Resumen del libro Cómo cortar con tu móvil por Catherine Price 2018 (How to Break Up With Your Phone)

Resumen del libro Cómo cortar con tu móvil por Catherine Price 2018 (How to Break Up With Your Phone)

Resumen corto/Sinópsis: Cómo cortar con tu móvil (2018) estudia nuestras relaciones, cada vez más adictivas, con nuestros teléfonos. El libro nos explica cómo podemos empezar a usar los teléfonos de forma más consciente y pasar de usarlos como dispositivos que proporcionan distracciones interminables a usarlos como herramientas para mejorar nuestras vidas. 

¿Quién es Catherine Price?

Catherine Price es una periodista científica y autora con sede en Filadelfia. Su trabajo ha aparecido en The New York Times, Washington Post y San Francisco Chronicle, entre otras publicaciones. Vitamania (2015) y 101 lugares para no visitar antes de morir son dos de sus otros libros

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Nuestra relación con los teléfonos móviles

¿Hay algún día en el que no estemos mirando el teléfono mientras estamos en el autobús, esperando en la sala de espera del médico o caminando por la calle? Esto puede parecer inocuo, pero todo ese tiempo que pasas mirando una pantalla no es bueno, no solo porque nos este afectando a la vista, sino también porque nos lleva a perder la capacidad de entendernos. 

El uso constante de los smartphones evita que seamos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor. Los teléfonos son adictivos porque están diseñados para serlo. Está bien enviarles mensajes por un corto período de tiempo, pero usarlos sin pensar todo el día puede ser peligroso. 

Según una encuesta de Deloitte realizada en Estados Unidos en 2016, el estadounidense promedio revisa su teléfono 47 veces al día. Este número se dispara a 82 veces por día en el grupo de edad de 18 a 24 años. Lo que esto significa en términos de tiempo fue aclarado por un estudio de 2015 publicado en hackernoon.com. Los estadounidenses pasan de media cuatro horas al día con sus teléfonos, 28 horas a la semana, o el equivalente a un trabajo a tiempo parcial.

Muchos de nosotros podríamos pensar que esto no se aplica a nosotros, pero hay una prueba simple que podemos usar para saber si caemos en esta categoría. La prueba de compulsión de smartphones es como se llama. Está disponible online y fue creado por el Dr. David Greenfield de la Universidad de Connecticut. Entre las preguntas clave están: 

¿Pasamos alguna vez más tiempo de lo que deberíamos en nuestros teléfonos? ¿Navegamos y entramos en aplicaciones sin un sentido de propósito? ¿Hablamos con gente más en nuestros teléfonos que en persona? ¿Dejamos nuestros teléfonos encendidos en la cama? ¿Dejamos de hacer lo que estamos haciendo para responder a una alerta en nuestro teléfono?

 Si respondemos que sí a preguntas como estas, es probable que tengamos una adicción a nuestro teléfono. 

¿Por qué son tan adictivos los teléfonos?

Si hay un tipo de experimento científico que siempre está presente en la imaginación colectiva, son aquellos en los que se manipula de alguna forma el comportamiento de las ratas. Tradicionalmente, las ratas son alimentadas o reciben descargas eléctricas para fomentar o desalentar conductas y tendencias específicas. 

Dichos experimentos muchas veces estudian el comportamiento de una hormona y neurotransmisor llamada dopamina en el cerebro. Y, es esta misma la que controla nuestra relación con nuestros teléfonos. 

Cuando se libera dopamina se une a los receptores de placer en el cerebro, lo que nos hace sentir placer. Si participamos  en una actividad que hace que se libere dopamina en el cerebro, comenzamos a asociar esa actividad con el liberador de dopamina y la realizaremos con más frecuencia. 

Cuando los humanos eran cazadores-recolectores, este aumento de dopamina tenía un propósito. Nos llevaba a buscar comida y cazar, y nos permitía centrarnos en aquellas actividades que podían tener alguna recompensa y que podrían estar relacionadas supervivencia.

El problema es que la evolución no nos preparó para el tipo de vidas que llevamos hoy en día, sea por las distracciones constantes, o el exceso de alimentos dulces de nuestras dietas, nuestra respuesta de dopamina se ha vuelto una espada de doble filo.

Y el hecho de que cada vez sepamos más sobre como funciona el cerebro, y que el dinero vaya hacia aquellos que pueden hacer uso de estos descubrimientos, ha resultado en industrias enteras cuyo trabajo es hacer productos adictivos. 

Tomemos, por ejemplo, a Ramsay Brown, el fundador de Dopamine Labs, que desarrolla algoritmos para aplicaciones de redes sociales. Cada algoritmo está destinado a provocar la liberación de dopamina en el cerebro de los usuarios individuales. Como resultado, continúan usando sus teléfonos e interactuando con la aplicación en cuestión durante períodos de tiempo más prolongados. 

Por ejemplo, un algoritmo puede guardar un “Me gusta” o mensajes de otros usuarios, y observa los patrones de interacción de la aplicación del usuario para predecir cuándo se aburre para que le pueda enseñar otro tema y mantenerlo conectado. En ese preciso momento, la aplicación libera todos sus Me gusta y mensajes guardados previamente. Esta retroalimentación del usuario hace que se libere dopamina en el cerebro del usuario. Como resultado, siguen en el entorno de la aplicación, y con el tiempo empezamos a desarrollar una adicción.

¿Por qué nos cuesta mantener la concentración?

Solemos pensar que nuestra tendencia a distraernos es algo malo, pero en realidad, en el contexto de nuestros ancestros era una de las razones por las que podían sobrevivir. Teníamos que ser conscientes de nuestro entorno, porque un depredador puede estar al acecho en la maleza y a menos que estemos preparados para huir es poco probable que sobrevivamos. 

Nuestra propensión a distraernos se debe a la neurobiología. Concentrarse requiere que nuestro cerebro haga un esfuerzo, porque en primer lugar, el cerebro debe decidir en qué concentrarse. La corteza prefrontal se encarga de esta compleja tarea. Y, como un gran músculo, la corteza prefrontal se cansa rápidamente. Se abruma si se ve obligada a tomar demasiadas decisiones seguidas. Rápidamente nos distraemos porque no estamos seguros de en qué concentrarnos. 

En segundo lugar, mantener la concentración requiere esfuerzo. El cerebro debe filtrar todas las entradas internas y externas innecesarias y aunque no seamos conscientes de ello, nuestro cerebro necesita un gran esfuerzo para mantener altos niveles de concentración. Entonces, ¿qué pasa con los teléfonos? Resulta que son excelentes para distraer el cerebro. Para entender por qué, comparémoslos con los libros. 

Las distracciones solo vienen del mundo exterior cuando estamos leyendo un libro. Quizá alguien llame a la puerta o recibamos una llamada telefónica. Es bastante claro para el cerebro dónde debe centrar su atención. Los teléfonos, en cambio estan llenos de distracciones sea enlaces, mensajes o las ventanas emergentes el cerebro tiene que trabajar más para mantener mantener la concentración. 

Como resultado, sucumbe  a las distracciones. Antes de que nos demos cuenta, estamos navegando por la web o revisando correos electrónicos en lugar de hacer lo que nos propusimos hacer. Esto nos enseña una lección valiosa: si necesitamos leer, es mejor leer una copia impresa o un libro electrónico sin publicidad que intentar hacerlo en nuestro teléfono.

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