.
