
Resumen del libro Ejercicio: Cómo Es Que Nunca Evolucionamos Para Hacer Ejercicio por Daniel Lieberman 2021 (Exercised 2020)
Resumen corto: Exercised es un relato sobre actividad física, descanso y salud humana. Basándose en investigaciones pioneras en los campos de la ciencia del ejercicio, la teoría de la evolución y la antropología, presenta una descripción única de las necesidades y habilidades del cuerpo humano.
¿Quién es Daniel Lieberman?
Daniel Lieberman es profesor de Biología Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard. Un experto mundialmente reconocido en la evolución y la salud humana, y autor de más de 150 artículos revisados por pares, sus otros títulos incluyen La historia del cuerpo humano y La evolución de la cabeza humana.
Colección de Los mejores libros de Productividad y Aprendizaje

“Hacer más deporte”
“Hacer más deporte” probablemente esté en nuestra lista de tareas pendientes. Y no es de extrañar: la actividad física se promociona como un remedio para la obesidad, las enfermedades mentales, el cansancio y una larga lista de dolencias físicas.
Todos estos consejos tienen buenas intenciones, pero pueden resultar confusos. Sabemos que correr es saludable, pero ¿no daña nuestras rodillas? Sabemos que debemos dormir ocho horas, ¿por qué muchos de nosotros nos despertamos después de las siete?
Cuando imaginamos a nuestros primeros antepasados humanos, probablemente los imaginamos como fuertes. Ya sea que estén cazando animales, navegando por paisajes duros o incluso peleando, es probable que los imaginemos como activos en lugar de sedentarios, y en parte eso es bastante preciso.
Para nuestros predecesores, la actividad física era una parte ineludible de la vida. Mientras que podemos parar en un supermercado para comprar comida, los primeros humanos no tenían esa opción; si querían comer, tenían que moverse.
Entonces, ¿qué nos dice eso sobre el ejercicio? ¿Que es algo que la evolución nos obliga a hacer? ¿Que es completamente natural? La respuesta corta es que no evolucionamos para hacer ejercicio.
A primera vista, esta es una idea impactante: si evolucionamos para ser físicamente activos, seguramente evolucionaremos para hacer ejercicio. ¿Cual es la diferencia?
El quid de la cuestión es que el ejercicio es una actividad física voluntaria, realizada para mejorar nuestra salud y estado físico. Los seres humanos evolucionaron para ser activos cuando las circunstancias lo exigen, como cuando la comida se está agotando. Con algunas excepciones como el baile, no evolucionamos para participar en actividades innecesarias.
En resumen, la evolución no nos ha dado ningún impulso para hacer ejercicio; por el contrario, obligarnos a ponernos en movimiento implica superar algunos de nuestros instintos básicos. Nuestra aversión a la actividad innecesaria tiene sentido. Moverse requiere energía, y para obtener energía, necesitamos alimentos.
Hasta hace poco, evolutivamente hablando, la comida era difícil de conseguir, lo que significaba que desperdiciar energía era peligroso. Cualquier actividad innecesaria en la que participamos agota nuestras reservas, dejándonos con menos energía para dedicar a las tareas vitales.
Entender por qué mantenerse en forma es difícil, puede ayudarnos a adoptar una actitud más comprensiva hacia nosotros mismos y hacia los demás No deberíamos criticar a la gente por su reticencia a hacer ejercicio; debemos darnos cuenta de que superar nuestros instintos requiere trabajo y dedicación.
En el pasado, dicen los expertos, la gente dormía hasta diez horas por noche
Hoy en día, el occidental promedio obtiene siete, una hora menos que las ocho recomendadas. Y el cinco por ciento de nosotros duerme menos de cinco horas cada noche.
Según los expertos, los efectos de esta “epidemia” son terribles. La falta de sueño promueve la obesidad, provoca accidentes automovilísticos y afecta nuestro rendimiento en el trabajo; perjudica a todos estos aspectos de nuestra vida.
Pero según el autor, hay mucho más dentro de esto de lo que parece. La idea de que necesitamos dormir ocho horas por noche tiene un origen turbio. Nadie está seguro de cómo surgió, pero lo que sí sabemos con certeza es que, en el siglo XIX, a los trabajadores de las fábricas en huelga les gustaba gritar: Ocho horas para trabajar, ocho horas para descansar, ocho horas para lo que queramos” Cómo lema, es fácil de recordar, pero su validez científica es cuestionable.
En los últimos años, nuestra comprensión del sueño se ha visto revolucionada por Jerome Siegel y sus colegas de UCLA.
Siegel y su equipo investigaron los hábitos de sueño de los grupos de cazadores-recolectores y cazadores-agricultores en Tanzania, la selva amazónica y el desierto de Kalahari. Descubrieron que estas poblaciones no dormían más, sino menos, que las que vivían en el mundo industrializado. En promedio, dormían alrededor de seis y media cada noche, con un poco menos en verano y un poco más en los meses de invierno. Pero cabe recordar que estos estudios no suelen tener en cuenta la esperanza de vida, así como el efecto de otros factores que no pueden controlar.
La investigación sobre los agricultores amish, los haitianos rurales y los agricultores de subsistencia en Madagascar mostró resultados similares. Esto podría indicar que dormir ocho horas no es “lo natural”, aunque hay que recordar que una gran parte de la población de Haití no es nativa del lugar, sino que fueron trasladados durante la época colonial. Así como el hecho de que hay varios artículos, y libros como el de ¿Por qué dormimos?, que presentan todos los problemas asociados a la falta de sueño.
Ciertos estudios indican que las personas que duermen siete horas viven más que las que duermen más o menos, pero como con todo, es posible que se esté confundiendo la correlación con causalidad. En estos casos, es mejor escuchar lo que dice nuestro cuerpo.
Los cánones de belleza son en muchos casos algo que se desarrolla sin relación con la evolución, sobre todo si no tiene una relación directa con la supervivencia
Si hay algo que sabemos sobre nuestros antepasados cazadores-recolectores, es que deben haber sido fuertes. Según los entusiastas del fitness, los defensores de esta teoría creen que las actividades cotidianas de nuestros antepasados los habrían mantenido en forma, musculosos y delgados; la caza de animales habría puesto a prueba su resistencia.
Desde este punto de vista, nuestros estilos de vida modernos y sedentarios nos ha hecho débiles; depende de nosotros recuperar los cuerpos fuertes que la evolución dio. Pero esto vuelve a ser algo que no está demostrado. Los cánones de belleza son en muchos casos algo que se desarrolla sin relación con la evolución, sobre todo si no tiene una relación directa con la supervivencia.
Una vez más, hay un pequeño problema con esta imagen de la humanidad preindustrial: está en desacuerdo con lo que se ve hoy en las poblaciones de cazadores-recolectores.
Tomemos como ejemplo a los hadza, un pueblo cazador-recolector de Tanzania. Son delgados y moderadamente fuertes, pero generalmente no tienen mucho musculo. Las pruebas de la fuerza de agarre de Hadza y las estimaciones de la fuerza general de tronco superior concuerdan con las medias occidentales, y están por debajo de las de los atletas.
Lo mismo ocurre con otros pueblos cazadores-recolectores, como los Mbuti de África central, y los Aché de Paraguay. Están más en forma que los occidentales, pero su fuerza y tamaño muscular no son enormes. Una razón de esto es que simplemente es difícil desarrollar músculo sin equipo de gimnasio. El entrenamiento con el peso corporal, es decir, el ejercicio en el que usamos el peso de nuestro propio cuerpo como resistencia, nos ayuda a ponernos en forma, pero a menos que ganemos más, el peso que levantamos sigue siendo el mismo. Con el tiempo, esto hace que aumentar nuestra fuerza sea un desafío.
Desde una perspectiva evolutiva, existe una razón más fundamental por la que no todos somos grandes. Mantener los músculos requiere calorías. De media, aproximadamente una quinta parte de nuestra ingesta energética se destina al mantenimiento muscular, pero si aumentamos nuestra masa muscular, aumentaremos esa cifra.
Los beneficios de tener mucho músculo, no fueron lo suficientemente significativos como para compensar los costes de mantener la masa muscular.

Los clientes que disfrutaron de este libro también disfrutaron de
Siguenos y Disfruta de Nuestros Resúmenes Gratis Directamente en tus Redes Favoritas
