
Resumen del libro El Yo Sugestible (Suggestible You: The Curious Science of Your Brain’s Ability to Deceive, Transform, and Heal) por Erik Vance
Resumen corto: Sugestible you (2016) explica como nuestras expectativas afectan a las respuestas de nuestro cuerpo a la enfermedad, el dolor y e incluso a nuestra memoria. Explora cómo el poder de la sugestión humana cambia los procesos que suceden en nuestros cuerpos y mentes. Y cómo podemos, aprovechar esta capacidad para mejorar nuestras vidas, ya sea en la medicina o en la vida cotidiana.
¿Quién es Erik Vance?
Erik Vance es un escritor científico licenciado en biología y trabajó como investigador, educador y consultor ambiental antes de comenzar su carrera como periodista en 2005. Su trabajo ha sido publicado en Harper’s Magazine, New York Times, Scientific American y National Geographic. Es editor colaborador de la revista Discover.
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Intentemos recordar la última vez que tomamos un analgésico. ¿Recordamos haber sentido sus efectos extendiéndose por nuestro cuerpo?
Si es así, estamos experimentando el efecto placebo. Los analgésicos tardan al menos 15 minutos en actuar. Ese alivio inmediato que muchos de nosotros sentimos cuando tomamos una pastilla se reduce, no a una sensación física real en el cuerpo, sino a lo que esperamos que suceda. Es como si nuestro cuerpo tuviese una lista de tareas, y el dolor fuese la prioridad numero uno. Al ver que hemos hecho algo para evitarlo, nuestro cuerpo asume que puede seguir con lo siguiente, y se activa el efecto placebo.
Un placebo se refiere a una sustancia que es neutra o inerte, como una pastilla de azúcar, pero que tiene un efecto positivo en un paciente. Un ejemplo de como se usa el concepto de placebo, pero en este caso de forma poco ética, son los remedios homeopáticos.
La idea detrás de ellos es que es la esencia de la medicina la que tiene el efecto curativo. Si lo diluimos con agua hasta que no quede nada, el agua transmitiría la esencia y curaría al paciente. Los médicos están de acuerdo en que es un placebo. Las píldoras no tienen ingredientes activos, o al menos no tienen la concentración suficiente para causar los beneficios declarados. Y, sin embargo, para algunas personas, los efectos son reales.
Por ejemplo, si estamos deprimidos y no podemos salir de casa, es posible que estemos dispuestos a hacer cualquier cosa. Una mujer en esta situación pasó por años de medicamentos y terapia que no habían ayudado en nada. Finalmente, recurrió a la homeopatía.
Cuando vio al homeópata, hablaron durante horas sobre su vida y su estado. Resultó que la mujer podía relacionar su tristeza desde una noche helada de su infancia, cuando ella y su familia huían de los Nazis en Alemania. Basado en esa conversación, el homeópata encontró una solución: una dosis regular de nieve derretida en un vial. Los homeópatas creen que lo similar cura lo similar, se suponía que reflejaba el poder de esa aterradora noche fría, y según el autor, funcionó. La mujer mejoró e incluso comenzó a viajar para ver a sus amigas. Todo por unos sorbos de agua en un vial.
¿Qué hay detrás de este fenómeno?
La historia que vincula su tristeza con esa noche fría que el homeópata ayudó a crear resonó con ella. Las historias que nos contamos crean nuestra visión de nosotros mismos y del mundo, que afecta a nuestra percepción del mismo. Dan forma a cómo vemos las cosas. Al ayudar a la mujer a dar sentido a sus sentimientos a través de una historia, el homeópata la ayudó a dejar de lado los miedos que la atrapaban en el interior.
La nieve en el frasco era un apoyo. Pero revela el poder de la sugestión.
El papel del dolor
A pocas personas les gusta el dolor. Sin embargo, el dolor juega un papel crucial en nuestra supervivencia. Es la forma en que nuestro cuerpo nos dice cuándo algo va mal y se debe tomar acción, ya sea un dolor de muelas o una mordedura de serpiente. El dolor nos dice qué hacer y qué evitar.
Pero el dolor puede permanecer mucho tiempo después de que haya desaparecido la causa. Se llama dolor crónico y afecta a tres de cada diez personas en los EE. UU.
Se sabe desde hace mucho tiempo que los placebos funcionan particularmente bien en el dolor crónico. Es tanto una bendición como una maldición. ¿Por qué? Significa que puede aliviar el dolor con tratamientos no probados, pero es difícil probar que un tratamiento que funciona es más que un placebo.
Pero, ¿por qué es el dolor es susceptible al efecto placebo en primer lugar? Nuestro cerebro produce los compuestos necesarios para detener el dolor, y los placebos ayudan que el cerebro los produzca, actúan como una señal.
Algunos de estos compuestos son parecidos a los opioides y los químicos cerebrales que los producen se denominan endorfinas. Los opioides son conocidos por sus efectos analgésicos y su capacidad adictiva. Una de las razones por las que son eficaces es porque el cerebro los produce por sí mismo y desempeñan un papel en muchas de sus funciones básicas, como regular el apetito y la sensación de placer. Los placebos actúan activando la parte del cerebro responsable de la producción de opioides y liberando esas importantes endorfinas. Reduciendo la sensación de dolor.
Pero las endorfinas no son el final de la historia. Nuestro cuerpo tiene muchas otras sustancias químicas. Por ejemplo, los endocannabinoides, el tipo de sustancias químicas que se encuentran en la marihuana. Ayudan a suprimir el dolor. Y está el neurotransmisor serotonina, que está involucrado en el sentimiento de felicidad. Y la dopamina, que es responsable del procesamiento de recompensas.
Lo que todos tienen en común es que responden bien a los placebos. Tomar un placebo hace uso de esta maquinaria del cerebro para reducir los efectos de sensaciones como dolor, depresión, ansiedad, náuseas y adicción. Nuestro cuerpo ya tiene los recursos para superarlos, la única cuestión es cómo activarlo.
Los efectos del placebo
Durante unos ensayos clínicos en 2011 para una nueva terapia para tratar la enfermedad de Parkinson, una condición incurable que reduce el control del cuerpo, hubo un paciente para quien el tratamiento pareció ser un éxito. Todos sus síntomas desaparecieron. Dejó de arrastrar las palabras, su letra mejoró e incluso pudo volver al trabajo. Finalmente, después de años de buscar alivio, se sintió como él mismo de nuevo.
Imagine la decepción de los investigadores cuando llegaron los resultados. Resultó que el paciente había recibido un placebo. Su cerebro había logrado las mejoras por sí solo, sin el medicamento.
A partir de estudios como este, los científicos saben que algunas personas tienen más probabilidades de responder a los placebos que otras. Pero no están seguros de por qué. Y esta pregunta es particularmente difícil, porque es difícil replicar los hallazgos. La misma persona podría responder a un placebo hoy, pero no mañana. Y luego uno diferente podría funcionar al día siguiente. No hay forma de saberlo.
Sin embargo, ha habido algunos avances. Por ejemplo, los investigadores han descubierto ciertos genes que hacen que una persona sea más propensa a responder a un placebo. Estos genes participan en la regulación de la forma en que el cerebro produce varias hormonas como la dopamina. La búsqueda aún continúa, pero la buena noticia es que ya no es un completo misterio.
Este tipo de investigación genética podría facilitar los ensayos de medicamentos: si sabemos de antemano quién responderá, probablemente, a un placebo, excluimos a esas personas del ensayo. Y abre todo un mundo de terapias personalizadas adaptadas a la estructura genética de una persona.
Por lo tanto, las personas para las que funciona el fármaco recibirán una terapia eficaz. Y los que respondieron al placebo, sacarán mayor partido a cualquier medicamento.
