Aristóteles El Padre de la Lógica

Aristóteles El Padre de la Lógica

¿Quién es Aristóteles?

Aristóteles nació en 384 a. C. en Estagira, en la costa tracia de Grecia. Se mudó a Atenas a la edad de 17 años y se matriculó en la Academia de Platón. A pesar de sus desacuerdos con Platón sobre muchos principios filosóficos, Aristóteles se convirtió rápidamente en el alumno estrella de la Academia. Después de la muerte de Platón en 347 a. C., Aristóteles se fue de Atenas a Misia, donde se casó y tuvo un hijo. La siguiente oferta de trabajo para Aristóteles vino de la corte real de Macedonia. Él educó a un niño de 13 años que conquistaría el mundo, Alejandro Magno. Cuando su alumno ascendió al trono, regresó a Atenas y descubrió que la Academia estaba en pleno auge. La filosofía platónica se había arraigado firmemente en la cultura griega, pero en lugar de seguir bajo la sombra de su maestro, Aristóteles fundó su propia escuela, el Liceo.

Las mareas políticas cambiaron con la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. Aristóteles se vio obligado a huir de Atenas para protegerse debido a sus vínculos con Macedonia. Falleció un año después.

¿Cuál es la esencia de la ética aristotélica?

Los filósofos de la antigua Grecia y Roma dedicaban una gran parte de su tiempo al campo de la ética, y por lo tanto a intentar entender cómo vivir una buena vida. El aristotelismo es un punto de vista que desarrolló Aristóteles de su famosa obra, Ética a Nicómaco. 

Como argumenta el autor Kaufman, es una filosofía que es a la vez realista y honesta. Consideremos a un deportista con talento que es considerado uno de los mejores, pero que por muy bueno que sea como individuo nunca podría demostrar su talento si vive en un período en el que apenas se esta empezando a desarrollar el campo. 

Aristóteles, a diferencia de Platón, siempre consideró que lo más importante sea para entender el mundo, o para vivir bien, es observar y entender el mundo que nos rodea. Esto significa que debemos aceptar que ciertas cosas tienen el potencial de lograr algo, mientras que otras no, y que esto depende en gran medida de factores que no podemos controlar.

Uno de los ejemplos que se suele usar para ilustrar sus ideas es el de la bellota, y como esta “tiene el potencial de convertirse en árbol”, pero necesita las condiciones adecuadas para hacerlo. 

El aristotelismo entiende que una filosofía es insuficiente por sí sola. Todos queremos prosperar, alcanzar tanto de nuestro potencial y tantos de nuestros objetivos como sea posible, lo que se conoce como una vida eudaemónica. 
Y para ello, debemos aprender a crear un entorno que nos permita desarrollar nuestro potencial en las áreas que nos importan, aunque hay situaciones en las que puede ser difícil. Incluso frente a eventos externos, debemos esforzarnos por tener el mayor éxito posible, y no solo en un área, sino en varias. Un gran ejecutivo, por ejemplo, aún debe cuidar de su familia, sin importar cuánto dinero está generando cada mes. Podemos tratar de vivir una vida eudaemónica buscando el equilibrio y maximizando nuestras propias habilidades y fortalezas, y aceptando que lo único que podemos controlar es nuestro esfuerzo.

Obras destacadas y lecturas recomendadas de Aristóteles

Solo han sobrevivido 31 de los más de 200 tratados del prolífico escritor. Aristóteles era conocido en el mundo antiguo como un ingenioso estilista en prosa (una inspiración para el orador romano Cicerón), pero las pocas obras que han sobrevivido hasta la era moderna son en su mayoría notas de conferencias. No estaban destinados a ser leídos, por lo que a veces pueden ser difíciles de seguir. Proceda con precaución; el esfuerzo vale la pena, pero llevará algún tiempo entender su esencia.

Ética Aristotélica y la ética de Nicómaco

En su obra Ética nicomáquea o Ética a Nicómaco, Aristóteles intenta ayudarnos a descubrir qué debemos hacer con nuestras vidas y cómo vivir una buena vida. El título se deriva de Nicomachus, el hijo de Aristóteles, quien editó el volumen por primera vez.

Nuestro objetivo final, dice, es encontrar la eudaimonia (lo que llamaríamos felicidad o plenitud), y debemos planificar nuestras vidas para que nuestras actividades diarias nos lleven allí. Aristóteles nos aconseja mirar más allá de nuestra fijación por definir la diferencia entre un acto bueno y uno malo. Hacer un acto de bondad al azar no te convierte en una buena persona. Ser una buena persona es un proceso largo que requiere que nos esforcemos por vivir de acuerdo a nuestro nuestros principios todos los días.

El aristotelismo entiende que una filosofía es insuficiente por sí sola. Todos queremos prosperar, alcanzar tanto de nuestro potencial y tantos de nuestros objetivos como sea posible, lo que se conoce como una vida eudaemónica. 

Y para ello, debemos aprender a crear un entorno que nos permita desarrollar nuestro potencial en las áreas que nos importan, aunque hay situaciones en las que puede ser difícil. Incluso frente a eventos externos, debemos esforzarnos por tener el mayor éxito posible, y no solo en un área, sino en varias. Un gran ejecutivo, por ejemplo, aún debe cuidar de su familia, sin importar cuánto dinero está generando cada mes. Podemos tratar de vivir una vida eudaimónica buscando el equilibrio y maximizando nuestras propias habilidades y fortalezas, y aceptando que lo único que podemos controlar es nuestro esfuerzo.

La Poética o Sobre la poética de Aristóteles 

La Poesía de Aristóteles intenta explicar los elementos de la tragedia griega. ¿Por qué alguien querría perder su tiempo libre viendo cosas malas que les suceden a personajes ficticios? Aristóteles identificó la función de la katharsis. Usó la palabra en un sentido muy cercano a la definición moderna de catarsis: es una especie de alivio o culminación. Ver suceder cosas aterradoras en el escenario nos permite limpiarnos del miedo que llevamos dentro, porque nos permite concretar estos miedos y las consecuencias asociadas a ellos, y facilita que nos enfrentemos a ellos.

La retórica de Aristóteles Ars Rhetorica

La retórica nació en Siracusa en el siglo 5 AC, y se entiende como el arte de hablar con eficacia y persuasión. Esta disciplina ha sido parte del aprendizaje para la mayoría de los grandes pensadores de la historia, desde Aristóteles hasta Nietzsche. Hasta hace relativamente poco, el siglo XVIII, se impartía retórica como una de las asignaturas clave en las escuelas, aunque con el tiempo su posición fue relegada al olvido. Pero el desinterés a nivel de la educación normal en esta disciplina no reduce su importancia. Hoy en día transmitir información de forma efectiva es clave, y la retórica es el estudio y el arte de expresar e informar. Pero antes de seguir, veamos más a fondo que es la retórica.

¿Qué es la retórica y por qué merece la pena?

La retórica es el arte de persuadir a través de una comunicación efectiva y/o el uso de argumentos lógicos. Se basa en optimizar tanto lo que décimos, como la forma de transmitirlo.

Este arte antiguo nos enseña a influir las decisiones de los demás a través de nuestras palabras. Todos tenemos que comunicarnos con otras personas a lo largo del día, sea con mensajes de texto, llamadas, presentaciones o negociaciones con clientes. La habilidad de persuadir a otros a través del lenguaje es clave para comunicarnos.

Aprender a comunicar también nos animará a desarrollar nuestras ideas y formas de pensar. La retórica es un ejercicio cognitivo continuo que nos obliga a evaluar tanto lo que pensamos como las relaciones entre las ideas. La creatividad nace de encontrar nuevas conexiones y por lo tanto la retórica es también la práctica de la creatividad.

Las escuelas más importantes de los sofistas fueron las de Gorgias e Isócrates. A cambio de enseñarles cómo hablar y por lo tanto la posibilidad de conseguir poder político, los alumnos pagaban grandes sumas, convirtiéndolo en unas de las primeras agencias de marketing de la historia.

Las clases se basaban en analizar poesía, definir partes del diálogo, y explicar los distintos tipos de argumentos. También enseñaban cómo convertir argumentos “débiles” en buenos argumentos a través de recursos literarios. Hasta el punto de considerar su gancho la capacidad de ganar cualquier debate incluso sin conocimiento del tema. Razón por la que hoy en día se usa el sofismo como un término despectivo, equivalente a falacia.

La imagen negativa era tal que Socrates fue ejecutado por ser un Sofista, aun cuando su postura era  opuesta a la que llevó a Socrates a perder el juicio. Y esto lo conseguían gracias a que, el uso de analogías, metáforas y juegos de palabras permitía a los sofistas convertir casi cualquier argumento en uno correcto.

Pero la posibilidad de que algo pueda tener usos indeseados no es razón suficiente como para dejarlo de lado. Aristoteles , alumno de Platón y por lo tanto de la escuela Socrática, consideraba el uso excesivo de la retórica como algo negativo, pero usado en la justa medida, su utilidad para mejorar argumentos lógicos es innegable.

En su tratado, El Arte de la Retórica , establece las bases del sistema para la comprensión y enseñanza de esta disciplina. Según Aristóteles la retórica es la capacidad de observar en cualquier caso, los métodos disponibles para la persuasión. El filósofo defiende el uso de la razón como principal método para convencer, pero entiende que hay situaciones en las que el público no busca solo lógica sino también entretenimiento.

En estos casos la retórica se convierte en el azúcar para beber la amarga medicina llamada lógica. El sistema de retórica de aristóteles se basa en los siguientes principios:

● Los 3 mecanismos de persuasión (logos, pathos y el ethos)

● Los 3 géneros de la retórica (deliberada, forense y epidíctica /demostrativa)

● Temas retóricos

● Partes del diálogo

● Uso efectivo del estilo

Según Aristóteles, un conferenciante o escritor tiene tres formas de persuadir a su audiencia. El primer tipo depende del carácter personal del hablante; el segundo en poner a la audiencia en un cierto estado de ánimo; el tercero en la lógica, o prueba aparente, proporcionada por las propias palabras del discurso.

A continuación, cubrimos los conceptos básicos de los tres métodos de persuasión y ofrecemos algunas sugerencias sobre cómo implementarlos en nuestro arsenal retórico. 

Ethos: la apelación al carácter o la reputación del hablante o del escritor

Si queremos persuadir, necesitamos confianza y autoridad con nuestra audiencia. Podemos tener un argumento lógico y bien pensado, pero si la audiencia no cree que seamos dignos de confianza o que no valga la pena escuchar, todo nuestro razonamiento será en vano.

Para Aristóteles, el ethos de un conferenciante consiste en parecer un experto del tema del que habla y ser de buen carácter. Aristóteles y Cicerón pensaron que un conferenciante solo podía apelar a su ethos dentro del discurso mismo y que debería dedicar la primera parte de su discurso a establecer su credibilidad. 

Isócrates creía que el desarrollo del ethos y la credibilidad de uno con la audiencia comenzaba incluso antes de que el conferenciante abriera la boca. Las audiencias, naturalmente, se acercan a los speaker y escritores con cierta desconfianza, buscarán en su pasado prueba de que es digno de confianza y experto de lo que está hablando o escribiendo.

Un conferenciante o escritor puede usar el ethos de varias maneras. Primero, podemos empezar nuestro discurso o texto haciendo referencia a nuestra experiencia en el tema. Compartir cuánto tiempo hemos estudiado el tema, menciona cuántos artículos hemos publicado y dónde los publicamos, y hacer referencia a premios o reconocimientos que hayas recibido en relación con el tema en cuestión.

Una forma matizada de establecer confianza y una buena relación con nuestra audiencia es restar importancia a nuestros logros. A la gente no le gusta un fanfarrón. En algunos casos, tener un currículum ostentoso puede impedir que la gente confíe en nosotros. Un poco de modestia puede hacer mucho para que la audiencia confíe en nosotros y, en consecuencia, se convenza de lo que tenemos que decir.

Vivir una vida basada en la virtud es quizás la forma de desarrollar el ethos. Una pizca de hipocresía condenará incluso el discurso más elocuente. Por el contrario, cuando somos virtuosos, honestos y seriamente comprometidos con aquello de lo que hablamos, este compromiso interior teñirá cada palabra que pronunciemos con sinceridad. La audiencia conocerá la profundidad de nuestro compromiso y escuchará mucho más atentamente que cuando saben que son meras tonterías.

Pathos: la apelación a la emoción

Muchos de nosotros tenemos una tendencia a descartar el poder de la emoción. Muchos de nosotros podríamos pensar que solo debemos persuadir a través de la pura razón y la lógica. Pero en una batalla entre la emoción y la racionalidad, la emoción gana, sin lugar a dudas. Esto no es cinismo, es un reconocimiento de la realidad de la naturaleza humana.

El psicólogo Jonathan Haidt creó una gran metáfora que representa la tensión entre nuestro lado emocional y racional: El elefante y el jinete.

Los hermanos Heath lo resumen muy bien en su libro Cambia el Chip. Haidt dice que nuestro lado emocional es el Elefante y nuestro lado racional es el Jinete. Encaramado sobre el Elefante, el Jinete defiende las riendas y parece ser el líder. Pero el control del Jinete es precario porque el Jinete es pequeño en relación con el Elefante. Cada vez que el Elefante de seis toneladas y el Jinete no están de acuerdo sobre qué dirección tomar, el Jinete perderá. Está  superado.

La batalla entre el Jinete Racional y el Elefante Emocional es la razón por la que vemos médicos que fuman y tienen sobrepeso. Saben que su comportamiento no es racional y que deben cambiar. Pero no importa a menos que tengan una poderosa motivación emocional para cambiar, seguirán inflando y devorando.

Los anunciantes entienden el poder de las emociones. Si vemos algunos anuncios. ¿Cuántos de ellos usan hechos y cifras concretas para convencernos de que compremos su producto? Seguramente pocos. Los anunciantes quieren que nos sintamos de cierta forma cuando pensamos en su producto. 

¿Qué cosas específicas podemos hacer para inyectar más emoción en nuestros argumentos? Las metáforas y la narración son poderosas herramientas de persuasión. Es más probable que las personas recuerden historias que hechos porque las historias aprovechan nuestras emociones. La próxima vez que hagamos una presentación a un cliente en el trabajo, en lugar de incluir algunos gráficos de barras y viñetas en una presentación de PowerPoint, hagamos un esfuerzo adicional para entretejer esos hechos y cifras en una historia atractiva con conflictos y un elenco de personajes.

Para ello, podemos recurrir a varias estrategias que están diseñadas para provocar una respuesta emocional. Aquí hay una muestra de las docenas que podemos usar:

● antítesis-Figura en la que se yuxtaponen intencionalmente dos ideas contrastantes, a través de una estructura paralela (“Tengo el sueño de que mis cuatro hijitos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por su carácter.¡Hoy tengo un sueño!”-MLK)

● aposiopesis– Interrupción en medio de un discurso, para retratar estar abrumado por la emoción. 

● epistrophe -Figura de repetición que se produce cuando la última palabra o grupo de palabras en una frase, cláusula, o frase se repite una o más veces al final de las oraciones sucesivas, cláusulas, o frases. (“…y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparezca de la tierra.” -A. Lincoln)

Logos: la apelación a la razón

Finalmente, llegamos al logos, o la apelación a la razón. Aristóteles creía que el logos era la mejor forma de persuadir y que todos los argumentos probablemente ganarían o perderían solo por la razón. Sin embargo, se dio cuenta de que a veces una audiencia no estaría lo suficientemente preparada para seguir argumentos basados ​​únicamente en principios científicos y lógicos y que también era necesario utilizar otros recursos.

En El arte de la retórica, Aristóteles afirma que apelar a la razón significa permitir que “las palabras del mismo discurso” sean las que persuadan. Esto se mejorará haciendo inferencias usando razonamiento deductivo, en forma de silogismo formal. Empezamos con dos premisas y terminamos con una conclusión que sigue naturalmente a las premisas. Por ejemplo:

  • Todos los hombres son mortales.
  • Sócrates es un hombre.
  • Por lo tanto, Sócrates es mortal.

Al formar argumentos silogísticos, uno debe asegurarse de que sean sólidos. Un argumento es solido si:

  • el argumento es valido, y;
  • todas sus premisas son verdaderas.

Muy bien, para que un argumento sea sólido, debe ser válido. ¿Qué es un argumento válido? Un argumento válido es aquel que tiene una conclusión que sigue las premisas. Si cambiamos las cosas en nuestro argumento anterior, podemos invalidarlo. 

  • Todos los hombres son mortales.
  • Sócrates es mortal.
  • Por lo tanto, Sócrates es un hombre.

A primera vista, parece un argumento decente. Pero si leemos con atención. El hecho de que Sócrates sea mortal no significa que sea un hombre. Podría ser un perro por lo que sabemos. El argumento no es válido.

Determinar si las premisas son verdaderas resultaron de la observación y de nuestro conocimiento. Los silogismos son una poderosa herramienta retórica. Es difícil manipular y argumentar en contra de un silogismo sólido y formalmente establecido.

Podríamos profundizar aún más en la lógica formal, pero quizá haría el libro demasiado largo, así que lo trataremos en otro libro. 

Además de la lógica formal, tambien debemos tener en cuenta la lógica informal. ¿Qué es la lógica informal? no hay una respuesta clara. Los filósofos aún debaten qué constituye la lógica informal, pero una respuesta aproximada sería que la lógica informal abarca varias disciplinas, desde la lógica formal hasta la psicología, para ayudar a las personas a pensar de forma más crítica sobre la información que reciben todos los días .

Un gran componente de la lógica informal son las falacias. Una “falacia es un patrón de razonamiento deficiente que parece ser (y en este sentido imita) un “patrón de razonamiento correcto”. Hay una gran cantidad de falacias lógicas y sesgos cognitivos que nos afectan constantemente: ad hominems, “pendientes resbaladizas”, pistas falsas. Es importante estar expuesto a tantas falacias como sea posible para que no las usemos y perdamos credibilidad (ethos) con nuestra audiencia, y b) no nos dejemos controlar por discusiones que las usan.

Citas y frases de Aristóteles 

“La excelencia nunca es por casualidad”. Siempre es el resultado de un esfuerzo sincero y una ejecución inteligente; representa la sabia elección entre muchas alternativas: la elección, no el azar, determina tu destino”.

“Una golondrina no hace un manantial, y un día soleado no hace a un hombre bendito y feliz”.

“Lo que es deseable por sí mismo y por conocerlo es más de la naturaleza de la sabiduría que lo que es deseable por sus resultados”.

“Es feliz quien vive de acuerdo con la virtud completa y está adecuadamente dotado de bienes externos, no por un breve período sino por el resto de su vida”.

“La felicidad, por lo tanto, no reside en la diversión; de hecho, sería extraño que el fin fuera la diversión, y uno se preocupara y sufriera penalidades toda la vida para divertirse”.

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