
Resumen del libro How Should We Live? Great Ideas from the Past for Everyday Life por Roman Krznaric 2013
Resumen corto/Sinópsis: How Should we Live? Es una breve historia de la filosofía que se centra en cómo deberíamos vivir, y explora las respuestas a las que han llegado diversos filósofos sobre lo que se considera como una buena vida. Parecido a los libros de “Cómo ser un estoico”, y “El arte de la buena vida”, este libro se centra en el concepto de filosofía de vida, pero desde una perspectiva más amplia. El libro nos explica cómo evolucionaron nuestros puntos de vista modernos, desde el amor hasta el trabajo y la muerte, y ofrece algunos consejos sobre cómo podemos mejorarlos.
¿Quién es Roman Krznaric?
Roman Krznaric es un filósofo social cuyas obras se han traducido a más de 20 idiomas, incluidos Empathy, The Wonderbox y Cómo encontrar un Trabajo Satisfactorio. Fundó el primer Museo de Empatía del mundo, así como la Biblioteca de Empatía digital. También es miembro fundador de la facultad de The School of Life, junto a Alain de Botton y miembro de la facultad de Year Here. Otros de sus libros que también destacan son Carpe Diem Regained, y How Should we Live?.
The Observer calificó a Roman como uno de los principales pensadores de Gran Bretaña debido al efecto que ha tenido en activistas políticos y ambientales, reformadores escolares, emprendedores sociales y diseñadores. Es un reconocido speaker, y sus presentaciones y talleres lo han llevado de una prisión de Londres a la sede de Google en California. Y ha dado clases de filosofía en universidades tan prestigiosas como Cambridge.
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¿Cuáles son los seis tipos de amor según los griegos?
Pasamos innumerables tardes en citas incómodas y sin éxito después de días de examinar perfiles en páginas como Tinder o Bumble, o yendo a eventos y fiestas, y al final, nos encontramos donde empezamos: solos.
Pero, ¿por qué es tan difícil encontrar a “nuestra media naranja”? Según el autor, quizá el problema es que somos demasiado perfeccionistas. Esperamos que una sola persona satisfaga todas nuestras necesidades emocionales.
Sin embargo, estas necesidades emocionales son complejas y demasiado diversas, como para ser satisfechas por una sola persona. Y podríamos aprender de los antiguos griegos. Creían que el amor se presentaba en seis formas distintas: Eros, el amor ardiente, apasionado pero peligroso; Storge, entre amigos y seres queridos; Ludus, la alegría que se encuentra en los nuevos amantes e hijos; Pragma, la complicidad que se desarrolla con el tiempo; Ágape, el amor desinteresado y caritativo por nuestros semejantes; y Philautia, el amor a uno mismo, que podría ser una aceptación positiva que se convierte en la base para crear confianza o una autoobsesión perjudicial.
En lugar de depender de una sola pareja para cumplir con todos estos requisitos, los antiguos griegos creían que cada papel podía ser desempeñado por diferentes personas. Esto les permitió distribuir sus necesidades emocionales en múltiples frentes lo que les facilitó encontrar el amor.
Pero, ¿cómo llegamos de este antiguo ideal griego a nuestro caos actual? Las seis formas griegas de amor se fusionaron gradualmente a lo largo de los siglos: los orígenes de esta tendencia se remontan a la literatura árabe medieval, que popularizó la pasión entre dos amantes y la unión de sus almas. El concepto se extendió a la Europa medieval, donde se combinó con el desinterés de ágape para formar el amor cortés, y el concepto de amor platónico.
En la cultura caballeresca, se esperaba que los caballeros hicieran actos nobles y desinteresados en nombre del amor. Los holandeses hicieron de estas pasiones el centro de la gestión, que antes era un contrato de alianza, en el siglo XVI, y las combinaron con la philia/storge y pragma que crecían entre los cónyuges.
Finalmente, el capitalismo del siglo XX trajo el narcisismo de philautia, cuando el amor se entrelazó con el consumismo. Si queremos encontrar el amor verdadero, debemos deshacer más de dos mil años de historia y buscar Individuos venosos para satisfacer nuestras muchas necesidades emocionales.
¿Cómo se unieron el amor y el capitalismo?
Hasta finales del siglo XIX los diamantes se podían localizar únicamente en los ríos en la India y las junglas de Brasil, y la producción se limitaba a pocas libras cada año. Pero alrededor de 1870 se descubrieron minas de diamantes en Sudáfrica lo cual implicó un gran flujo de estos minerales en el mercado y con ello la caída de su precio.
Al aumentar la oferta de diamantes pasaron a ser como cualquier otra materia prima, un mercado que fluctúa. Pero al ver esto y conocer el estado de materias primas como el oro y su gran fluctuación, las empresas productoras de diamantes decidieron unirse para crear un monopolio y con ello controlar su precio, y así fue como nació De Beers Consolidated Mines.
El trabajo que ha hecho De Beers es mucho más que conseguir un monopolio para establecer los precios de los diamantes, es un mecanismo para convertir pequeños cristales de carbón en símbolos de riqueza, poder y romance, universalmente aceptados.
Para ello De Beers tuvo que tomar el control de la oferta y la demanda de este producto, y transformar los puntos de vista de hombres y mujeres para convertir los diamantes en una parte inseparable del proceso de seducción y el matrimonio.
De Beers tuvo que asociar este sentimiento con el ejemplo de los diamantes para poder estabilizar el mercado y evitar que actuase como los del oro, plata y otros metales preciosos. Y la clave fue asociar una emoción que evitase la reventa de estas piedras preciosas, los diamantes tenían que dar la impresión de ser un forma física de la eternidad de la relación
En concreto tuvieron que llevar a que los hombres jóvenes considerasen los anillos de bodas de diamantes como la mayor demostración de amor. Cuanto más grandes y de mejor calidad, mayor el amor que demuestran.
De la misma forma, debian llevar a las mujeres a pensar que los diamantes eran necesarios como una muestra del amor de sus parejas y como un paso necesario del proceso de cortejo.
Cómo convertir carbón en amor
Para inculcar esta emoción, comenzaron regalando sus productos a las estrellas de cine, los ídolos de las masas y por lo tanto objeto de su admiración y deseo de imitación, para que los usasen como muestra de su amor eterno.
El siguiente paso fue comenzar por el nicho que más valoraba la apariencia y con suficiente poder adquisitivo para comprar. Crearon anuncios en las revistas que leía la “élite económica del país”, y con ello hicieron uso del bias o heurística de la disponibilidad, por la cual cuando más fácil es recordar algún producto mayor es la probabilidad de que le demos prioridad.
Además hicieron uso de la teoría de la clase ociosa por Thorstein Veblen de la siguiente forma.
Para llamar aún más la atención de su nicho de interés hicieron uso del bias de asociación por el cual cuando asociamos algo nuevo con algo que ya nos gusta o consideramos importante es mucho más fácil que pasemos a sentir lo mismo por el nuevo elemento. Para ello asociaron los cuadros de los pintores más aclamados del momento, Picasso, Dalí, Dufy, con sus diamantes, de forma que se empezasen a asociar los diamantes con clase, arte y refinamiento.
En paralelo también establecieron el Centro de información de Diamantes que permitió generar un sentimiento de autoridad en toda la información que producían para dar más peso a los diamantes.
De esta forma los diamantes pasaron de ser piedras a ser la cristalización de las experiencias, esfuerzo, refinamiento, buen gusto y éxito de los hombres, y en el caso de las mujeres se convertían en una especie de señal de seguridad económica para los próximos años y en un símbolo de estatus. Cuanto más grande el diamante, mayor el estatus.
El resultado de 20 años de marketing fue una generación que consideraba los diamantes como parte indispensable de su ideal romántico.
