El Mito del Multitasking

El Mito del Multitasking

¿Qué es el multitasking?

Multitasking es el término que usamos para referirnos a la habilidad de hacer varias tareas a la vez. Debido a que “parece” que podemos hacer dos o más acciones a la vez, como puede ser escuchar música a la vez que leemos algo, solemos pensar que el multitasking es una habilidad que se puede desarrollar. 

Pero por desgracia, diversos estudios explican como el multitasking es realmente algo que “nuestro cerebro nos hace creer”.

En realidad no somos capaces de hacer varias tareas que requieran nuestra concentración a la vez, sino que simplemente se trata de hacer cambios tan rápidos, que parece que estuviésemos haciendo ambas.

De la misma forma que nuestro cerebro es capaz de evitar que detectemos que tenemos un punto ciego, que es la zona de la retina en la que surge el nervio óptico y que por lo tanto carece de la capacidad de recibir luz y por lo tanto ver, que nuestro cerebro “recrea” para que no notemos estos espacios, también es capaz de “fabricar” la percepción de que podemos saltar de un tipo de tarea a otra sin problemas.

Pero que nuestro cerebro pueda hacer que parezca que podemos hacer dos tareas a la vez sin problemas, no significa que realmente debamos intentarlo.

El coste de cambio o switching cost

La principal desventaja del fenómeno de multitasking es que el cambio de una tarea en la que estamos altamente concentrados, a otra que también requiere alta concentración, es lo que se conoce como coste de cambio, o switching cost.

El coste de cambio es el fenómeno por el cual cada vez que cambiamos de una tarea a otra, debemos hacer un esfuerzo para recordar lo que estábamos haciendo y pensando lo cual por desgracia suele implicar que olvidemos parte y que por lo tanto se pierda algo de efectividad cada vez que cambiamos de tarea.

Esto afecta sobre todo cuando se trata de tareas altamente complejas, ya que la cantidad de elementos a tener en cuenta es mayor y por lo tanto la cantidad de ideas que podemos olvidar también aumenta.

De esta forma, intentar hacer varias tareas a la vez implica que no podremos concentrarnos por completo en 1 y desarrollarla lo cual a su vez implica que no podremos usar lo que Cal Newport llama trabajo profundo, o deep work, que se basa en concentrarse en un tema para desarrollar ideas y conceptos más complejos.

La diferencia entre estar ocupado y hacer trabajo

El trabajo profundo es lo que muchos expertos consideran como la clave de la efectividad y productividad real, es lo que nos permite acercarnos a la maestría, y por lo tanto tener demasiadas tareas a la vez nos aleja de esto y lleva a que estemos ocupados en lugar de trabajando.

Estar ocupado implica desarrollar una multitud de tareas que no tienen porque ser nuestras prioridades reales, pero que implican una carga cognitiva significativa debido a su número. Un ejemplo de trabajo que lleva a estar ocupado en lugar de ser productivo es mirar los emails cada poco tiempo, o hacer reuniones largas cuyo propósito no se ha especificado.

Ambos ejemplos son tareas que nos hacen sentir bien porque parece que estamos trabajando, nos permiten sentir que otras personas nos necesitan y aprecian, y hasta cierto punto se ha creado una conexión a nivel social entre estar ocupado y tener éxito.

Pero el problema es que muchas veces actúan como una excusa para no hacer tareas más difíciles o incómodas, que sí que podrían marcar una diferencia. Estar ocupados es una forma de procrastinar sin que nos sintamos mal, y por lo tanto deberíamos evitarlo.

Saltar de una tarea a otra, implica que no podemos abstraernos, y no poder abstraernos significa que no podemos sacar nuevas ideas de lo que estamos aprendiendo o haciendo y por lo tanto evita el progreso de nuestro aprendizaje. Pero debido a que nos hace sentir mejor no queremos dejar de estar ocupados.

En lugar de decir que estamos ocupados, sería más efectivo entender que queremos hacer con cada periodo de tiempo y saber así que es lo que tenemos que conseguir como resultado y por lo tanto poder hacer mejoras en nuestro método de trabajo o planes si vemos que no lo logramos.

De esta forma el multitasking se convierte en el enemigo principal de la productividad.

Multitasking e internet

El fenómeno de multitasking no es para nada nuevo, es algo a lo que nos hemos enfrentado como especie desde nuestros inicios, pero en los últimos años su efecto se ha hecho mucho más pronunciado.

Se ha visto que nuestra dependencia de plataformas como las redes sociales, y el uso de plataformas que requieren periodos de atención cada vez más cortos, como puede ser el caso de Tik Tok, está incrementando el efecto del multitasking, al inculcar hábitos de multitasking.

Cada vez somos más cuidadosos con donde usamos nuestra atención y esto lleva a que las redes usen contenido más corto, para reducir el sentimiento de aversión a la pérdida, y con ello aumentar la probabilidad de que estemos dispuestos a mirarlo, sin darnos cuenta del coste real asociado a mirar uno más de esos videos de 1 minuto.

De esta forma, cada vez que usamos una de estas plataformas estamos entrenando a nuestros cerebros para que esperen una recompensa, en forma de un subidón de dopamina, cada poco minutos, de forma que se hace cada vez más difícil que podamos disfrutar otras formas de entretenimiento que requieren una mayor concentración.

Y esto nos lleva a lo que realmente importa, cómo podemos desarrollar el hábito de concentrarnos, y con ello aumentar la efectividad de nuestras horas de trabajo, para poder crear tiempo para lo que consideramos importante.

Cómo mejorar nuestra concentración y hacer trabajo profundo

Por suerte, de la misma forma que podemos perder la capacidad de concentrarnos a través de usar las redes sociales en exceso, también podemos mejorar nuestro focus a través de entrenarlo a diario y crear hábitos para ello.

Esto se consigue gracias al fenómeno conocido como neuroplasticidad, que básicamente hace referencia a la capacidad de nuestro cerebro de moldearse a distintas situaciones y en el proceso desarrollar nuevas habilidades para adaptarse a nuestras nuevas necesidades.

Gracias a la neuroplasticidad podemos aprender nuevos idiomas, podemos aprender a jugar nuevos deportes, crear nuevos hábitos y mejorar la efectividad de nuestro trabajo.

El primer paso para ello, es aceptar que debemos limitar nuestro uso de las redes sociales, algo que muchos de nosotros no estamos dispuestos a aceptar pero que como todo, se convierte en un problema de pros y contras.

Si consideramos que nuestra vida está bien tal y como está, no hace falta que trabajemos nuestra concentración, o al menos no que tomemos medidas drásticas. Pero si en cambio queremos mejorar nuestra productividad y efectividad, debemos aceptar que la concentración es una de las habilidades más importantes.

Una de las formas de trabajar la concentración es simplemente elegir formas de pasar el tiempo que requieran más concentración pero que a su vez, nos permitan disfrutar el proceso.

Un ejemplo sería leer libros de fantasía, o ver películas o series con una trama compleja, de esta forma podremos trabajar nuestro focus a la vez que disfrutamos del tiempo libre.

Otro enfoque es el de la meditación y la introspección, dedicar tiempo a pensar y concentrarnos nos permite desarrollar el hábito de pensar y abstraernos y con ello podemos mejorar tanto nuestra concentración como nuestra creatividad.

El mundo es cada vez más competitivo, y se hace necesario desarrollar la capacidad de hacer ciertas tareas mejor que otros, para crear nuestro propio leverage.

Si podemos hacer tareas que otros no pueden debido a su complejidad o el tiempo que lleva aprender a hacerlo, podemos crear oportunidades y con ello poder aumentar el valor de nuestro tiempo para acercarse aunque sea un poco a su valor real.

Para ello debemos crear sistemas que nos permitan mejorar constantemente, y la clave de estos sistemas es la concentración.

Realmente no importa qué tipo de actividad decidamos hacer, tan solo hace falta que sea algo que disfrutemos, y que requiera concentración y metacognición, es decir pensar en lo que pensamos, porque ambas son las claves para la maestría, y la mejor forma de asegurarnos de hacerlo es si lo disfrutamos.

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