Resumen del libro Activa tu cerebro por Scott G. Halford Activate Your Brain: How Understanding Your Brain Can Improve Your Work – and Your Life 2015

Resumen del libro Activa tu cerebro por Scott G. Halford Activate Your Brain: How Understanding Your Brain Can Improve Your Work – and Your Life 2015

Sinópsis/Resúmen corto: Activate Your Brain A pesar de todos los avances científicos realizados en las últimas décadas, seguimos sin entender por completo el cerebro humano, pero eso no significa que no podamos sacarle partido a lo que hemos aprendido. Con el respaldo de estudios, ejemplos y ejercicios, este libro nos explica cómo podemos usar este conocimiento para sacarle más partido a la biología de nuestro cerebro y vivir una vida más plena y consciente. 

¿Quién es Scott G. Halford?

Scott G. Halford es un productor, autor y conferenciante ganador de un premio Emmy sobre temas como la psicología del logro, la inteligencia emocional y el pensamiento crítico. Fue incluido en el Salón de la Fama de la Asociación Nacional de Oradores en 2014 y sus libros anteriores incluyen Be a Shortcut: The Secret Fast Track to Business Success y Senseless Acts of Beauty.

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El cerebro humano

El noventa por ciento de nuestro conocimiento del cerebro humano se ha adquirido en los últimos 20 años, y todavía estamos lejos de comprenderlo. Sin embargo, una cosa que sí sabemos es que nuestros cerebros no son tan diferentes de los cerebros de nuestros parientes más cercanos: los chimpancés.

Nuestro cerebro se divide en tres partes principales, cada una con funciones distintivas, y dos de estas partes son similares a los cerebros de los simios. La primera parte se conoce como el cerebro reptiliano. Esta sección regula las funciones corporales que no controlamos conscientemente, como la respiración y los latidos del corazón.

En segundo lugar está el “sistema límbico”, que escanea  nuestro entorno en busca de peligro o recompensa. Es el centro emocional de nuestro cerebro, que se ocupa de los sentimientos y los recuerdos.

Aunque compartimos estas partes con los simios, la tercera sección es lo que nos diferencia. Esta es la corteza prefrontal, es decir, lo que nos hace “humanos”. La corteza prefrontal es responsable de la razón, el análisis y el manejo de las emociones que vienen de otras partes del cerebro.

En su libro Cambia el Chip, el autor Dan Heath nos explica la relación entre las distintas regiones del cerebro de la siguiente forma:

El Jinete: El jinete es la parte ‘’racional’’ que nos permite tomar decisiones con recompensa a largo plazo en vez de decisiones de gratificación instantánea.  Es lo que Daniel Kahneman llama Sistema 2 en su libro Pensar Rápido Pensar Despacio

El Elefante : El elefante es nuestra parte emocional, la que nos lleva a ser impulsivos y a la vez la que nos permite sentirnos motivados después de leer un libro, o un video. El elefante puede llevarnos a cualquier lugar, pero para llegar donde queremos debemos aprender a controlarlo

El Camino : Este último factor hace referencia al entorno que nos rodea, todo lo que tenemos a nuestro alrededor y cuanto nos ayuda o estorba a la hora de poder crear el cambio que queremos.

¿Recordamos la última vez que quisimos algo y lo conseguimos? La fuerza de voluntad es la clave 

La fuerza de voluntad es fundamental para el éxito y se ha demostrado que las personas que tienen una fuerte fuerza de voluntad tienen más éxito. Un estudio realizado por el psicólogo Walter Mischel en la década de 1970 demostró esto. Mischel dejó a unos niños solos en una habitación y les dijo que no comieran un malvavisco que les pusieron delante.

Algunos niños comieron malvaviscos, y otros no. Los niños que se abstuvieron de comer la golosina crecieron para ser con más éxito y sanos que los niños con menor fuerza de voluntad. 

Las personas con éxito se enfocan y manejan bien las distracciones. A diferencia de la creencia popular, nuestro cerebro no está diseñado para realizar múltiples tareas: puede concentrarse en una actividad a la vez. Cuando realizamos varias tareas a la vez, estamos alternando entre diferentes tareas, lo que aumenta la posibilidad de cometer errores, pero desperdicia más tiempo.

Como si eso no fuera suficientemente malo, una interrupción de segundos triplica la cantidad de errores cometidos en la tarea en cuestión, y una hora de tiempo bien enfocado equivale a cuatro horas de tiempo plagado de distracciones.

Una vez que tenemos fuerza de voluntad y enfoque, es hora de aprender  cómo establecer nuestras metas. Según varios estudios, las personas trabajan mejor cuando son observadas. Esta es una razón más para contarles a nuestros amigos sobre nuestros objetivos

En segundo lugar, no establezcamos metas elevadas a largo plazo. Las ganancias inmediatamente alcanzables son mucho más motivadoras, ya que dividen nuestros objetivos en partes más pequeñas. Cuando lo alcancemos, nuestro cerebro nos recompensará con damme que nos motivará a seguir.

¿Cómo funciona el cerebro?

A veces, incluso las actividades básicas como ducharse o pasear al perro parecen tareas insuperables. Culpa a nuestros químicos cerebrales. Nuestros neurotransmisores regulan nuestro estado de ánimo y, para funcionar bien, nuestro cerebro necesita la cantidad correcta de ellos. Lo que es más, el cóctel de productos químicos  necesarios cambia constantemente según la situación.

Por ejemplo, cuando nos sentimos amenazados, nuestro cerebro libera adrenalina y cortisol. Aunque ambas hormonas ayudaron a los humanos a sobrevivir a lo largo de la evolución, cuando los factores estresantes diarios nos dejan saturados, pueden ser dañinos e incluso causar diabetes, cáncer o deficiencias del sistema inmunológico.

Y esto no solo afecta al estrés, sino que nuestro deseo de aprender y hacer cosas también esta controlado por otros compuestos. Tenemos tres sustancias químicas que regulan la recompensa: la dopamina. que induce al placer; norepinefrina, que despierta interés; y oxitocina, que nos ayuda a confiar y relacionarnos con los demás.

No todo esta controlado por nuestros genes

Por suerte, tenemos cierta influencia sobre esta composición química y, por lo tanto, sobre nuestros sentimientos. Se ha visto que en patologías como la depresión o la esquizofrenia, el factor genético tiene un gran peso pero no controla del todo. Alguien puede tener genes que aumenten su probabilidad de sufrir esquizofrenia, pero esta probabilidad no aumenta drásticamente hasta a menos que viva con algún familiar que haya desarrollado la patología. 

Lo mismo ocurre con las emociones, podemos cambiar coo respondemos a distintas situaciones según nuestras experiencias y forma de ver el mundo. La visión típica de las emociones es que son como actos reflejos, algo que no podemos controlar. Esto nace del punto de vista clásico de cómo nacen las emociones y de cómo son algo espontáneo que ‘’nos acerca a quien somos de verdad’’, y que por lo tanto tienen un alto factor de irracionalidad.

Esta visión clásica ha sido adoptada por muchos pensadores a lo largo de la historia, desde Aristóteles, Buda, Darwin, Descartes y Freud, hasta pensadores modernos como Steven Pinker, Paul Ekman y el Dalai Lama. Esta visión pasiva de las emociones se enseña en los libros de texto de psicología y se refleja en cómo los medios las discuten. 

Se cree que hay un conjunto de emociones que se pueden encontrar en toda la humanidad y que cada una de ellas tiene una propiedad o “esencia” subyacente. Este concepto se llama esencialismo. Asume que cada uno de nosotros no solo es igualmente emocionalmente expresivo, sino que también es capaz de reconocer automáticamente las mismas emociones en los demás.

Es como si el cerebro estuviera precableado con neuronas para emociones específicas. Una vez que se activan las neuronas, producen respuestas físicas. Y es a través de ellas que se identifican las emociones. Imagina que tenemos un compañero molesto. Activará “neuronas de la ira”, lo que en consecuencia hará que “nuestra sangre hierva”.

Se suelen explicar como algo con lo que nacemos, y que recibimos como resultado de nuestro desarrollo como Homo Sapiens, y que cada región de nuestro cerebro controla algún tipo de emoción, de forma que todos sentimos las cosas de la misma forma. 

Esta es la visión más tradicional sobre el funcionamiento de las emociones, pero la realidad es diferente. Las emociones en realidad se pueden expresar de distintas formas y no hay una única forma de “sentir”.

Esta es la razón por la que tenemos tantas palabras para expresar sentimientos que son sutilmente diferentes. Existen porque realmente son emociones diferentes que dependen de quién seamos y de lo que hayamos experimentado. Cada emoción es única y depende del contexto

Además se ha visto que las emociones no se producen en regiones concretas del cerebro, sino que en realidad nacen del trabajo conjunto de múltiples regiones, regiones que pueden variar según nuestras experiencias. No hay una región concreta de “emoción universal”.

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