
Resumen del libro El Principio por Alexander Loyd 2015 (Beyond Willpower)
Sinópsis/Resumen corto: El Principio (2015) es una guía para lograr nuestras metas. ¿Nos consideramos una persona feliz, saludable y exitosa? ¿O nos sentimos como si fuéramos un juguete del destino, empujados por circunstancias que no podemos controlar? El libro nos explica cómo elegir metas que nos permitan conseguir satisfacción y amor, a la vez que nos advierten sobre los obstáculos que podemos encontrar en el camino y cómo lidiar con ellos.
¿Quién es el Dr. Alexander Loyd?
El Dr. Alexander Loyd es psicólogo, naturópata y speaker de renombre. Es el autor del best-seller internacional, El Código de la Memoria.
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¿Por qué buscamos tener dinero o éxito?
“El hombre sabio no se considera indigno de cualquier regalo de la mano de la Fortuna: no ama la riqueza pero preferiría tenerla; no admite en su corazón sino en su casa; y la riqueza que es suya no la rechaza sino la mantiene, deseando que le abastezca con una mayor amplitud para practicar su virtud.
El hombre sabio considera la riqueza como un esclavo, el necio como su maestro”-Seneca
Las metas basadas en cosas como el dinero, los logros o la salud, conocidas como circunstancias externas, son la elección incorrecta. Aun así, la mayoría de las respuestas que la gente da a esta pregunta se basan en circunstancias externas.
Pero, ¿qué hay de malo en querer hacerse rico, ganar una medalla olímpica o estar en perfecta forma? No tienen nada de malo, pero, en el fondo, nada de eso describe por qué nos levantamos de la cama esta mañana, o qué nos mantendrá motivados mañana. Las metas basadas en circunstancias externas no impregnan todo lo que hacemos.
En cambio, las personas eligen metas porque creen en mitos, como la idea de que el dinero los hará felices. Sin embargo, mientras cosas como la riqueza material pueden traernos alegría por un tiempo, ser millonario no es garantía de una vida feliz.
La riqueza es útil, es una forma de, según palabras de Charlie Munger, “comprar nuestro tiempo al mundo” para usarlo en aquello que consideramos importante. Llegado cierto punto, tener riqueza se convierte en la clave para tomar el control de nuestro tiempo y capacidad mental.
Es por eso que las mejores metas se basan en alcanzar un estado interior particular, como sentirse tranquilo o lleno de amor. Una meta que nos permita sentir ganas de seguir adelante. Pero, si ya hay una meta más profunda que nos motiva, ¿por qué es difícil identificar lo que queremos de la vida?
¿Cómo podemos saber si estamos en el camino correcto para alcanzar nuestro objetivo final de éxito?
A veces, vivir nuestra vida puede ser como navegar por una densa jungla. ¿Cómo podemos saber si estamos en el camino correcto para alcanzar nuestro objetivo final de éxito? En primer lugar, necesitamos saber cómo es nuestro deseo. Para alcanzar nuestro objetivo final, nuestros deseos deben estar en consonancia con él. Si nuestro deseo no coincide con nuestra meta, estamos en el camino equivocado.
Por ejemplo, digamos que nuestro objetivo final es la paz interna. Si uno de nuestros deseos es obtener un título de posgrado, y hacerlo haría que nuestra vida fuera más estresante, perseguirlo nos impediría alcanzar nuestro objetivo final.
Es decir, las metas de éxito se basan en circunstancias externas. Más bien, están relacionados con cosas que podemos lograr en ese momento. Parte de la definición de una meta de éxito es que alcanzarla está bajo nuestro control. Y, para que tomemos el control de nuestras metas, estas deben tener características que los deseos no tienen.
Así es como los dos difieren: mientras que los deseos pueden basarse en fuerzas externas, el objetivo de éxito puede corresponder a un estado interno. Otra diferencia es que lo que queremos está en el futuro. Es posible que queramos ir de vacaciones a una isla desierta, pero aún no tenemos el capital para hacerlo.
Por otro lado, nuestro objetivo final de éxito es algo que buscamos alcanzar en este momento. Aunque no tenemos control sobre si nos sentimos felices dentro de dos años, está bajo nuestro control sentirnos felices en este momento.
Por lo tanto, dejemos de lado los deseos eternos sobre los que no tenemos control y centrémonos en alcanzar nuestra meta ahora mismo, en el presente.
¿Cómo podemos superar los miedos que se interponen a que cumplamos nuestras metas?
Imaginemos que nuestro deseo es lanzar nuestro propio negocio, pero no tenemos idea de cómo hacerlo. Cuando nos damos cuenta de esto, los pensamientos negativos pueden llenar nuestra cabeza, llevándonos a creer que no tenemos suficiente tiempo para recaudar suficiente dinero y que somos incompetentes para hacer realidad nuestro sueño. Incluso podríamos pensar que el fracaso nos hará parecer idiotas y quedarnos paralizados ante esta posibilidad.
¿Cómo podemos superar estos miedos? Podemos empezar por escribirlos y calificarlos de cero a diez. Siendo el cero el que menos nos preocupa y el diez el que más tememos. Si estamos preocupados por el dinero, podríamos darle un siete, mientras que el tiempo, que nos preocupa menos, podría obtener un tres. Al enumerar nuestros miedos de esta forma, notaremos los pequeños cambios que ocurren con el tiempo.
Después, es recomendable hacer una lista de nuestros deseos y evaluar cuán seguros estamos de nuestra capacidad para lograrlos. En este caso, un cero corresponde a ninguna medida de confianza y un diez a certeza.
Ahora que tenemos nuestros miedos y deseos por escrito, podemos abordar nuestras preocupaciones mientras aumentamos nuestra confianza. Es mejor asegurarnos de mantenerlo hasta que nuestros pensamientos negativos sean cosa del pasado. Es decir, hasta que los califiquemos como ceros en la escala de diez puntos.
¿Por qué nos cuesta mantener la disciplina?
Imagina que es un día de agosto. tenemos cinco años y queremos helado. ¿Cómo comunicamos nuestro deseo?
El niño quiere algo, en este caso, helado. El niño hace un plan para conseguirlo, por ejemplo preguntándole a su madre. Pero, si el niño no obtiene lo que quiere, cambia el segundo paso para utilizar su fuerza de voluntad, exigiendo persistentemente un helado hasta que lo consigue.
Cuando su madre le dice que no, él puede suplicar, negociar e incluso ofrecer limpiar su habitación a cambio de lo que quiere. Este modelo es el resultado de nuestra tendencia a buscar placer, y evitan el dolor.
Debido a su ansia de placer, el niño forma y lleva a cabo planes para obtener cosas placenteras y así es como nace lo que el autor llama el modelo de tres pasos. El problema es que, si bien podemos idear un plan, llevarlo a cabo y obtener lo que queremos, nos traerá un placer fugaz y problemas posteriores.
Sin embargo, aunque podría funcionar bien para los niños, aplicar este modelo como adultos nos impide alcanzar la satisfacción que buscamos. Si nuestra respuesta predeterminada es perseguir cualquier experiencia placentera, encontraremos una nueva meta externa y nunca experimentaremos la satisfacción que viene de dentro. Nuestro niño interior puede impedir que seamos felices.
¿Que es la memoria celular?
Hasta hace poco se creia que lo único que controlaba nuestra salud, comportamiento y otros factores biológicos eran los genes y que estos los obteniamos al nacer y no cambiaban a lo largo de la vida. Pero este punto de vista no podría estar más equivocado. El campo de la epigenética estudia como nuestro entorno afecta al comportamiento de nuestros genes, y como funcionan.
Por ejemplo, se sabe que si nuestra madre pasó por periodos de estrés o hambruna mientras estábamos en gestación, tendemos a tener un cerebro más pequeño, mayores niveles de estrés y una menor tolerancia a la ansiedad y estrés.
Uno de los ejemplos más conocidos de esto, es el de la hambruna holandesa que se dio a finales de la segunda guerra mundial, cuando el bando alemán vio que no podían ganar empezaron a retirarse, y los holandeses aprovecharon la oportunidad para aumentar sus intentos de resistencia. Para evitar que siguieran decidieron dejarles sin alimentos, lo que acabó causando una hambruna repentina que duró alrededor de tres meses, el tiempo que tardaron los aliados en obtener la victoria final.
Se ha visto que los bebés que estaban en cierta parte de su periodo de gestación tenían una mayor tendencia a la obesidad y la diabetes, y menor tolerancia al estrés así como un mayor porcentaje de enfermedades mentales.
Esto se debe a que como fetos se vieron obligados a desarrollar técnicas para almacenar más energía de cada comida, en forma de grasa y aumento de la producción de insulina, que al unirlos con una dieta normal, resultaron en una combinación casi letal.
Muchas enfermedades tanto físicas, como el cáncer o la diabetes, como mentales, como la depresión, pueden ser el resultado de las memorias celulares.
